[San Sebastián 2018]: 'Quién te cantará', una autobiografía musical de Carlos Vermut

Entrevistamos al director de ‘Magical Girl’ y ‘Diamond Flash’ sobre su nueva película, una de las más esperadas del festival

Una cantante famosa y amnésica quiere volver a ser quien una vez fue. Una imitadora, su mayor fan, le enseña. Esa es la flamante premisa de Quién te cantará, tercera película de Carlos Vermut protagonizada por Najwa Nimri y Eva Llorach que no ha decepcionado en el pase de prensa del Festival de San Sebastián pese a las elevadas expectativas que se cernían sobre ella. Un director que ha triunfado quiere volver a ser quien quisimos que fuera. Dirige una película sobre la fama, sobre la identidad, sobre cómo ambos conceptos interfieren en quiénes somos haciendo que todo dependa de lo que los demás esperan. Carlos Vermut vuelve a Zinemaldia tras su Concha de Oro de Magical Girl, después del culto rendido a Diamond Flash, así que se hace inevitable empezar la entrevista con esta primera pregunta.

¿Cabe una lectura autobiográfica de Quién te cantará?

Bueno, todas las películas que hecho tienen algo de autobiografia. Al final, yo no hago cine de encargo. Todas las películas nacen de momentos vitales míos. Si es verdad que cuando empecé a escribir Quién te cantará en 2015 sí que viví, después de San Sebastián, aunque fuese a un nivel muy pequeño, la fama. Recuerdo que me veía en entrevistas y no me reconocía del todo y esto, de alguna manera, fue un detonante de la película.

Es una escala pequeña, pero tiene que haber sido extraño convertirte de pronto en la gran esperanza del cine español, ver tantas expectativas depositadas en ti. No sé si de ahí surge el tema de Quién te cantará, quién soy en relación a qué esperan los demás que sea.

Tú piensa que yo dibujaba cómics. Cuando pasas de hacer tu trabajo solo a estar tan expuesto, y además tampoco tenías demasiado contemplado dedicarte al cine, hay un momento en el que acabas muy saturado. Quizás en una primera versión del guion hacía mucho hincapié en eso y con el paso de los años fue algo que se fue diluyendo. También en esas primeras versiones incidía mucho en el tema de estar aislado, de querer salir de las dinámicas de exposición en las que no me había sentido a gusto cuando se mantienen en el tiempo. De hecho, me quité las redes sociales porque no quería compartir mi vida ni que nadie supiese dónde estoy, si estoy feliz o si estoy desayunando una tostada de aguacate.

¿Evolucionó mucho el guion de Quién te cantará?

Yo no escribo rápido. Tardo mucho. Necesito escribir, parar, volver a retomar la historia y sentir que estoy contando algo que realmente me apetece contar. Para mí el cine es personal y las historias que cuento tengo que sentirlas como mías.

¿Es frustrante ese proceso de intentar atrapar la película?

Yo diferencio mucho entre la escritura y la dirección. La dirección tiene más que ver con la acción y la escritura con la reflexión, pero también con un estado emocional porque se suspende en un periodo de tiempo más amplio que la dirección. También es un proceso de negociación contigo mismo, algo que tiene que ver con la identidad. Leer algo que has escrito tú mismo y juzgarte desde fuera. Hacerlo constantemente es frustrante. Porque quieres atrapar un concepto pero tienes que empezar por algo, por muy malo que sea. Tienes que tener mucha seguridad para escribir algo que te va a parecer una mierda. Tampoco tengo una rutina de escritor. Muchas veces me dedico a reflexionar. Veo algo y lo quiero incorporar. Es como si intentase que mi estado de ánimo del momento y la película fuesen a la par. A veces puede ser un poco duro. La película se convierte en tu vida y tu vida, en la película. Al final todo se convierte en un bucle en el que no hay nada.

¿Cuál fue el estado de ánimo de esta película?

