Sandra Bullock contra la ley de la gravedad

De aspirante repelente al trono de la comedia romántica noventera a mayor estrella femenina del Hollywood de esta década. Con sus diferencias de tono, 'Gravity' y 'Cuerpos especiales' demuestran por qué debemos olvidar nuestros prejuicios hacia Sandy. Por DANIEL DE PARTEARROYO
Sandra Bullock contra la ley de la gravedad
Sandra Bullock contra la ley de la gravedad
Sandra Bullock contra la ley de la gravedad

Pensemos en los noventa. El siglo pasado, cuando las parejas todavía iban al cine y las salas se utilizaban como marco para citas, las comedias románticas seguían siendo uno de los géneros más rentables de Hollywood. Tres actrices se disputaban la corona de ese reino: Meg Ryan, Sandra Bullock y Julia Roberts. Tres tintes de pelo: la rubia, la morena y la pelirroja. Al final, fue la pretty woman quien se llevó el título de "novia de América" y con su Oscar por Erin Brockovich (2000) no sólo cerró la década, sino que también normalizó que la tomaran en cuenta para otros registros. Daba la impresión de que las otras dos contendientes se quedarían en la cuneta, pero, mientras Ryan efectivamente empezó a desaparecer poco a poco, Bullock pudo imponerse al fiasco de Speed 2 (1997) y consiguió que Miss Agente Especial (2000) fuera un éxito.

Todo parecía quedar en su sitio. Mientras el nuevo milenio ya pertenecía a otras actrices de rasgos indudablemente más exóticos, como Angelina Jolie o Charlize Theron, Bullock y su apariencia de americana media, nacida en 1964 en el estado de Virginia, siguieron haciendo lo de siempre: alguna que otra pastelada por aquí (Amor con preaviso, La casa del lago) y dramas con ambición de reconocimiento académico por allá (Crash, Historia de un crimen). Era famosa, una estrella de Hollywood (muy) bien pagada, pero la imagen de actriz limitada (siendo generosos) y abonada a los proyectos sin riesgo que se había labrado durante el resto de su carrera seguía empañando todo su trabajo y sirviendo de referente cada vez que alguien veía su nombre en una marquesina. Hasta que llegó 2009. Ese año, tres películas marcarían un punto de inflexión en la apreciación de Sandy.

Un sueño plausible

Primero llegó La proposición, una comedia romántica de Anne Fletcher (27 vestidos) junto a Ryan Reynolds que no ocultaba su olor a recalentado y recordaba inevitablemente a lo que todos entendíamos por "una película de Sandra Bullock". Contra todo pronóstico, la actriz despuntó en un papel que había sido rechazado por Julia Roberts y fue considerada unánimemente como lo mejor de una cinta de naturaleza formulaica pero que fue número uno de taquilla en su estreno (por encima de Resacón en Las Vegas, por ejemplo) y amasó más de 160 millones de dólares en EE UU y 317 millones en todo el mundo. Según las estadísticas de Box Office Mojo: el 63% de los espectadores en EE UU fueron mujeres, el 78% mayores de 18 años y el 71% fueron clasificados como "parejas"; el músculo taquillero de Bullock empezaba a recuperar la forma y tonificarse con un público bien definido.

De ahí que a Loca obsesión no le fueran tan bien las cosas. La comedia dirigida por Phil Traill y con guión de Kim Barker, mucho menos canónica de lo que parecía a simple vista, fue un estrepitoso fracaso crítico (en taquilla no es que fuera un desastre, pero no obtuvo cifras espectaculares) que concentró toda su bilis en la actuación de Sandra Bullock. El personaje protagonista pasadísimo de vueltas, la escritora de crucigramas Mary Horowitz, parecía ideado para una intérprete de histrionismo fácil e hilarante como Anna Faris, pero en manos de Sandy saltaba por los aires y llenaba las retinas del espectador de gesticulaciones, pucheros y gorgoritos insoportables.

