'Verano 1993': Una historia de cuidados (en la producción)

Así se gestó la aclamada ópera prima de Carla Simón premiada en la Berlinale, con el apoyo de CIMA Mentoring y otras iniciativas.
'Verano 1993': Una historia de cuidados (en la producción)
'Verano 1993': Una historia de cuidados (en la producción)
'Verano 1993': Una historia de cuidados (en la producción)

Pocas son las películas en las que cada uno de sus planos te hablan del afecto con el que se han sacado adelante. Verano 1993, la ópera prima de Carla Simón, es una de éstas cintas que se cuentan con las manos. Desde que se estrenara en la última Berlinale, el entusiasmo compartido por crítica y público que ha podido verla en el Festival de Málaga o el D’A Film Festival ha ido creciendo hasta señalarla no sólo como el debut del año sino como una de las cintas españolas de este 2017.

Verano 1993 cuenta una historia delicada con una naturalidad y sensibilidad estremecedoras –la del primer verano de Frida como huérfana en casa de sus tíos–, pero la historia que está detrás de la película –la del proceso de producción del filme– explica otro relato de cuidados, el del empuje de sus responsables para llevar a cabo la película.

Sus protagonistas son Carla Simón, la productora Valérie Delpierre, de Inicia Films, y una red de apoyos que incluyen desde el encuentro de guion del Festival L’Alternativa o el laboratorio de la SGAE a la iniciativa CIMA Mentoring, destinada a la instrucción de proyectos realizados por mujeres cineastas. Fue en la segunda edición de los talleres de asesoramiento personalizado que desde 2014 ponen en marcha anualmente la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, cuando Delpierre y María Zamora, de Avalon, se encontraron. Y Zamora, inesperadamente, también se enamoró de Verano 1993 hasta el punto de que decidió coproducir el filme.

https://vimeo.com/105568219

“Valérie había coproducido mi corto de graduación Las pequeñas cosas y entonces le conté el proyecto de Verano 1993”, explica Simón sobre la génesis del filme. “Lo que me movió para involucrarme en el proyecto de Verano 1993 fueron las cuatro hojas que me enseñó Carla”, cuenta por su parte Delpierre. “Me dije ‘’¡vamos a por ello!’. A pesar de que veía que teníamos mucho trabajo por delante, también vi una historia que me interesaba como espectadora”, remata la productora.

Desde que Simón le enseñara esas pocas páginas en 2014, apenas un esbozo de ideas, hasta su estreno, ahora, en las salas, han pasado tres años –“muy poco tiempo, en realidad, para un proyecto tan modesto”, dice Delpierre–. Han sido años, no obstante, en los que la historia de Verano 1993 ha ido perfilándose y puliéndose al mismo tiempo que el proceso de producción cerrando, en una suerte de harmónico paralelismo no falto, sin embargo, de dudas e interrogantes. “Me di cuenta que con Verano 1993 necesitaba ir poco a poco, que el proyecto era bonito y que había que cuidarlo mucho”, afirma la productora de Inicia Films, que cuenta en su haber con B, de David Ilundain y basada en la obra teatral Ruz-Bárcenas de Jordi Casanovas.

AYUDAS, PROGRAMAS Y SABER FILTRAR

'Verano 1993': Una historia de cuidados (en la producción)

“Cuando terminé la escuela en abril de 2014, durante Semana Santa me fui a mi casa con mis padres. Estuve mirando fotos, hablando con ellos y de ahí un poco surgió  la idea de la película. Quería poder contarlo desde mi punto de vista, pero no recordaba muy bien cosas concretas, aunque sí emociones o sensaciones. Fue entonces cuando comencé a poner cosas en orden y escribí un esbozo de la historia”, explica la directora.

De ahí, tal y como recuerda Delpierre, comenzaron un proceso de asistencia a programas de desarrollo y laboratorios, tanto de guion, como producción y para perfilar el aspecto visual de la película en un proceso de levantar el proyecto muy clásico pero al mismo tiempo muy medido. Ayudas del programa MEDIA, la Script Station de la Berlinale, laboratorio SGAE de guión, el EKRAN+ Programme (por el cual Simón pudo filmar dos secuencias del filme junto con el que fue finalmente el director de foto del filme, Santi Racaj) y el CIMA Mentoring, dirigido a productoras, que ayudó a que Avalon entrara en el proyecto.

Cuenta Delpierre que, en el caso de CIMA Mentoring “fue muy útil tener una interlocutora con experiencia, con la que intercambiar dudas y cuestiones”. Confiesa que “no quería no acertar en algunas decisiones, ya que cuidamos tanto todo –guion, equipo técnico y artístico–, que no podíamos fallar en el ámbito de la producción y la financiación.” Y pone un ejemplo concreto: "Tenía dudas sobre si solicitar las ayudas de TVE sin tener confirmadas las ayudas del ICAA. María nos ayudó a comprender mejor los tempos. Y cuando entró como coproductora, Avalon no sólo aportaba una parte de la inversión, sino su red de distribución en España. Y eso es una seguridad”.

Con respecto a la iniciativa de CIMA Mentoring, Juana Macías, vicepresidenta de CIMA, explica que la propuesta surgió porque sencillamente observaron una demanda: “Hay muchas directoras jóvenes que tratan de dar el salto con muchas dificultades. Con CIMA Mentoring intentamos que las jóvenes consigan acceder a la industria”. En la primera edición, señala Macías, llegaron a buen término un par de proyectos, entre ellos el documental Boxing for Freedom, producido y dirigido por Silvia Venegas, que participó en el primer taller de asesoría con Cristina Zumárraga como mentora. El 4º CIMA Mentoring ya está en marcha y recientemente anunciaron desde la organización el comité de selección de los proyectos: la cineasta Patricia Ferreira y las productoras María Zamora y Daniela Alvarado.

Delpierre, por su parte, ofrece un consejo para todas aquellas cineastas y productores o productoras de sus proyectos que quieran presentarse a estos talleres de asesoramiento personalizado. “Tienes que saber qué es lo que necesitas, si mucho o poco, pero tener claro cuáles son tus dudas. Porque la persona que está enfrente está para asesorarte y eso es una oportunidad que hay que aprovechar”.

En el caso de Simón, la cineasta afirma que el proceso de asistencia a distintos laboratorios de guion también fue “muy útil, porque al estar trabajando sola con ese material tan personal e íntimo, necesitaba el feedback de otras personas, que me ayudaran a saber si iba por buen camino”. No obstante, confiesa la joven directora, no todas las evaluaciones son válidas a pesar de que cada una de las opiniones cuenta. “Al final también te das cuenta de que algunos análisis ya no te sirven”, confiesa la cineasta.

Algo en lo que está de acuerdo Delpierre: “No quería arriesgar la esencia del proyecto para conseguir algo más de financiación con coproducciones internacionales”, señala, “sólo porque era obvio que para la historia de Verano 1993 no queríamos un actor extranjero”. Y continua afirmando que “este tipo de iniciativas te ayudan a cogerle la temperatura al proyecto. Pasas por muchos pitchs y muchos laboratorios y aunque de cada lugar te llevas algo –porque te hayan dicho sí o te hayan dicho no–, lo importante es no dejarte influir y saber filtrar las opiniones”.

Concluye con un pequeño gran consejo para sí misma y para que quieran estrenarse en el incierto y excitante sector del cine: “No tienes porque querer hacerlo todo”. En ocasiones, como parece demostrar Verano 1993, los pasos modestos son los que conducen a lugares especiales.

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