[Sitges 2016] y Día 8: De una sorpresa ritual, un golem victoriano y un repaso a la carrera de un maestro

No hay que perder la esperanza hasta el ultimísimo día de festival. Cuando parecía que todas las cartas estaban echadas hemos tenido la suerte de descubrir A Dark Song.
[Sitges 2016] y Día 8: De una sorpresa ritual, un golem victoriano y un repaso a la carrera de un maestro
[Sitges 2016] y Día 8: De una sorpresa ritual, un golem victoriano y un repaso a la carrera de un maestro
[Sitges 2016] y Día 8: De una sorpresa ritual, un golem victoriano y un repaso a la carrera de un maestro

Una película con el alma negra que contrasta con el resto de la programación de este último día: la ligera intriga victoriana de clausura, lo nuevo del maestro de la comedia física hongkonesa, Stephen Chow, y un documental estupendo sobre el grande entre grandes, Brian De Palma.

A Dark Song

Una mujer (Susan Loughnane) que ha perdido a su hijo está dispuesta a todo para volver a contactar con él. Incluso someterse a un complejo ritual de magia negra que durará seis meses y que le obligará a purificarse por dentro y por fuera (como en The Master Cleanse que, es curioso, vimos inmediatamente antes de esta, solo que aquí no hay ni rastro de muppets adorables). También deberá seguir las indicaciones de un mago acerca de cuya estabilidad mental es sensato dudar (Mark Huberman) y, por supuesto, atenerse a las consecuencias de juguetear con Poderes Inconcebibles. Nada especialmente original aquí: el argumento de un ritual poderoso que sale terriblemente mal es un clásico del cine de horror, tanto por la vía ligera (Ghoulies, Jóvenes y brujas, Night of the demons) como en producciones más serias (Cementerio de animales, Witchcraft, casi todas las producciones recientes de ouijas malvadas y mediums aficionados...). Donde triunfa A Dark Song es centrándose no en los efectos de la invocación, sino en el propio rito en sí, algo ya lo suficientemente escalofriante aunque no se perciban los resultados.

De hecho, A Dark Song ya es por sí misma un acto mágico: el detallismo de todos los ritos (desde las inscripciones invocatorias a grimorios como el Libro de Abramelin, todo son clásicos de la magia negra), las ocasionales charlas sobre teoría de la magia (de los efectos a las consecuencias: claramente el director y guionista debutante, Liam Gavin tiene conocimientos sobre el tema que van más allá de una búsqueda rápida en la Wikipedia)... hasta el humor de la película, con el jocoso uso del sexo ritual, parece un malvado guiño a la desvergüenza con el tema de según qué gurús de la magia. Todo ello sin perder de vista su intención inicial: A Dark Song es una película de terror, y tiene el desarrollo, el ritmo y la estructura de una muy buena producción de género. Pero como dijo Gavin al presentar el film, se propusieron rodar cosas nunca vistas antes y mostrarlas de forma original. El fruto de esa intención es una estupenda película de terror y, bueno... de eso iba la magia, ¿no?

The Limehouse Golem

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Verborreica y preñada de giros de guion y sorpresas, The Limehouse Golem es la adaptación de una novela de Peter Ayckroyd de 1994, conocida como Dan Leno and the Limehouse Golem y también como The Trial of Elizabeth Cree. Y todo eso es lo que cuenta esta película de Juan Carlos Medina (que repite en la dirección tras Insensibles, de 2012): el juicio de una mujer (una estupenda y ambigua Olivia Cooke), miembro de la compañía teatral victoriana de Dan Leno, importante actor de la época y merecedor de una película por sí mismo, acusada de ser la responsable de unos terribles crímenes en el barrio londinense de Limehouse. En la investigación se verán mezclados desde un inspector de Scotland Yard apartado de la vida pública por los rumores en torno a su sexualidad (Bill Nighy) a personajes auténticos como el novelista George Gissing o nada menos que el mismísimo Karl Marx.

