10 estrellas de Hollywood que NUNCA deberían hacer musicales

En 'Rock of Ages', Tom Cruise y Alec Baldwin se han ganado los odios de la crítica desafinando por doquier. Recordamos a otros actores y actrices que suspenden en canto. Por YAGO GARCÍA
10 estrellas de Hollywood que NUNCA deberían hacer musicales
10 estrellas de Hollywood que NUNCA deberían hacer musicales
10 estrellas de Hollywood que NUNCA deberían hacer musicales

Lo sentimos mucho por Tom Cruise, de verdad. Lo sentimos, porque aún recordamos con gusto su baile de Risky Business, y porque su estampa metalera en Rock of Ages nos resultó muy divertida. De ahí que nos apenen las críticas estadounidenses según las cuales no es sólo que la película resulte tirando a pobre, sino también que Cruise la pifia estrepitosamente en su papel de estrella del rock. Por lo visto, el marido de Katie Holmes se pasa de la raya con los histrionismos (ha sido comparado, y no es broma, con el Ben Stiller de Zoolander) y no da una nota a derechas, algo que le emparenta con un Alec Baldwin que también actúa en el filme y que, por lo visto, resulta todavía más dañino para los oídos. A fin de que otras estrellas de Hollywood (que, a buen seguro, leen CINEMANÍA) escarmienten en cabezas ajenas, reunimos esta lista de actores que no se cubrieron de gloria cuando les dio por cantar.

Richard Gere

La pifió en... Chicago (Rob Marshall, 2002)

¿Cómo lo descubrimos? Como sabemos, en los musicales no sólo se canta, sino que también se baila. Y, tratándose de un proyecto original del gran Bob Fosse (el responsable de Cabaret), en Chicago lo de moverse era fundamental. La mayor parte de la película funcionaba bien en este aspecto, sobre cuando veíamos a Catherine Zeta-Jones levantando la pierna... Hasta que, anunciado por el maestro de ceremonias, el abogado Billy Flynn se embarcaba en un número de claqué donde, obviamente, trabajaron tanto Gere como un sufrido doble, cuyo rostro el director hacía lo imposible por no enfocar. Aviso para cineastas que quieran rodar musicales: en los números de baile, tanto corte y tanto contraplano revelan más de lo que esconden.

Clint Eastwood

La pifió en... La leyenda de la ciudad sin nombre (Joshua Logan, 1969)

¿Cómo lo descubrimos? Las películas almerienses de Sergio Leone ya no estaban, Harry el sucio no había llegado todavía, y el gran Clint tenía que buscarse las lentejas en algún sitio. Lástima que ese sitio fuera el musical western compuesto por Lerner y Loewe (Camelot), con libreto del oscarizado Paddy Chayefsky (Marty, Network). No es que ninguno de sus compañeros de cartel fuesen unos ruiseñores, pero al menos Jean Seberg estaba digna y Lee Marvin se agenció una canción memorable (Wand'rin' Star). Mientras, el pobre Eastwood nos demostraba que su auténtico timbre de voz no tiene nada que ver con el de Constantino Romero, sino que es más bien chillón. Clint decidió entonces dejarse de canciones y centrarse en componer y tocar el piano, cosas que se le dan muy bien: no volvimos a oírle entonar hasta los créditos finales de Gran Torino.

Gerard Butler

La pifió en... El Fantasma de la Ópera de A. Lloyd Webber (Joel Schumacher, 2004)

¿Cómo lo descubrimos? Afortunadamente, en la antigua Esparta no existían los reproductores de dvd. Porque, si los héroes de 300 hubieran podido ver al mismísimo Leónidas con máscara de porcelana y derramando gorgoritos (a las órdenes del director de Batman y Robin, además), le habrían dicho a su rey que contra los persas iba a luchar Rita. El mal diseño de producción y una cutrez generalizada no ayudaron, por supuesto, pero Butler lució en el filme una voz sin demasiados matices y una sorprendente falta de ese carisma que, dos años después, demostraría en las Termópilas. Para colmo, su compañera de reparto Emmy Rossum sí calzaba unos pulmones y un registro que le dejaban en evidencia.

