Clint Eastwood, ¿camino de la jubilación?

'J. Edgar' se queda sin nominaciones a los Oscar, mientras que a los últimos filmes del director les llueven las malas críticas. ¿Debería tomarse un descanso el octogenario más querido de Hollywood? Por YAGO GARCÍA
Clint Eastwood, ¿camino de la jubilación?
Clint Eastwood, ¿camino de la jubilación?
Clint Eastwood, ¿camino de la jubilación?

Nos fastidia pensar en ello, pero hay que admitirlo: nada es eterno... Ni siquiera Clint Eastwood. El octogenario más prolífico y querido de Hollywood se ha quedado sin nominaciones a los Oscar por J. Edgar, su último largometraje, mientras que ese Leonardo DiCaprio que borda su papel y el guionista Dustin Lance Black (ganador en 2009 por Mi nombre es Harvey Milk) también están ausentes de la lista de candidaturas. Esto no debería extrañarnos, ya que su previa Más allá de la vida sólo recibió una nominación (a los Mejores Efectos Visuales). Pero también es cierto que, con la misma invocación a los hechos históricos, Invictus se quedó a las puertas de dos Oscar dramáticos para Morgan Freeman y Matt Damon. Para colmo, J. Edgar ha tenido una acogida tibia, tirando a pobre, en la crítica anglosajona, y en opinión de nuestra revista no es una obra maestra ni de lejos.

¿Debería jubilarse Clint? Si hacemos caso a los veredictos de los críticos sobre sus últimos trabajos, casi que debería pensárselo. Peter Bradshaw (The Guardian) compara J. Edgar con Los teleñecos, no sólo por los maquillajes prostéticos que envejecen a DiCaprio y a Armie Hammer (La red social), sino también por "su extraña y blanda neutralidad". Nando Salvá, de CINEMANÍA, pasó revista a Más allá de la vida señalando "su neutralidad de novela de aeropuerto disfrazada de película", mientras que (pese a haber recibido una buena crítica en esta misma publicación), Invictus despertó opiniones más bien tibias, cuando no tan terribles como la que le dedicaba Slant: "insultantemente indecisa", la calificó allí Dana Stevens. Todo esto, refiriéndose a trabajos del mismo hombre que nos otorgó Sin perdón, Bird, El aventurero de medianoche, Million Dollar Baby, Gran Torino y tantas otras maravillas. ¿Son estos ataques la señal de que una carrera ha llegado al límite?

Una progresión largaPensemos en esto: de nuestra lista de 8 directores que ya no cumplen los 80 (elaborada, precisamente, para celebrar su 81 cumpleaños), Eastwood era el único representante de Hollywood. Y, junto a Alain Resnais, Andrezj Wajda y ese Manoel De Oliveira más que centenario, el único que sigue entregando largometrajes regularmente. Al ritmo de siempre, vamos, porque desde los 70 Clint parece una cadena de montaje humana: con 35 películas como director, y salvo unos pocos hiatos, nuestro héroe ha conseguido poner en la pantalla una película por año (y, a veces, dos) desde su debut Escalofrío en la noche (1971).

clint_eastwood_dicaprioTrabajando tanto, se dirá, mantener una calidad constante en sus trabajos es más que difícil. Pero si por algo sorprendió Eastwood de Bird (1988) en adelante fue por la regularidad que había alcanzado su producción. Antes de ese año, en su carrera tras la cámara se alternaban los trabajos sobresalientes (Bronco Billy, El jinete pálido) con truños clamorosos rodados pensando en la cartera, tales que Licencia para matar y Firefox. Incluso después, Clint siguió firmando cintas de ánimo muy comercial como Deuda de sangre, que se disfrutaban mucho, pero cuya condición de cebos para la taquilla no discutía ni siquiera él mismo.

