Tyrone Power: cómo pasar de mono asustado a galán rompecorazones

Esta es la historia de una de las estrellas más atípicas del Hollywood clásico, que falleció en Madrid mientras rodaba en los desaparecidos estudios Sevilla Films.
Tyrone Power: cómo pasar de mono asustado a galán rompecorazones
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Tyrone Power era una consagrada estrella del cine cuando, en septiembre de 1958, aterrizó en Madrid junto a su última esposa. La pareja venía de Zaragoza, donde él había estado rodando varias escenas de su última película: Salomón y la reina de Saba, dirigida por King Vidor. En ella, daba vida al legendario hijo del Rey David —que tiene una visión en la que Dios le comunica que su joven hijo le sucederá en el trono, lo que provoca los celos de su otro hijo, Adonijah.

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Eran días otoñales y los actores protagonistas, ataviados con la (escasa) indumentaria propia de las historias de la Biblia, combatían el frío como podían en los hoy desaparecidos estudios Sevilla Films (de la madrileña Avenida de Pío XII). Allí se construyó una recreación del templo de Jerusalén, en cuyas puertas debían luchar encarnizadamente Salomón y Adonijah (interpretado por George Sanders) aquel mediodía del 15 de noviembre de 1958.

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En un momento dado, alrededor de la una menos veinte, Power empezó a sentirse bastante mal. Acababan de filmarse varias tomas de la exigente escena, en la que el actor decía acabar cayendo al suelo derrotado por su hermano traidor. De pronto, con el rostro pálido, se llevó la mano al hombro y le indicó al director que necesitaba un descanso.

La enfermera del equipo le acompañó a su camerino, donde el intérprete, que entonces tenía 44 años, se bebió una copa de coñac. Pero Power, no paraba de empeorar y el coproductor Ted Richmond decidió meterlo en el coche de la actriz Gina Lollobrigida (la reina de Saba en el filme) y llevarlo rápidamente a su hotel. Al llegar allí, el actor se desplomó y tuvo que ser trasladado como alma que lleva el diablo a la Clínica Ruber, de la calle Juan Bravo, donde ya ingresó cadáver. Había sufrido un infarto agudo de miocardio. Y así, maquillado y vestido con botas, estola y brazalete, fue bajado al depósito anatómico de la clínica —desde donde sería trasladado a su país natal poco después—.

Nadie podía imaginar que la ilusión inicial se tornaría en tragedia. Solo dos días antes de aquello, el galán romántico había acudido al estreno en la Gran Vía madrileña de su anterior película, Testigo de cargo, y había disfrutado de la proyección y elogiado la calidad del doblaje. Y la noche anterior al accidente, había estado cenando en un conocido restaurante con la opulenta Marquesa de Quintanilla y el torero Luis Miguel Dominguín, con quien había quedado en volver a verse para otra comilona en unos días.

Después de lo ocurrido, el rodaje de la película —estrenada finalmente en 1959— permaneció suspendido durante varias semanas. Aunque apenas quedaban por rodarse unos pocos planos en los que debía aparecer el personaje de Power, el director de la cinta optó por volver a rodar todas sus escenas desde el principio, contratando a Yul Brynner para la tarea. Eso sí, quiso mantener en el montaje final varios planos lejanos del fallecido actor para rendirle homenaje.

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Hijo de actores, Power se crió en Cincinnati, donde hizo sus pinitos como actor de teatro a los siete años. En esa época ya tenía claro que quería trabajar en Hollywood, y no tardaría en lograr algunos papeles pequeños en la meca del cine, mientras seguía currando sobre las tablas. Eso sí, estuvo a punto de replantearse su futuro después de que Darryl Zanuck, el jefe del estudio donde hizo su primera prueba de cine, le dijese que parecía un mono asustado —aunque, después de depilarle las cejas y arreglarle el pelo, accediera a darle un pequeño papel en la película, titulada Aula de señoritas (1936)—.

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Gracias al contrato que firmó poco después con los estudios 20th Century Fox, Power comenzó a protagonizar películas, en las que interpretó todo tipo de papeles. Lo mismo hacía de torero, que de piloto, médico de combate o aventurero de los mares del sur. Y, para aprovechar el tirón de su popularidad, el estudio le convirtió en pareja habitual de la que en ese momento era su principal estrella femenina, Loretta Young.

En pocos años, el actor se convirtió en la estrella más taquillera de la meca del cine —llegando a cobrar cinco mil dólares a la semana— y desbancó a Clark Gable en las encuestas de popularidad. Por eso, sorprendió bastante a todos ese día de agosto de 1942 en que, en mitad de la vorágine de su éxito, decidió aparcar todo aquello para convertirse en soldado de la Infantería de Marina de Estados Unidos —llegó a convertirse en piloto y llevó suministros a las tropas en la sangrienta batalla de Iwo Jima, regresando a su país al cabo de un tiempo con el rango de teniente—.

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Después de su aventura bélica, el actor volvió a centrarse en el cine. Tras pasar una temporada trabajando en teatro en Europa, se consagró definitivamente como leyenda viva con el rodaje de Testigo de cargo (1957), brillante filme donde se metió en la piel de Leonard Vole, un hombre acusado del asesinato de una rica anciana con quien mantenía una relación de amistad.

Haciendo honor a su fama de conquistador, y a pesar de los rumores de homosexualidad que le persiguieron siempre, el actor se casó en tres ocasiones. Primero, con la actriz de cine francesa Annabella, a la que conoció en el rodaje de Suez (1938) y de la que se separó en 1948.

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Un año después, pasó por el altar con la actriz mexicana Linda Christian —con quien tuvo dos hijas, Romina y Taryn—. Curiosamente, Christian —que antes mantuvo un romance con el también actor Errol Flynn— conoció al intérprete el día que fue a pedirle un autógrafo, al enterarse de que el americano se encontraba en Roma. La cosa es que la pareja se casó en una iglesia cercana al Coliseo, pero el flechazo terminó (de muy mala manera, además) en 1956.

Tras un duro proceso de divorcio, Power volvió a contraer matrimonio en mayo de 1958, con una joven llamada Deborah Jean Montgomery. La chica, embarazada de varios meses cuando el actor murió, recibió como un mazazo el fallecimiento de su marido, que nunca pudo conocer al ansiado bebé varón que vino al mundo en enero de 1959.

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