[Crónica In-Edit 2013] Están locos estos baterías

Baterías iconográficos, Ginger Baker, legendario aporreador de parches en Cream y Blind Faith, y Grant Hart, metrónomo de los padrinos del rock alternativo Hüsker Dü, protagonizan la segunda jornada del In-Edit. Por ORIOL RODRÍGUEZ
[Crónica In-Edit 2013] Están locos estos baterías
[Crónica In-Edit 2013] Están locos estos baterías
[Crónica In-Edit 2013] Están locos estos baterías

En mi frustrado camino hacia el estrellato del rock empecé siendo batería. Tiempo después dejé los tambores por la guitarra: por ineptitud, por temor a que mis vecinos me lincharan dada mi afición a practicar los domingos a la hora de la siesta, y porque intuía que los tipos de las seis cuerdas follaban más. Como era de esperar, no me fue mucho mejor recorriendo arriba y abajo el mástil, y acabé de periodista. Sea como fuere, tal vez por los siempre tramposos recuerdos que transcurren entre la infancia y la juventud, puede que porque, escondidos en aquel injusto segundo plano, son figuras diferentes, cuando no trastornadas, mantengo una simpatía especial por los baterías. Y la jornada de ayer del In-Edit ofrecía una doble sesión de documentales focalizados en percusionistas ilustres: Ginger Baker y Grant Hart.

Boxeador amateur y modelo ocasional, tras dos años de batalla contra el cáncer Jay Bulger decidió dar un cambio radical a su vida. Su nuevo devenir pasaría por el periodismo. Fan de Ginger Baker, el loco del pelo rojo, contactó con el legendario batería de Cream y Blind Faith, quien desde hacía años vivía exiliado en Sudáfrica, asegurándole que era redactor de la revista Rolling Stone y que estaban interesados en realizar un artículo sobre él. Le costó convencerle, pero finalmente se instaló durante una temporada en la hacienda del percusionista. En realidad, en aquella época Bulger no trabajaba para Rolling Stone (ni para ninguna otra revista) pero el reportaje de sus días junto a Baker fue publicado por el magazine fundado por Jann Wenner bajo el título “The Devil and Ginger Baker”. Intuyendo, sin embargo, que el relato daba para mucho más de lo que recogía la letra impresa, Bulger regresó a Sudáfrica, esta vez acompañado de un equipo de grabación. Es aquí donde empieza este Beware of Mr. Baker, notable recorrido por la historia vital de uno de unos de los baterías definitivos, sino el mejor de todos los tiempos, del rock. Un genio a los parches, pero un auténtico cabronazo en lo cotidiano. Apoltronado en la butaca de su comedor, fumando sin parar aunque teniendo que recurrir ocasionalmente a la respiración asistida, Ginger Baker narra, sin modalismos artificiales ni falsas posturas, como un Harry el Sucio con úlcera, los diferentes capítulos que han conformado su compleja existencia: desde sus inicios como batería de jazz a su paso por Cream y Blind Fatih; sus años en Nigeria junto a Fela Kuti, su etapa en Italia perdido en una caserío en ruinas sin agua ni electricidad, el posterior período en Estados Unidos intentando reconstruir su carrera cuando, por su carácter complejo, ya nadie quería tocar con él, la familia, las drogas… Y cuando Bulger le dice que ya está, que ya tiene suficiente material, que ahora completará el documental con entrevistas a aquellos que en un momento u otro le han rodeado, Baker enfurece y le arrea con el bastón que utiliza para andar. Mamporro en toda la nariz que no impide que la cinta recoja declaraciones de figuras como Eric Clapton, Jack Bruce (bajista de Cream contra el que arremete sin miramientos), Femi Kuti, Toni Allen, Stewart Copeland… La tercera esposa de Ginger Baker, una agradable MILF que parece salida de Wisteria Lane, explica que, como si de Atila se tratara, ahí donde vaya el músico inglés tarde o temprano acaban surgiendo problemas. Avisados estáis, si os cruzáis con él, tened cuidado con Mr. Baker.

Grant Hart tiene diversos puntos en común con Ginger Baker, principalmente que ambos son baterías y los dos, en sus respectivos universos, se han convertido en figuras iconográficas. Los dos han tenido problemas con las drogas y ambos son portadores de una personalidad poliédrica. Pero donde Baker saca a relucir su irascibilidad, Hart se evidencia como una de aquellas personas que hallan su complejidad en no haber acabado de encontrar su lugar en el mundo. Fue el último en incorporarse a una familia numerosa, y cuando llegó, como él mismo explica, sus progenitores ya estaban hasta las narices de limpiar culos. Su padre era consejero educacional. Alertaba a jovenzuelos de los peligros que comporta una vida disoluta, pero su retoño se hizo punk. Aporreo los parches en Hüsker Dü, una de las bandas más influyentes en el despertar del rock alternativo, pero el trío decidió separarse justo en su momento de máxima popularidad, asfixiados por tener que aceptar decisiones que iban en contra de sus inicios. Además, artista talentoso su legado quedó ensombrecido por el magnetismo del guitarrista Bob Mould. ¿Quién se toma en serio a un batería? Su trayectoria posterior, ya fuera primero en aventuras como Nova Mob o posteriormente en solitario, ha sido igualmente superior a la media, pero su rostro sigue siendo el de un niño al que envían a la cama sin poder ver su programa favorito. Por si fuera poco, en 2011 un incendió asoló su hogar, calcinando buena parte de sus posesiones. Si siempre había sido esquivo con los tiempos pretéritos, sin nada material a lo que aferrarse, había llegado el momento de evocar vivencias y sensaciones. Justo lo que ofrece este Every Everything: the music, life & times of Grant Hart, sincero y emotivo retrato al desnudo de su protagonista.

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