[SEFF 2017] Córcega criminal

Balas y soflamas en 'A violent life', crónica de los más agitados años 90
[SEFF 2017] Córcega criminal
[SEFF 2017] Córcega criminal
[SEFF 2017] Córcega criminal

¿De qué se habla hoy en Sevilla? De los hematomas en la pantalla dejados por A violent life, el segundo largometraje de Thierry de Peretti, que confirma y amplía las buenas vibraciones dejadas en su ópera prima, Les apaches. Aquí, vuelve al callejero menos complaciente de Córcega, aunque ahora -mejor dicho, en los 90- la ciudad está para pocas bromas: marxismo, terrorismo, mafia y, lo que es peor, movidas familiares pequeñoburguesas. Algunos hablan de El padrino low cost aunque, como se demuestra desde la brutal primera secuencia, Peretti posee un calibre propio, cosa meritoria al tratarse de un argumento tantas veces visto para sentencia.

¿Qué hemos visto? La islandesa Winter brothers, gran triunfadora en Locarno y todo un reto para ver a la hora de la siesta. Seca, áspera y sin un átomo de suavizante, cuenta el desquiciante pique entre dos hermanos que trabajan en una fábrica fantasmagórica. La cosa se complica cuando uno de ellos envenena a un compañero por culpa de una cerveza artesanal que poco tiene que ver con la que despachan en Malasaña. Un “a modo de” Fargo marginal y al margen de todo convencionalismo, que en ambiente indie festivalero encaja como un guante de cabritillo. También en la Sección Oficial se ha presentado Little crusader, fábula checa poco parlanchina que recuerda a esos extraños y pretéritos dibujos animados terminados en “koniec”, si mal no recuerdo. Solo que aquí los personajes son de carne (enjuta) y hueso: un padre que busca a su hijo perdido entre parajes medievales que a veces parecen la Sierra de Gredos, la verdad. Más románica que gótica y más templaria que artúrica, posee una concienzuda sencillez rota por algunas esquirlas poéticas, como el “retrato robot” bordado y progresivamente deshilachado que muestra el pobre hombre en su peregrinaje. Y, en Las Nuevas Olas, también vimos Mr. Gay Siria, documental sobre un imposible concurso de belleza organizado por homosexuales sirios. Todo un alegato a favor de las causas imposibles, burocracia kafkiana incluida, y el optimista día a día de sus protagonistas, aunque lógicamente limitado por su obligado rodaje en Estambul ya que, si hubiese sido en Damasco, estaríamos ante una snuff movie y tampoco es plan, ¿verdad?

¿Con quién has estado? Con Thierry de Peretti, director de A violent life, que ha atajado de cuajo las inevitables comparaciones de su filme con Gomorra: “Mi intención fue presentar el imaginario de la isla más que su realidad estereotipada, aunque me esté cargando la campaña de turismo de Córcega”. Para él, lo más destacable son las consecuencias que ha dejado entre sus espectadores más jóvenes: “Estoy orgulloso de que fomente el diálogo y la concordia entre generaciones. De hecho, ha tenido más éxito local que muchas superproducciones de Hollywood”, comenta. También ha presentado Winter brothers su director, el debutante Hylnur Pálmason, que no quiere oír hablar de baladas de Caín ni de otras presuntas influencias bíblicas de su película: “Es más sencillo que eso, ya que trata sobre los complejos fraternales y el miedo hostil que tenemos todos. Eso sí, el paisaje opresivo y casi orgánico ayuda a mitificar esa sensación”.

¿Qué esperamos de esta jornada? La Sección Oficial se finiquita con El taller de escritura, nueva propuesta político-social de Laurent Cantet. Fuera de competición, otras dos que no son mancas: Una questione privata, de los incombustibles hermanos Taviani, y Nico, 1988, repaso a la última gira de la musa de la Velvet Underground.

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