Orson Welles: un director más grande que la vida

Se cumplen 105 años del nacimiento de unos los grandes mitos inabarcables de Hollywood. ¿Estamos ante el mayor genio de la historia?
Orson Welles: un director más grande que la vida
Orson Welles: un director más grande que la vida
Orson Welles: un director más grande que la vida

Orson Welles era una persona terrible. Era egoísta, era arrogante, mentiroso, faltón, era muy envidioso y no tenía ningún escrúpulo cuando se aprovechaba de la gente. Pero era un genio. ¿El más grande de la historia del cine?

Empecemos por el principio.

LA MALDICIÓN DE ORSON WELLES

Orson Welles: un director más grande que la vida

Cuando con tan solo 26 años debutas con una película tan perfecta como Ciudadano Kane estás condenado.

Orson Welles cambió las bases técnicas del arte cinematográfico. No solo dotó a su película de un estilo propio, sino que regaló al cine un atajo para evolucionar en la propia narrativa. El flashback, la profundidad de campo, el gran angular, el dinamismo de una cámara que va improvisando los encuadres, el empleo del sonido y por supuesto el montaje… Después de Ciudadano Kane el resto de películas que se hicieron son Ciudadano Kane pero contando otra historia distinta. Por eso está siempre en la primera posición de todas las listas de críticos cinematográficos como la mejor película de la historia del cine.

Y puede que la mayoría de los críticos amen otros títulos mucho más que la ópera prima de Welles, pero objetivamente no se puede negar que Ciudadano Kane es lo más importante que le ha pasado al cine desde su invención.

Y por esto mismo fue una maldición para un joven director que, desde entonces, dedicó toda su vida a superar Ciudadano Kane, a crear su gran obra maestra, su gran taquillazo, su gran éxito… Tan obsesionado estaba Orson Welles que, como diría Julio Iglesias, “se olvidó de vivir”.

PERSONAJES Y PROYECTOS MONSTRUOSOS

Orson Welles: un director más grande que la vida

Su vida estuvo llena de traiciones, siendo el director más importante de Hollywood fue maltratado y expulsado del sistema. Algo que le hirió profundamente.

Orson Welles era comunista y le pilló el macartismo, así que pasó gran parte de su vida en Europa. De hecho es un amante de España y el descubridor, además, de uno de los personajes más asombrosos de nuestro país, Perico Vidal. Quién no conozca a Perico que se pase por las páginas de Big Time: La gran vida de Perico Vidal.

Con él como assistant, rodó Mr. Arkadin. Uno de sus personajes más poderosos. Cuando Welles le preguntó a Perico si quería ser su asistente y este le dijo que no tenía ni idea de la técnica Welles le respondió: “Es muy fácil, si eres muy estúpido tardas 15 minutos en aprenderla, si eres normal, 10”

Sus películas siempre eran proyectos enormes. Eligió a Shakespeare, como no, para realizar dos de sus obras más famosas Macbeth y Otelo. Y en España, claro, también se obsesionó con El Quijote.

Sus personajes eran tipos que estaban por encima del bien y del mal. Enormes figuras que eran más grandes que la propia vida y que Orson Welles dotaba de una mitología exagerada. Solían ser personas terribles que encontraban, siempre en el último momento, una redención. El ejemplo más claro es su desmesurado Hank Quinlan de Sed de mal, la que probablemente sea su segunda obra maestra después de Ciudadano Kane.

Quinlan es un jefe de policía que resuelve los casos con unas técnicas de investigación poco ortodoxas y totalmente injustas. Es un tramposo y un manipulador. Un tipo sin moral y además gordísimo, enorme, el personaje más monstruoso de Welles. Se pasa la película entera sudando en ese pueblo fronterizo de México donde se dedica a comer chocolatinas y beber alcohol. Al final, aunque no tenga ningún sentido, Welles le perdona con un último giro argumental in extremis que no tiene ninguna credibilidad. Así es, de hecho, Sed de Mal, una película cuyo guion está lleno de agujeros y donde los personajes están escritos con mucha vaqueza, excepto claro, Quinlan. Pero eso no importa porque el plano secuencia del comienzo y el poderoso estilo de cámara con el que está contada esta historia son irrepetibles y hoy en día asombrosamente modernos.

Quinlan, Macbeth, Otelo o Mr. Arkadin eran Orson Welles. Perico Vidal cuenta que un día le perdió durante un rodaje en Sevilla. Le buscó por toda la ciudad, de noche y de día. El rodaje de su película se había parado y no había rastro de Welles. Perico pasó por una tasca, famosa entre los crápulas, que cerraba al amanecer para seguir la fiesta dentro durante horas (o días). Orson Welles estaba allí sentado rodeado de gitanos y gitanas bailando, bebiendo y cantando. Le costó sudor a Perico sacarle de allí para que continuara con su película.

Orson Welles, por motivos que aún son hoy dignos de análisis, dejó casi más películas incompletas que acabadas. La lista es larga y todas son proyectos enormes, también más grandes que la propia vida o el propio arte cinematográfico.

