[SEFF 2017] Juliette Binoche, sol y sombra

La actriz brilla en 'Un sol interior', retrato de mujer con soledad al fondo
[SEFF 2017] Juliette Binoche, sol y sombra
[SEFF 2017] Juliette Binoche, sol y sombra
[SEFF 2017] Juliette Binoche, sol y sombra

¿De qué se habla hoy en Sevilla? De las tres horas de eslora y orgullo proletario de A fábrica de nada, de Pedro Pinho, una nueva perla contundente de la cantera de Cannes. Es de jabatos fichar a las 9 de la mañana con tales perspectivas, pero el esfuerzo merece la pena. Cine social a la portuguesa, o ligeramente a la austrohúngara. También se habla, y mucho, del primer plano de Un sol interior, con una Juliette Binoche a pecho descubierto, literal y metafóricamente.

¿Qué hemos visto? Pues, precisamente, Un sol interior. Porque el filme de Claire Denis empieza fuerte y luego da vueltas concéntricas sobre el mismo eje: las grietas abiertas en el sol por las que se cuela la oscuridad. El sol, o solazo, o incluso solete, es ella, la Binoche, que encarna a una pintora de lo más pintona pero que, en la casilla de las relaciones sentimentales de su Facebook, está abonada al “es complicado”. A lo largo de hora y media asistimos a un desfile de moscones a los que Isabelle va dando largas o calabazas por hache o por be. Una cinta con cierto aroma a naftalina conversacional tanneriana con un Gérard Depardieu de refuerzo final. En cierta manera este catálogo de complejidades, tumbos y altibajos femeninos enlaza con Barbara, ese juego de espejos y caleidoscopios a lo Lola Montes cuyo visionado nos dio boleto para charlar un rato con nuestro siguiente personaje.

¿Con quién has hablado? Con Mathieu Amalric, director y actor de la mentada Barbara, un anti-biopic que, según él, nace de “la necesidad de despertar la curiosidad y avivar la imaginación del espectador hacia una figura que en Francia está al nivel de la Piaf”. Conteniendo elegantemente su mono de Winston light, Amalric nos cuenta el origen del proyecto (“un encargo rebotado que, después de ocho años, cayó en mis manos por azar”) y el desafío de su arquitectura cinematográfica sin red (“me obsesionada encontrar el ritmo para no caer en el aburrimiento ni en el morbo hacia un personaje con tantos episodios truculentos en su vida, pero la cadencia de sus propias melodías me dio la clave”). Y, desmitificando al cine de autor francés (“hoy por hoy no hay fronteras entre lo comercial y lo independiente”), se larga a la terraza a encender el primero de la mañana.

¿Qué esperamos de esta jornada? Mafia y política (valga la redundancia) en la francesa A violent life, bosques encantados checos en Little crusader y Penélope, una reinvención de La Odisea a la española, o a la catalana, o vaya usted a saber qué a estas alturas.

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