CINEMANÍA nº271

Vengadores: Infinity War
CINEMANÍA nº271
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SOKOVIA-JAPÓN, NON STOP

PERET VIVE. ¿Qué fue del star system? No estaba muerto, estaba de parranda. Así empezó, así se despeñó y así está revolviéndose contra su inexorable destino. Cuando en 1909 el jeta de Carl Laemmle, un productor con los escrúpulos en la cartera, propagó el rumor de que Florence Lawrence había tenido un grave accidente para después presentar a ‘La chica de Biograph’ sana y salva en un estreno, nadie imaginaba que la cosa iría más allá de un truco de tahúr del cinematógrafo. Sin saberlo, aquel visionario de garrafón había creado una necesidad profunda en un universo en expansión: era la primera estrella del cine; el público no pudo aguantar las ganas de volver a ver a la protagonista de más de 300 producciones en la nueva peli de Laemmle, The Broken Oath, donde, casualmente, la fenomenal Lawrence salvaba a su amado del acoso de la mafia. El azaroso inicio de este fiestón de egos y parné que también es el cine, derivó en uno de los negociados más sexistas e injustos del s. XX: el estrellato.

Convertido en un régimen dictatorial de los estudios, aquel sistema semiesclavista cayó en desgracia a partir de los 50, con altibajos en los que las propias estrellas del cine han ido mutando desde su lugar en el Olimpo. Tienen más competencia y la sobredosis de información ha hecho disminuir el aura de leyenda de los actores y actrices, pero siguen quedando las películas y sus personajes. Es a ellos a los que el mito, convertido en el desnatado hype de hoy en día, rinde pleitesía. Como el muerto vivo de Peret, el star system se ha reanimado con el furor superheroico, un guateque al que llevamos ya unos años invitados y que no parece ser otra moda pasajera más, sino una celebración viral en mutación constante. Y no siempre a mejor: Carl Laemmle reconoció su mentira (“We Nail a Lie”) en la publicidad de la película. ¿Alguien pediría hoy disculpas por aprovecharse de unos rumores falsos?

2 METEÓRICOS. Con Vengadores: Infinity War culmina eso que Marvel ha denominado “el crossover más ambicioso de todos los tiempos”, el autoproclamado mayor cruce de personajes, historias e influencias de la ficción, una andanada que ha tenido réplica vía RRSS. Había competencia: Mark Twain la lió con Un yanqui en la corte del rey Arturo (Disney convirtió al soldado azul en astronauta), la foto de Spielberg y Ana Obregón en una barbacoa en Hollywood es un tremendo choque de contrastes; y la pulsión de los mundos de Pelé, Stallone, John Huston, Michael Caine y los jugadores del Ipswich Town jugando al fútbol entre esvásticas en Evasión o victoria también era un cruce (de cables) considerable. No tengo muy claro por qué este anuncio se ha convertido en chanza, si es una verdad como un templo. Asumamos que esta reunión de personajes de Marvel y de actores de primer nivel encabezados por Chris Evans y su Capitán América es una gesta inigualable. Es cierto que el cine de catástrofes de los 70 (bendito Irwin Allen) lucía listas de starrings descomunales: tras los hits por tierra, mar y aire de Aeropuerto, La aventura del Poseidón y El coloso en llamas, mi preferida es Meteoro (1979), con Sean Connery, Natalie Wood y Henry Fonda. Pero la batalla infinita de los Vengadores parece insuperable. Pronto sabremos si también es, no solo viable, sino repetible. Y, tachán tachán, con quién.

3 VERNE. A Wes Anderson se le adelantó Julio Cortázar. Por su evasión parisina, por la sacralización de iconos (esa rayuela), por su narrativa fragmentaria y libérrima en tono y ritmos, por el indisimulado afecto por Julio Verne. Tocayo del escritor francés, Cortázar reunió sus inquietudes, sus gustos y sus influencias en La vuelta al día en 80 mundos, un título que le iría al pelo al cineasta que, desde Houston, Texas, ha creado portentosos universos hasta configurar un atlas de la imaginación que también da la vuelta al mundo. Y al día. Y a lo que se tercie. Para colmo, Anderson se ha soltado siempre la melena para trabajar con los más variados repartos, y, en esa deriva creativa, siempre desatada, ha subvertido el star system y lo ha transformado en el refugio ideal para unas marionetas. Sus actores dan la vuelta al mundo convertidos en perros confinados en una isla de Japón. Y el goloso Wes Anderson corona una vuelta entera al cine en 9 largometrajes.

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