Shutter Island

A veces es mejor parapetarse detrás de una novela. Se está más cómodo. Con un par de destellos, pasas inadvertido y, si la historia es buena, entretenida, siniestra… a triunfar.
Shutter Island
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A VECES ES MEJOR PARAPETARSE DETRÁS DE UNA NOVELA. Se está más cómodo. Con un par de destellos, pasas inadvertido y, si la historia es buena, entretenida, siniestra… a triunfar. Y a engordar currículum. Puede que no sea tanta casualidad que Martin Scorsese haya abandonado las malas calles con gangsters y pastrami de Nueva

York para instalarse en Boston, la ciudad más literaria al Norte del Río Bravo. Literaria, sí, pero no al estilo Macondo, sino más bien un rollo tertulia del Café Pombo en versión criminal. Cosas de Poe, Hawthorne y Melville, que por allí pasaron en el XIX. O de Dennis Lehane, el escritor de Mystic River y Adiós, pequeña, adiós, que también se

llevó su Boston al Baltimore de The Wire, y que situó la isla de Shutter en la costa de la capital de Nueva Inglatera.

Hasta allí ha nadado Marty entre los tiburones de Hollywood, agarrado a su tabla de salvación en la industria, un tal Leo DiCaprio, con aquella brújula para atravesar la niebla literaria que encontró en tiempos de La edad de la inocencia. En esta prisión psiquiátrica se cuece una nueva lucha scorsesiana entre el bien y el mal que, sin embargo, incorpora unas nuevas coordenadas entre la cordura y la locura que convierten el giro final de la historia en el negativo perfecto del thriller psicológico al uso. La eterna pesadilla del cuerdo que entra en un manicomio de visita y acaba encerrado contra su voluntad gritando “¡No estoy loco!”, un argumento muy de capítulo de Alfred Hitchcock presenta…, encuentra aquí, entre alucinaciones, una variante que anula el suspense y prima la reflexión del desasosiego: ¿qué es peor, morir como un loco o vivir como un cuerdo?, se plantea el protagonista (que ya podía habérselo preguntado a los personajes de El cabo del miedo). Y así el suspense acaba ahogándose en la propia sustancia de la que están hechas las pesadillas.

Con todo eso, Scorsese ha firmado su película más brumosa, más sinuosa, más difícil de reconocer. No en su forma, deudora de los clásicos con gabardina de los 40 y 50, entre la RKO y Tourneur, con el pánico nuclear como presencia ineludible, el suspense de Hitchcock en la retina y sus habituales guiños a Powell y Pressburger (del color sublimado a la escalera de caracol de Las zapatillas rojas). Como si fuera un capítulo extra de la serie El cine según Scorsese, vamos. Por allí pasean en bata un sudoroso DiCaprio y un asustadizo Mark Ruffalo que, sibien bordean a veces la imagen de Abbott y Costello, acaban resultando el único refugio entre tanto rostro sospechoso. Hasta el fantasma de Hannibal Lecter paseapor las mazmorras. Eso sí, ni rastro de Alguien voló sobre el nido del cuco, este elogio de la locura se parece más a Las horas que a Psicosis.

“¡No estoy acabado!”, ha vuelto a gritar Martin Scorsese con su mejor pulso cinéfi lo. Pero cuanto más alto lo grita, más negra se cierne la sombra sobre el creador.

Carlos Marañón

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Shutter Island
  • Director:
  • Género:

    Drama

  • País:
  • Sinopsis:

    Dos federales llegan a una cárcel psiquiátrica en una isla de la costa de Boston para investigar la desaparición de una de las pacientes reclusas.

  • RESUMEN: A veces es mejor parapetarse detrás de una novela. Se está más cómodo. Con un par de destellos, pasas inadvertido y, si la historia es buena, entretenida, siniestra… a triunfar.

  • ESTRENO: 19/02/2010

  • DRAMA / EE UU / 2009 / 148 MINUTOS / VÉRTICE. DIRECTOR: MARTIN SCORSESE ACTORES: LEONARDO DICAPRIO, MARK RUFFALO, BEN KINGSLEY GUIÓN: LAETA KALOGRIDIS FOTOGRAFÍA: ROBERT RICHARDSON PRODUCCIÓN: MARTIN SCORSESE.
    www.shutterisland.com

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