Pero Un sueño posible obró el milagro de la bilocación. Mientras Bullock no paraba de recibir los insultos más dañinos por Loca obsesión, su actuación en la película de John Lee Hancock, sentimental historia de superación con el fútbol americano, la tolerancia y la integración de fondo, era colmada de elogios. Incrédulos al principio, pero completamente asumidos cuando, varios meses de carrera de fondo después, Bullock subió a recoger su Oscar a la Mejor actriz por el papel (otro que había sido rechazado por Julia Roberts). No sólo eso, sino que lo hizo el día después de recibir dos premios Razzie, los anti-Oscar, a cuenta de Loca obsesión, uno como Peor actriz y otro como Peor pareja por sus escenas junto a Bradley Cooper. "No me había dado cuenta de que en Hollywood todo lo que hace falta es decir que irás a la gala y entonces consigues el premio", declaró con no poca sorna tras los Razzie. "Si lo hubiera sabido, habría dicho que iba a los Oscar hace mucho tiempo".

La estrella es la franquicia

Bullock aprendió muchas cosas de 2009: que más allá de subgéneros ella era la estrella, que en comedia más le valía adoptar un perfil bajo y que era capaz de conseguir un gran reconocimiento académico. Aunque su conflictiva separación de Jesse James manchó de amargura 2010, también fue un resorte que impulsó a la actriz a alejarse de la algarabía hollywoodiense, mudarse a Texas y tomar las riendas de su carrera desde allí. Pese a su aparición esporádica en el fiasco de Tan fuerte, tan cerca (que, con todo, llegó a estar nominada a Mejor película en los Oscar), hay que concluir que no le ha ido nada mal. Este año ha estrenado dos películas diametralmente opuestas y con ambas ha superado los 100 millones de dólares en EE UU: Cuerpos especiales (que allí llegó primero) y Gravity. Sin apoyos de franquicias, marcas o productos anteriores más allá de su propia persona, la calidad de la propuesta, sus compañeros de reparto, el director... esas cosas que antes sentaban las bases de producción de una película. En serio: salvo por Los Croods, Gravity y Cuerpos especiales son los dos únicos títulos del Top 11 estadounidense que no proceden de material previo.

Aunque parece que la losa de su encasillamiento anterior sigue ejerciendo un peso considerable en su apreciación fuera de EE UU, el éxito internacional de Gravity está llamado a disipar esa sospecha de una vez por todas. La película de Alfonso Cuarón maravilla a todo el mundo por su proeza técnica y la increíble inmersión espacial de sus imágenes, pero recordemos que Bullock es de largo el ser humano que más tiempo ocupa en pantalla, con una interpretación física y coreográfica que James Cameron consideró a la altura de una actuación de Cirque du Soleil. Desde este viernes, en España coincidirá en cartelera con Cuerpos especiales, nuevo éxito de Paul Feig (La boda de mi mejor amiga) donde la actriz asume las enseñanzas de Loca obsesión y deja que sea la imparable Melissa McCarthy quien lleve la voz cómica cantante. Pero sin que eso le impida mancharse las manos para practicar una accidentada traqueotomía casera en la secuencia más desopilante del filme.

Por último, uno de los aspectos no menos importantes del renacer de Sandra Bullock se percibe al recordar cómo el fénix que ahora contemplamos durante un tiempo fue un patito feo sinónimo de comedias románticas rancias y reaccionarias. Sin embargo, la actual mujer más poderosa de Hollywood no necesita sagas juveniles como Jennifer Lawrence, franquicias de superhéroes como Scarlett Johansson o biopics naftalínicos como Nicole Kidman o Naomi Watts para mantener el apoyo de la industria a su carrera. Incluso esquiva los típicos papeles femeninos estereotipados con los que otras actrices tienen que lidiar. Así que la próxima vez que miremos con desdén un proyecto de Bullock, será mejor que lo pensemos dos veces.

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