"No ha nacido la persona que pueda darme miedo": 8 lecciones de Werner Herzog

El cineasta alemán ofreció una conferencia el pasado sábado en el CCCB en la que desmenuzó su particular visión sobre el cine y sobre la vida.
"No ha nacido la persona que pueda darme miedo": 8 lecciones de Werner Herzog
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"No ha nacido la persona que pueda darme miedo": 8 lecciones de Werner Herzog

Werner Herzog ha subido barcos por montañas, hipnotizado a actores, sobrevivido a Klaus Kinski (e incluso a un francotirador que le disparó cuando le estaban entrevistando en directo en televisión) y, para fortuna de sus muchos seguidores, ha llegado hasta 2017 muy lúcido y más cáustico para contarlo y para seguir haciendo películas. El cineasta alemán se presentó el sábado pasado en Barcelona con el fin de dar cuenta de todo ello y, sobre todo, para hablar de su singular visión del cine en el marco del festival Kosmopolis en una charla titulada muy à la Herzog: Éxtasis y terror en la mente de Dios.

Difícil lo tenía el conductor de la conferencia, Paul Holdengräber, creador del programa Live de The New York Public Library, porque el cineasta alemán arrancó la velada yéndose por la tangente al hablar de su pasión por las iguanas, al hilo de unas imágenes de Teniente corrupto (2009) que sirvieron de prólogo. “Me encantan las iguanas”, dijo Herzog, “pero son unos animales muy estúpidos, no entienden nada. No se les puede explicar qué es un fuera de juego en fútbol”.

De fútbol, iguanas, Dios, de la violencia de la naturaleza, de su papel de villano en Jack Reacher (Christopher McQuarrie, 2012) y, por supuesto, de Klaus Kinski, Nicolas Cage y de sus últimos trabajos documentales conversó Herzog sin pisar el freno, frente a un auditorio hipnotizado por la letanía de su característica voz. Resumimos en ocho puntos lo que aprendimos de su paso por España.

Cómo manejar a Klaus Kinski y Nicolas Cage

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“A Nicolas Cage le dije que debía ser el reflejo del diablo, del mal, y que lo disfrutara y fuera tan vil como pudiera hasta que no quedara nada en él.. Le dije: «verás que te gustará serlo»”. Así explicó Herzog su método de trabajo con Cage en Teniente corrupto, una de las últimas ficciones del cineasta alemán.

No faltaron, por supuesto, sentencias sobre su complicada relación profesional y personal con Kinski: “Toda la locura de Kinski acostumbraba a salir cuando la cámara no estaba rodando. Yo conseguí que su furia llegara a la pantalla”.

Como es bien conocido, no guarda buenos recuerdos del actor polaco, a quien no le reconoce ni el talento suficiente como para escribir su autobiografía All I Need Is Love: A Memoir is the autobiography (1988). “Su autobiografía es una pura invención. Su estilo es mediocre, pero sí, hay pasajes que son bellos, y es porque yo le ayudé a escribir varios. De algún modo, en ese libro está mi huella”.

Cuanta más improvisación, mejor

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Los herzogianos coincidirán en afirmar que al alemán no le gusta seguir las reglas marcadas a la hora de hacer cine. Ni storyboard, ni largas tomas, y cuanta más improvisación, mejor, incluso si a pesar de ello el raccord queda perjudicado. Aunque Herzog no habló directamente de su metodología en el set de rodaje, sí que dejó una pista que confirmó que cree firmemente en el azar.

Y esa pista, claro, tenia que ver con su pasión por las iguanas: “La iguana no estaba en el guión. Me encantan, para mí tienen que ver con esa imagen de éxtasis y terror. Para filmarlas [en Teniente corrupto] recurrí a dos trabajos de cámara: con una cámara muy pequeña me acerqué hasta dos centímetros a ellas. Quería acercarme a sus ojos porque de algún modo me parecen un poco estúpidas. En un momento dado, un haz de luz tapaba al animal y el director de fotografía quería quitarlo de en medio pero se lo prohibí porque a mi parecer la luz tenía que brillar en el ojo de la iguana”.

Herzog inventa las citas de los filósofos a los que recurre en sus documentales

En Lessons of Darkness (1992), documental que viaja por el Kuwait post–Guerra del golfo, Herzog hace uso de una cita del filósofo Blaise Pascal –“The collapse of the stellar universe will occur – like creation – in grandiose splendor [El colapso del universo estelar ocurrirá, del mismo modo que la creación, con un esplendor magnífico]–; una sentencia que, tal y como confesó Herzog, no es del todo fiel a la oración original: “Me inventé la cita de Pascal con el objetivo de elevar el espíritu del público”.