Por otra parte, consideremos que cuando filmó su primera película, a Eastwood no se lo tomaba en serio casi nadie: la apreciación de sus westerns con Sergio Leone llegó muy tarde, y muchos críticos (con Pauline Kael a la cabeza) le consideraron, durante demasiado tiempo, una encarnación de lo peor que Hollywood podía ofrecer. Obtenido ya el respeto unánime, establecido ya en la independencia creativa, con proyectos tan ambiciosos como Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima (ese programa doble para acabar con la II Guerra Mundial) brillando en su currículum maduro, uno debería pensar que Eastwood ya sólo rueda lo que le apetece, cuando le apetece y, sobre todo, que no se da por satisfecho con entregar una peli si no piensa que esta está a la altura de su carrera. Si esos criterios de autoexigencia empiezan a flaquear, sus fans de toda la vida haríamos bien en recomendarle que cuelgue la cámara.

De género a género, y tiro con mi revólverPor otra parte, si por algo se ha caracterizado el Eastwood director es por un afán insobornable de saltar entre un género y otro. Para pasmo de muchos, Los puentes de Madison fue un dramón romántico impecablemente ejecutado... Al que siguió una con astronautas, Space Cowboys. En Mystic River abordó el género negro antes de pasarse al cine bélico, después llegó un melodrama histórico (El intercambio, también muy cuestionada por la crítica), sucedido por un melodrama sobrenatural, y ahora nuestro hombre parece haberla tomado con los biopics históricos y solemnes. Y, si su versión de Ha nacido una estrella con Beyoncé resulta ser un musical, ¿qué le quedará por probar a Clint? ¿Volver al western? clint_eastwood_dirigiendo

Lo mismo eso último tendría su punto, pero seamos serios. Si Eastwood se nos ha ganado para su bando es porque su personalidad y su talento parecían tan incólumes como su jeto de piedra berroqueña. Tanto los críticos más 'autorales' y 'europeos' (que aceptaban, muchas veces a regañadientes, su talento como narrador de historias) como los adeptos al Hollywood clásico, como un gran público que le adora, declaran que sus obras mayores vencen y convencen, sin fisuras. Incluso J. Edgar, aunque no sea una maravilla, mantiene esos rasgos de coherencia: como representante de la derecha libertaria estadounidense (la que aborrece la intromisión del estado en la vida privada), Clint no puede mostrarse simpático con el fundador del FBI. Y su visión de la posible homosexualidad de Hoover, sin juicios ni valoraciones, cuadra perfectamente con su estilo: incluso sus detractores más acérrimos aceptan que Eastwood es un facha, pero también que nunca ha sido ni machista ni homófobo. ¿En qué quedamos, entonces?

Un poco de relajaciónQue quede claro: aquí no pensamos que Eastwood deba dejar el cine. Más que nada, porque le queremos como a ese abuelo cascarrabias, pero cariñoso y sabio, con el que adoramos reencontrarnos. Pero sí pensamos que, antes de manchar su carrera con más irregularidades, le convendría tomarse las cosas con un poco más de calma. Algo de lo que él mismo parece ser consciente: en 2013 le veremos tomarse unas vacaciones como director, actuando en Trouble With The Curve junto a Amy Adams. Será la primera vez en 20 años que figure como actor en un filme ajeno, y también será la ocasión de comprobar que, pese a que prometió retirarse de la interpretación tras Gran Torino, todavía le quedan muchas miradas fijas por echar.

Dar por enterrada la trayectoria de un cineasta es una apuesta muy arriesgada, que además suele salir mal. Véase el caso de ese Woody Allen al que todos sentenciaban desde hacía años, y que resucitó en todos los órdenes (incluido el de los Oscar) gracias a Midnight In Paris. Pero de buenos cinéfilos es reconocer que un director al que se admira está teniendo un bajón. Y Eastwood, mal que nos pese, está atravesando uno. Tal vez un poco de relajación le venga bien, que le convenga frenar un poco su ritmo de rodajes y pensarse dos veces los guiones que acepta. Desde un amor muy profundo decimos esto, y esperamos que Eastwood nos tape la boca con una nueva obra maestra en poco tiempo. Pero, con lo cabezota que dicen que es, maldito el caso que nos hará. Esa, pese a todo, es otra razón para adorarle.

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