Pierce Brosnan

La pifió en... Mamma Mia! (Phyllida Lloyd, 2008)

¿Cómo lo descubrimos? Vale, está claro que, en este filme, la afinación y el compás eran lo de menos, y que la gracia estaba en ver a estrellas de Hollywood defenderse con las canciones de ABBA. Pero sentimos decir que, mientras Colin Firth y Meryl Streep nos sorprendían para bien (ahí quedan los agudos de ella en The Winner Takes It All) y Amanda Seyfried resultaba adecuadamente cursi, Brosnan demostraba que lo de cantar no es lo suyo. Para colmo, el irlandés no tenía ocasión de emplear sus talentos cómicos (que son muchos) a fin de levantar la función, y las partituras del grupo sueco, más difíciles de lo que parecen, le hacían verdadero daño en la garganta.

Michelle Pfeiffer

La pifió en... Grease 2 (1982)

¿Cómo lo descubrimos? Esta secuela de la historia de Sandy y Danny Zucco no te suena de nada, ¿verdad? Pues no nos extraña, porque es una bazofia enorme que cambiaba los 50 por los 60 y los coches tuneados por motos chopper. Sentimos decir, además, que en comparación con John Travolta, el advenedizo protagonista Maxwell Caulfield quedaba muy mal parado... Y que la Pfeiffer, con todo el cariño que le tenemos, no le llegaba a la suela de los merceditas a esa Olivia Newton-John cuyo primer oficio es el de cantante y tiene un fuelle sobrado. Afortunadamente, Michelle se consagró en una época (los 80) en la cual el género musical estaba hibernando.

Matthew Broderick (y Nathan Lane)

La pifiaron en... Los productores (Susan Stroman, 2005)

¿Cómo lo descubrimos? A Mel Brooks le salió bien la jugada de convertir una de sus mejores películas en un musical de Broadway. Pero, protagonizando la adaptación al cine, Broderick y Lane se enfrentaron al reto de reemplazar a un comediante superdotado (Gene Wilder) y a una leyenda del teatro estadounidense como Zero Mostel, respectivamente. Los cuales, para acabar de arreglarlo, no tenían que cantar en el filme original. Nathan Lane tenía, en su descargo, una forma de cantar histriónica hasta lo desagradable, pero que se adecuaba a su personaje. Pero lo de Broderick sólo sirvió para dejar claro que su voz se parece mucho a la de un pato mareado.

Cybyll Shepherd (y Burt Reynolds)

La pifiaron en... At Long Last Love (Peter Bogdanovich, 1975)

¿Cómo lo descubrimos? Por fortuna (para él), Bogdanovich se enrrolló con una belleza tan deslumbrante como la protagonista de Luz de luna y Taxi Driver. Por desgracia (para el resto del mundo), el director de La última película estaba empeñado en que su chica sabía cantar. De ahí que no sólo le produjese un disco, sino que también la embarcara en esta comedia musical, armada en torno a la obra de Cole Porter. Un rotundo fracaso de taquilla que no llegó a estrenarse en España, At Long Last Love está considerada junto a La puerta del cielo como una de las películas que acabaron con el Nuevo Hollywood. Si escuchas las voces de sus protagonistas, sabrás por qué.

Todo el reparto de Horizontes perdidos

La pifiaron en... Evidentemente, Horizontes perdidos (Charles Jarrott, 1973)

¿Cómo lo descubrimos? Cuando la fiebre hippie por el amor y las flores aún coleaba, tenía su sentido convertir en musical uno de los primeros éxitos de Frank Capra, con un grupo de aviadores que descubren el idílico reino de Shangri-La en las montañas del Tibet. Así como no resultaba ningún disparate encargarle la partitura a Burt Bacharach y Hal David. Por desgracia, los responsables de este bodrio olvidaron dos cosas: el guión de la primera Horizontes perdidos no aguantaba una revisión sin ironía, y los autores de Raindrops Keep Fallin' On My Head andaban peleados por entonces, más ocupados en demandarse el uno al otro que en pergeñar canciones decentes. Sumemos a ello que ninguna de las estrellas implicadas (Michael York, Olivia Hussey, John Gielgud, Liv Ullmann...) sabía cantar, y ¡hala! Ya tenemos otro filme derecho a las listas de peores películas de la historia.

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