No es la primera vez que desde el ámbito académico le han señalado con el dedo por distorsionar las fuentes a las que acude. En su última película, Lo and Behold (2016), se apropia de una cita del militar Carl von Clausewitz que dice “En ocasiones la guerra se sueña a si misma” para trasladarla a lo tecnológico –“¿Sueña internet con si misma?”– y debatir del fin de la utopía digital.

Para hacer cine hay que leer (y viajar a pie) mucho

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“Viajar a pie te enseñará más sobre cine que tres años en una facultad”, se atrevió a decir Herzog. El cineasta, que dejó por escrito su viaje caminando de Munich a París en Of Walking on Ice (1974), es un férreo defensor del paseo como método de aprendizaje en el cine y en la vida. “Se ha perdido la habilidad de encontrar el propio camino”, afirmó.

También insistió en la importancia de la lectura para cultivarse en el arte de las imágenes en movimiento y hasta siete veces repitió que hay que leer. “Un director de cine ha de leer mucho; si no lo hace podrá serlo, pero será mediocre; si no se sabe a fondo de algo no debería hacerse una película”. Y como muestra de su buen hábito de lectura, hizo lo propio con extractos de su libro Conquista de lo inútil, además de recordar algunos de sus autores favoritos, desde el historiador Bernal Díaz del Castillo a Hercules Seghers.

Nada de smartphones

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Aunque Herzog no se muestra contrario al avance tecnológico, aseguró que no tiene smartphone –“Ni lo necesito ni lo quiero”– y se lamentó de que hoy en día la gente, especialmente las nuevas generaciones, aprehendan el mundo a través de aplicaciones móviles. “Mi vida ha de ser real, quiero ver y sentir las caras de la gente, no podemos delegar la perspectiva del mundo en una pantalla”.

Eso sí, parece estar al tanto de las mil y una cuentas en Twitter y Facebook que suplantan su identidad sermoneando en 140 caracteres e “imitando mal mi acento”, tal y como bromeó.

Eso sí, el mito que corre por internet de que Herzog sabe hipnotizar a gallinas es cierto, según reconoció el cineasta: “Lo hice en El enigma de Kaspar Hauser (1974): la coges por el cuello y, frente al pico, le trazas rápido una línea recta, así, con el dedo. Con los humanos es más complicado porque tienes que mirarlos fijamente y hablarles. No es tan inmediato”.

El más cuerdo de todo Hollywood

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Herzog sabe que en Hollywood tiene imagen de obseso extravagante –“creen que en mis personajes hay mucho de mí, que soy un obsesivo porque tres de mis setenta trabajos tienen a uno como protagonista, pero estoy bastante bien psicológicamente, de hecho probablemente estoy mucho mejor que ellos”–, pero es cierto que su fama le precede.

“He subido un barco a una montaña, me han disparado, he hipnotizado a actores, viajo mucho a pie, he estado en el corredor de la muerte entrevistando a presos…, es cierto que todas estas cosas no son demasiado usuales en la vida de un cineasta y que en Hollywood no saben dónde ubicarme. Para ellos es más fácil tratar con directores como Woody Allen, un tipo muy urbanita y neurótico. A mí no me gusta mucho, creo que es todo lo opuesto a mi persona. Él odia mis películas y eso es algo que obviamente me halaga”.

Diferencia entre hechos y verdad

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“Me he cansado de la gente que postula sobre el documental como un género que recopila hechos”, explicó Herzog. Para el cineasta de Baviera los hechos no siempre implican llegar a conocer la verdad y su posición teórica respecto al cine documental pasa por reformular completamente el formato, mucho más allá del cinema verité. “Modelo los hechos, invento cosas con el objetivo de ilustrar la experiencia del éxtasis”, confesó para concluir de manera rotunda diciendo que “el arte no consiste en hablar de hechos, sino en ir más allá de la realidad para acercarse a la verdad”.

El horror de la naturaleza

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Y si el documental que recopila hechos le repugna, Herzog también está harto de “esa visión del mundo como si el universo lo hubiese creado Walt Disney”. Para el alemán, “la naturaleza es compleja, estoy cansado de películas que acaban con la imagen de un oso panda o de una cabra amamantando a un tigre huérfano”.

No ha de tomarse esa queja en vano, a tenor de sus trabajos Encuentros en el fin del mundo (2007) o Dentro del volcán (2016). Y tal vez por su experiencia, Herzog cree que el colapso vendrá dado “por alguna estupidez: microbios, internet… Es difícil mantener el mundo con 6.000 millones de personas cazando. En mis películas tengo el placer de contemplar esa naturaleza desde fuera. He entendido y aceptado mi destino y por eso estoy feliz aquí y ahora”.

¿Y a qué le puede tener miedo una persona que con 74 años ya ha aprendido cuál es su destino como criatura? La respuesta de Werner Herzog, con la que concluyó la masterclass, fue tan categórica como sus películas: “La persona que me ha de dar miedo aún no ha nacido. El miedo no forma parte de mi vocabulario”.

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