Entre los rasgos de la personalidad autoritaria descritos por psiquiatras y sociólogos, la falta de sentido del humor suele ocupar un lugar muy destacado. Especialmente, de ese sentido del humor que ayuda a reírse de uno mismo. Así pues, y a no ser que su populismo campechano le haya ayudado a pillar el chiste, sospechamos que Donald Trump debe estar ahora, bien enfurecido, bien estupefacto.
¿La razón? Pues el tremendo trabajo de Alec Baldwin para Saturday Night Live: con su imitación del millonario metido a político, y haciéndole la vida imposible a una Hillary Clinton interpretada por la siempre genial Kate McKinnon (ojo a sus discusiones sobre la forma correcta de pronunciar "China" en inglés, o a las acusaciones de que la candidata demócrata y Barack Obama le han saboteado el micrófono), el actor de Rockefeller Plaza se marca un trabajo de aúpa, todo él peluquín, bronceado de rayos UVA y voz estentórea.
Los medios estadounidenses están delirando con esta intervención, que podría quedar a la altura de los míticos sketches de Tina Fey imitando a Sarah Palin.
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