Pasé por ese punto de querer aislarme de todo. Me agobié un poco, me aislé durante 2015, me fui a Japón. Y, luego, eso mutó en un estado que me afectó mucho. Me había aislado tanto que me pasé 2016 bastante deprimido.

¿Cómo es exactamente tu proceso de escritura?

Los detonantes suelen ser muy caprichosos. En este caso, quería hacer una película de fantasmas, una mujer poseída por un espíritu. Era un encargo, como Magical Girl. Quería rodar ya y se me ocurrió hacer una película de cine negro. Con Quién te cantará pasó un poco lo mismo. Ese proceso es más intelectual que emocional. Pienso cosas que me gustan y luego convierto ese encargo en algo personal, de forma inevitable. Me pongo a escribir sobre fantasmas y hay cosas que no entiendo, así que me empiezo a juzgar a mí mismo. Me pregunto: "¿Por qué una fantasma poseé a una mujer y a otra no?". Al final, me cargo los fantasmas pero mantengo la identidad. El fantasma volvería al final de manera simbólica pero la película se hizo más realista.

¿Por qué mujeres?

Yo quería hacer una película sobre una diva. Eso convivió con los fantasmas, hasta que estos desaparecieron y se quedó ella. El resto de los personaje me salía de manera natural que fuesen mujeres.

De hecho, hay en Quién te cantará una reflexión sobre la maternidad, tanto en el personaje de Eva como en el de Najwa. No sé si al servicio de la trama o porque era algo en lo que querías profundizar.

El monólogo del final de Najwa surgió al final de la escritura. Al principio la película era más artrefractaria, funcionaba como un artefacto. Sigue siendo funcional pero era mucho más formulaica. Me apetecía que los personajes fuesen más humanos que en Magical Girl, una reflexión que he hecho a posteriori. Quería saber que existían unas historias detrás. Necesitaba saber qué había pasado con el personaje de Najwa y ese monólogo me pareció una manera elegante de dar sentido a su personaje. Quería desprender a Lila Cassen de una identidad, porque ya son tres mujeres las que lo han sido, por lo tanto ya no es nadie, y a la vez, me servía para unirlo en forma de espejo con la trama de Eva. Muchas veces estas decisiones son emocionales pero también de oficio, de escritura pura y dura. Me gusta ese equilibrio entre el oficio y lo personal. Eso me parece bonito.

Decía Eva Llorach que tus personajes son muy misteriosos y que los dejas muy abiertos. Pero, también, que en el rodaje no improvisas nada.

Yo soy muy estricto con el guion. Separo entre el pasado de los personajes, nunca hablo de él ni se lo comento a los actores ni me lo invento, y lo que es el guion en sí. Soy muy pragmático. Me gusta preparar las secuencias pero sin intentar entender del todo a los personajes. Primero, porque yo no soy más interesante que los personajes. Creo que un personaje es interesante cuando se mezclan muchas cosas a las que no ponemos nombre –el estado de ánimo de la actriz ese día, que trabajemos la escena por separado...–. Hay muchas cosas que, teniendo el texto muy seguro y muy trabajado, pueden hacer que cambie la secuencia. Sí que soy muy pesado con los textos y los gestos. Teniendo eso cercado hay más libertad. Para mí, la libertad absoluta como creador es frustrante.

Tienes fama de estar atento hasta el último detalle en los rodajes.

No es que estés alerta. Es que en los rodajes a veces aparecen problemas y tienes que afrontarlos. De todas formas, yo soy bastante controlador. Me he vuelto más maniático durante esos años de soledad. Mucho más que en Magical Girl. Ha cambiado mi forma de dirigir desde Diamond Flash. Cuando empecé quería que la cámara siguiese la realidad y ahora no. Yo quería ser un tipo de director que no era. Y he aprendido a aceptarme. A aceptar que me gusta cuidar la composición del plano, que no me gusta la improvisación, que quiero tenerlo todo clarísimo y que soy más meticuloso de lo que creía.