La intriga de The Limehouse Golem reúne guiños a mitos tan indisociables a la época como Jack el Destripador o, desde el mismo nombre de la protagonista, la asesina Lizzie Borden. Pero el pastiche funciona, sobre todo porque su intriga, aún con elementos folletinescos, no permite que sus elementos se dispersen con unas interpretaciones compactas y con una dirección común y una ambientación que presta atención, sobre todo, al precario mundo del music-hall de la época y a la complicada vida de los artistas. La única sensación negativa con The Limehouse Golem es que podría haber funcionado mejor como miniserie televisiva y con una puesta en escena algo más inventiva: por lo demás, como intriga clásica funciona estupendamente y los fans de la mugre decimonónica quedarán más que saciados.

De Palma

Como producción documental, De Palma no ofrece gran cosa: el director de Doble Cuerpo se sienta frente a la cámara y habla durante hora y media de toda su carrera y algo de su vida, en orden cronológico y con puntuales reflexiones sobre sus influencias y sobre la labor de crear intrigas desaforadas como las que han regido su obra. Pero como crónica de una época y homenaje a una de las carreras más coherentes y personales del cine comercial norteamericano desde los setenta, es absolutamente imprescindible. Empezando, cómo no, por su amistad con los pesos pesadísimos Spielberg, Scorsese, Coppola, Lucas y compañía, pasando por sus constantes entradas y salidas del sistema, combinando fracasos estrepitosos y bombazos de taquilla.

Para el estudioso del lenguaje cinematográfico ávido de encontrar un bisturí que diseccione a fondo el voyeurismo metarreferencial del cine de De Palma, este documental sabrá a poco. Para quien quiera hacerse una idea de la personalidad del director y desee compartir hora y media de fascinante historia del cine con el director de En Nombre de Caín, De Palma no tiene precio. Quizás no sea el documental definitivo sobre cine, pero es Brian De Palma. Y como sus fans sabemos, no hay De Palma malo. Y eso es perfectamente aplicable a este estupendo documental, este notable “La vida de Brian”

The Mermaid

Arrinconada en la programación después de la clausura y reservada solo para los fans de la comedia hongkonesa (a quienes claramente no les pilló de sorpresa el comercial pero algo esquinado humor de Stephen Chow, teniendo en cuenta las carcajadas que se oían en la sala), The Mermaid no decepciona: es una avalancha de hora y media de un humor que encuentra su destilación en la sublimación sofisticada de la estupidez pura. Réplicas absurdas, gags físicos, explotación de tópicos: lo más bajo del humor se convierte en comedia pura gracias a Stephen Chow, que aquí indaga en cierta estética y estilo de sus dos grandes éxitos mundiales, Kung Fu Sion y Shaolin Soccer, pero remitiendo también en parte, en ritmo y en la naturaleza modesta y demoledora del humor, a sus grandes clásicos: God of Cookery, Desde Pekín con amor, King of Comedy y otras.

The Mermaid cuenta cómo una comunidad de sirenas, tritones (y un hombre-pulpo) viven retirados del mar a causa de unos destructivos sónar instalados por un magnate sin escrúpulos. Deciden enviar a una de los suyos (Jelly Lin) para acabar con él, aunque no cuentan con el inevitable nacimiento del amor. Como es de esperar en Chow, absolutamente todas las posibilidades del humor acerca de seres con medio cuerpo de pez, de las más zafias a las más agudas, se explota a fondo: del hombre pulpo hecho pedazos en un restaurante a las innumerables variantes de retratos robots a partir del concepto de sirena. Todos los actores están dispuestos a rebajarse hasta donde sea necesario para hacer reír y, como siempre, la galería de secundarios es soberbia (un arte del que Chow siempre ha sido un maestro, pero que lleva depurando hasta extremos insólitos desde Kung Fu Sion y Shaolin Soccer, a las que se suma la reciente y extraordinaria Journey to the West). Un plato fuerte no solo para los numerosos fans de Stephen Chow, sino para los estudiosos de la comedia fuera de los estrechos márgenes occidentales de rigor.

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