Intentó rodar El corazón de las tinieblas, un filme en episodios semidocumentales sobre Sudamérica que la RKO canceló titulado It’s All True y el Quijote que era una adaptación contextualizada en el siglo XX y que por supuesto se le atragantó por la inmensidad de su ambición. Hasta el último momento pensó que podía estrenarla pero finalmente y tras su muerte fue el director y amigo español Jesús Franco quién la terminó para la Expo de Sevilla. Un thriller titulado The Deep, otra adaptación shakesperiana que era Campanas a media noche y la que nos ocupa, Al otro lado del viento.

MUY CERCA DE ORSON WELLES

Al otro lado del viento es la última película de Orson Welles. El último proyecto que filmó desde 1970 hasta 1976 y que cuando murió estaba al 96%. En él participaban dos buenos amigos del director, John Huston y Peter Bogdanovich.

Iba a ser la película con la que Orson Welles se despediría de Hollywood para siempre por todo lo alto. Una película sobre la propia industria que debía ser su gran éxito, su verdadera obra maestra incluso más alabada que Ciudadano Kane.

Influenciado por el cine europeo (que realmente detestaba) quería rodar cine sobre cine. La película de un director en horas bajas que regresa a Hollywood desde el exilio para rodar una película que le devuelva la gloria titulada Al otro lado del viento. El personaje del director es completamente autobiográfico (aunque Welles siempre lo negó) y está interpretado por el que él mismo consideraba el mejor director vivo, John Huston (el segundo era él, claro).

Pero la película que fue estrenada hace un par de años por Netflix, aunque interesante, probablemente hiciera que Welles se retorciera en su tumba. Está lejos de a lo que podría haber llegado bajo la mirada del director. Pero, afortunadamente, Netflix acompañó en su momento este estreno con un documental sobre el rodaje titulado Me amarán cuando esté muerto. El documental nos acercaba demasiado a Orson Welles (demasiado porque es posible que su figura llegue a causar rechazo) y es, por supuesto, mucho mejor que la propia película. Es un pasaje audiovisual triste, delirante y profundamente conmovedor sobre los agonizantes últimos años de una figura inmensa.

LOS MUCHÍSIMOS LADOS DE UN MISMO PRISMA

Orson Welles: un director más grande que la vida

El documental de Morgan Neville es tan bueno por dos razones. La primera de ellas es que utiliza las imágenes de archivo de manera inteligentísima mezclándolas con escenas de ficción que fuera del contexto para el que fueron creadas construyen aquí casi un cuento mitológico sobre la figura de un hombre que pudo reinar en Hollywood. La otra razón es que consigue enseñarnos muchísimos lados del prisma interminable que es Orson Welles… Su lado más oscuro y repulsivo, también. Es decir, que no se corta y eso es maravilloso.

La construcción de la película Al otro lado del viento es rarísima, casi improvisada. Y Neville utiliza durante todo el documental escenas grabadas por periodistas en una charla con el director antes de comenzar el proyecto. No tenía ni idea de lo que quería hacer salvo unas líneas básicas del argumento y que quería contar la película definitiva sobre la industria.

Metió a amigos y admiradores. Es maravilloso ver como en diferentes fases del rodaje de esta película Peter Bogdanovich hace dos papeles distintos. El primero lo interpreta antes de ser consagrado en Hollywood por The Last Picture Show y el segundo, el papel del director amigo del genio exiliado, lo hace cuando ya es PETER BOGDANOVICH una de las grandes estrellas del cine americano. En cierta forma Peter salva la película y salva a Welles acogiéndole en su casa cuando no tenía dinero. Y este se lo paga burlándose de él, haciéndole ver que no significa nada en su vida. Es el momento más triste de este documental.

También vemos a un Orson Welles llevando a su cámara hasta la extenuación, Gary Graver es otro de los personajes claves de Al otro lado del viento. No comía, no vivía con su familia, llegaba a desmayarse en las larguísimas sesiones de rodaje y todo porque era Orson Welles. Para poder sobrevivir realizó trabajos en serie B (el único cámara que ha rodado con Orson Welles y también con Ed Wood) y trabajos en cine erótico o pornográfico. Para devolverle el favor a Graver por su dedicación Welles rodó una escena de porno lésbico en la película 3 A.M. La vida puede ser maravillosa.

Los productores de Al otro lado del viento hacían bombas de humo y se iban de la noche a la mañana. Hubo juicios. John Huston llegó a odiar a su amigo. Hubo actores que se fueron y hubo que rodar todo de nuevo… Es, sin duda, el proyecto más difícil al que se ha enfrentado el director.

Y en esas conversaciones con periodistas que Neville repite durante este documental a Orson Welles se le oye decir que quizá El otro lado del viento solo sea una excusa para documentar un rodaje infinito, hacer un documental hiperrealista (hay escenas donde Graver se demaya literalmente) sobre el cine, sobre el proceso creativo, los directores, los actores, Hollywood… ¿Y si nada es fortuito?

Orson Welles siempre llegaba antes que nadie.... Durante toda su vida. Incluso muerto.

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