"La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa", decía Mark Twain. Y el cine europeo se ha rendido ante este arma por segundo año consecutivo. Si en 2016, la extravagante comedia Toni Erdmann conquistó a la Academia de Cine Europeo, ahora ha sido una sátira moral sobre el mundo del arte contemporáneo la que se ha llevado el gato al agua. The Square, dirigida por el sueco Ruben Östlund (Fuerza mayor) y flamante Palma de Oro en el Festival de Cannes, ha arrasado en la 30 edición de los Premios del Cine Europeo, imponiéndose en las cinco categorías en las que estaba nominada [Consultar el Palmarés completo].
“The Square habla de la dictadura de lo políticamente correcto. [...] Un tema tan terrible como este se trata con una imaginación increíble, es muy, muy divertida”. Así describía Pedro Almodóvar la cinta de Östlund, que se ha alzado con los premios a mejor película, mejor director, mejor comedia, mejor guion y mejor actor para el danés Claes Bang. Todos estos reconocimientos se unen a un sexto galardón a mejor dirección artística para Josefin Åsberg que ya se había anunciado con anterioridad. "Toni Erdmann tenía también una aproximación cómica emocionante", ha apuntado el director durante la gala celebrada en Berlín.
La noche ha empezado con acento español. Juanjo Giménez ha subido al escenario para recibir el premio a mejor corto por Timecode, Palma de Oro en Cannes (primer filme español en ganar este galardón en la sección de cortometrajes) y nominada al Oscar. El director de esta historia de amor a distancia entre dos vigilantes de un parking ha dedicado el premio a su hija y ha asegurado que "este corto es una anomalía genial en mi vida". Timecode ha sido el único galardón que se ha llevado el cine español, además del de Oriol Tarragó, que ha recibido el premio a mejor diseñador de sonido europeo por Un monstruo viene a verme.
Si bien Florence Pugh (Lady Macbeth) no ha podido con la húngara Alexandra Borbérly (En cuerpo y alma) en la categoría de mejor actriz, la película de William Oldroyd se ha impuesto a Verano de 1993 como mejor ópera prima. "Lo veo muy difícil, imposible", nos contaba Carla Simon esta mañana en una charla con varios periodistas. Verano 1993 comenzó su triunfante andadura en la Berlinale, donde se alzó con el premio a mejor ópera prima en febrero. Tras un año lleno de éxitos (el último, el premio a mejor guion en los premios Fénix), el filme promete seguir cosechando reconocimientos en 2018.
De momento, la película opta a siete premios Feroz y pronto sabremos si, como todo apunta, compite por los Goya y supera la primera criba como representante de España en los Oscar: "Me siento muy pequeña, como una intrusa, entre el resto de nominados. Pero es muy esperanzador porque ahora hay mucha gente joven haciendo cine, muchas mujeres". Simon ya tiene dos nuevos proyectos en mente, aunque "están verdes": "Me gustaría rodar en el pueblo de mi madre en Lleida, pero tengo otro en mente sobre mi adolescencia. No quiero escribir otra vez algo tan personal, así que contendrá mucha ficción". También ha tenido propuestas internacionales: "Ahora sí que hay búsqueda de talento europeo para rodar en inglés y en un futuro me planteo hacerlo". Aunque asegura que "siento una presión enorme por las expectativas de Verano 1993", su ópera prima también le ha dado "seguridad" a la hora de encarar próximos filmes.
Además de Verano 1993, las españolas Los desheredados. y La Chana también se han ido de vacío en una gala marcada por el 30 aniversario de los premios cinematográficos del viejo continente: actores como Johannes Bah Kuhnke, Alex Brendemühl, Anna Geislerová, Dave Johns o Anamaria Marinca han parodiado algunas de las grandes obras europeas de los últimos años, como Hable con ella, La pianista, El séptimo sello o Toni Erdmann. Johan Heldenbergh y Veerle Baetens también han subido al escenario para interpretar la canción If I needed You de Alabama Monroe.
Wim Wenders, presidente de la Academia, ha aprovechado que nuestro cine estaba de aniversario para celebrar a esa Europa que tan "dividida" se encontraba cuando nacieron estos galardones, y ahora amenaza con volver a resquebrajarse: "Europa no es el problema, es la solución". El director, que se ha vestido como un "bombero español" para la ocasión, ha aludido al "monstruo de los nacionalismos" y ha alentado a los presentes para que construyan una Europa unida: "Tenemos una responsabilidad común en Europa y por Europa, mas allá de nuestras fronteras nacionales. La comunidad cinematográfica tiene la responsabilidad de marcar la diferencia".
Julie Delpy, premio honorífico, ha sido la otra gran protagonista de la noche: "Ha sido Europa la que me ha permitido hacer mis películas. He ganado este premio por sobrevivir en este negocio durante treinta y tantos años". Delpy ha empleado su discurso para pedir dinero para su siguiente película, cuya financiación se había caído tres semanas antes de comenzar el rodaje. Y lo ha hecho sorteando un desayuno con ella. Pese al tono jocoso de esta inusual petición de la actriz y directora, Delpy ha querido subrayar que esta rifa que se ha propuesto llevar a cabo "no es una broma". "No me voy a rendir con este proyecto. Será mi mejor película", ha insistido.
La gala tampoco ha estado exenta de reivindicaciones políticas (la mención a Oleh Sentsov, encarcelado en Rusia, o el discurso del homenajeado Aleksandr Sokurov), de alusiones al movimiento Me Too contra el acoso sexual en la industria, ni de cierto baile flamenco que ha precedido al premio que presentaba Carlos Saura. El año que viene lo mejor del cine del continente se dará cita en Sevilla para la 31ª edición de los llamados Oscar europeos. ¿Volverá a reinar la comedia más reivindicativa? La risa y el cine son, al fin y al cabo, armas definitivas para sanar una Europa que se resquebraja.
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