Hubo un momento en el que Quién te cantará iba a ser la historia de una diva folclórica.

Sí. Pasamos por eso y por rodar en Marbella. Y, mira, ese tipo de cosas son las que me gusta improvisar. En preproducción, yo reescribía el guion en base a donde íbamos localizando. Cuando vi Rota me gustó mucho. No era tan exagerado como Marbella y tenía algo del Atlántico. Escribí una escena con marines americanos porque había marines en el hotel donde estábamos. El disco de Lila Cassen se llama Rota. Eso me parece muy bonito. Sucede en preproducción y lo escribo en el guion. Y también, partí de una diva folclórica. Luego pasé por canciones japonesas y, finalmente, cuando entró Najwa, decidí que fuesen sus canciones hasta que apareció Amaral.

Quién te cantará tiene algo de La querida, de Fernán Gómez.

Mi referencia real son esas películas de los 70. Esa, la de Raphael, las de Massiel, la de Marisol... Luego están las típicas de la identidad, de dos mujeres hablando, que por supuesto son una inspiración, pero hay un cómic que me encanta que se llama Detroit Metal City. Va de un chico empeñado en ser cantante pop reconvertido en cantante de death metal. Esa serie sí que fue una verdadera referencia sobre la identidad, sobre ese juego de identidades de querer ser quien no eres. Persona si quieres la puedes mencionar como referencia, pero Detroit Metal City lo es mucho más.

¿Cómo fue el proceso de casting?

Fue curioso. Teníamos que encontrar a la cantante y a la imitadora a la vez. Tenían que representar el mismo tipo de mujer o dos caras del mismo tipo de mujer. Cuando apareció Najwa yo lo vi clarísimo. Tenía ese background de mujer que fue muy famosa en los 90, que es cantante. Incorporó muchas cosas a Lilla Cassen. Su música, sus gestos… Con Eva tenía muchas ganas de volver a trabajar.

¿Cómo supiste ver que Natalia de Molina era capaz de interpretar al personaje al que da vida en Quién te cantará?

Habíamos coincidido alguna vez y quería trabajar con ella. El personaje iba a ser menor pero le subí la edad para que lo interpretase ella. Vi perfectamente que podía hacer eso tan salvaje.

Es como si la película estuviese dividida en dos: la de Najwa con Eva y la de Eva con Natalia. ¿Cómo fue apareciendo?

No sé si nació de manera instrumental pero el personaje de Natalia fue cobrando cuerpo. Se volvió tan importante que me condicionó el final de la historia.

Hay oscuridad en la pelÍcula pero también cierta esperanza.

Creo que hay una parte de la película, sobre todo hacia el final, que se convierte en una fábula y pierde ese cariz realista que hace que sea más dura. El final de la película es un cuento, es una película de fantasmas en el que las identidades se funden. Por eso siento que sí que hay esperanza. Hay algo bonito y poético en el sacrificio.

Hay un retrato muy respetuoso de la fan.

Eso lo tenía muy claro, que quería poner mucho cariño en el personaje de Violeta. Primero, porque respeto a aquel que le hubiese gustado triunfar y no ha podido. No quiero hablar desde la condescendencia por un motivo muy importante. No pasa nada por no dedicarte a lo que querías. Este rollo de “Intentadlo”, “No os rindáis nunca”. Yo diría “Rendíos”. No pasa nada por rendirse, se puede tener una vida plena. Yo no quiero sumarme a ese mensaje de que si no cumples tus sueños eres un fracasado. O no. Y no pasa nada. Me interesa mucho el background de la fama. ¿Qué hay alrededor de ella? Y luego está la fama por la fama. La fama puede ser una consecuencia de tu trabajo, pero ahora se ha instalado la fama como fin. Supongo que tiene mucho que ver con internet pero también con los realities shows.

Quién te cantará se estrena el 26 de octubre.

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