'Wonderstruck. El museo de las maravillas': El cine como cápsula del tiempo

Dos niños de épocas distintas conectados por un pasado misterioso y una película prácticamente muda. Todd Haynes se rinde una vez más ante el cine.
'Wonderstruck. El museo de las maravillas': El cine como cápsula del tiempo
'Wonderstruck. El museo de las maravillas': El cine como cápsula del tiempo
'Wonderstruck. El museo de las maravillas': El cine como cápsula del tiempo

Enamorados de la pureza de su cine, de la belleza de Carol o Lejos del cielo, del brillante concepto de I’m Not There o la delicada recreación de una época de Mildred Pierce, habíamos pasado por alto que las películas de Todd Haynes pueden servir como cápsulas de tiempo, lugares en los que encerrar el devenir de la vida. Quizás por eso mismo, Wonderstruck. El museo de las maravillas nos lo recuerda de forma explícita, homenajeando a los museos, “espacios que nos hacen pensar en el paso del tiempo y, en última instancia, en la muerte”, decía el director en el Festival de San Sebastián cuando lo entrevistamos. “Ese amor por los museos es algo que estaba ya en el libro de Brian Selznick [en el que se inspira Wonderstruck], pero me parecía pertinente en una historia sobre dos niños que tratan de averiguar quiénes son a través de los misterios del pasado”.

Las películas también son cápsulas de tiempo.

Sí, son cápsulas de tiempo. El cine es otro tema de Wonderstruck. El museo de las maravillas. Se hace explícito en el amor que Rose siente por las películas y por esa actriz interpretada por Julianne Moore.

¿Fue difícil para ti contar esta historia sin palabras?

Fue un reto. Todas las cosas que hacen que el cine sea cine jugaban un rol extra en la película. La narrativa muchas veces pasa a segundo plano por el diálogo. No solo la fotografía y las interpretaciones sino también el montaje. Las dos historias que conforman Wonderstruck. El museo de las maravillas hablan a través del montaje.

¿Por qué crees que el cine está perdiendo su lenguaje visual?

Hace poco leía un artículo que mencionaba mi película y Dunkerque como ejemplos de lo contrario. Hay una historia muy rica de cine dialogado y directores que han construido personajes fantásticos que hablan sin parar, desde Lubitsch a Woody Allen o Tarantino. Pero yo vengo de esa corriente para la que el componente visual es lo que conduce la película.

¿Esa pureza de lo visual es algo que siempre has perseguido?

Sí. Las películas siempre tuvieron un impacto psicológico gigantesco en mí. Desde que era muy pequeño. Después de ver Mary Poppins, por ejemplo, no volví a ser el mismo. Luego empecé a ser consciente de la posición de la cámara, del plano… Lo que no se veía en el plano empezó a interesarme tanto como lo que sí que se enseñaba. Por ejemplo, en El graduado, ese plano que muestra a Benjamin en la fiesta, su cara entre toda esa gente mayor que le agarra y le habla… Ahí empecé a sentir cierta vocación como director.

Hay también cierto homenaje en esta película a un mundo tan antiguo como las películas. ¿Sientes que perteneces a él?

Sí. Y es algo bueno. Y quiero creer que este mundo está al alcance de la mano de los niños. Wonderstruck es un homenaje a lo que podemos hacer con nuestras manos y a las vidas creativas que te ayudan a enfrentarte al mundo. Le hemos enseñado esta película a muchos niños y, créeme, en lo que veían la peli se olvidaban de que tenían teléfonos móviles. ¡Así que aún hay esperanza!

Wonderstruck. El museo de las maravillas se estrena el 5 de enero.

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