Rúnar Rúnarsson: "Con 'Sparrows' intenté acercarme a una especia de realismo poético"

El director islandés estrena el 9 de septiembre 'Sparrows (Gorriones)', ganadora de la Concha de Oro en la última edición del Festival de San Sebastián.

"Mi próxima película tendrá como protagonista a una mujer", asegura Rúnar Rúnarsson. El director de cine islandés toma café mientras mira distraído la calle Martín de los Heros. Su mechón de pelo azul le da cierto aire a David Lynch, aunque basta con echar un vistazo a sus dos largometrajes para concluir que  tiene más en común con Michael Haneke o Lukas Moodysson que con el genio de Montana.

Aunque ahora afirma que su próximo proyecto estará protagonizado por una chica, lo de contar sus historias a través de los hombres se le da bastante bien. Debutó en la Quincena de Realizadores de Cannes en 2011 con Volcán, un drama sobre un anciano que se hace cargo del cuidad de su esposa enferma. Cuatro años después, su segundo largometraje, Sparrows (Gorriones), donde un adolescente se muda al noroeste de Islandia para vivir con un padre ausente durante los últimos años de su vida, se alzó con la Concha de oro en el Festival de San Sebastián.

Es precisamente Sparrows y su inminente estreno en la cartelera española lo que le trae ahora a Madrid, cuando va a cumplirse un año de su triunfo en la capital guipuzcoana. Cinemanía ha conversado con Rúnarsson sobre la película, la emergente cinematografía islandesa y su paso por el Zinemaldia 2015.

¿Cómo nace Sparrows?

Con esta producción me había propuesto integrar la música dentro de la narración, algo que nunca había hecho antes. No toco instrumentos, pero he crecido con música y ha sido parte de mi vida. Incluso canté en algunas bandas cuando era más joven. Siempre he estado fascinado por la música coral y las voces como la que tiene el protagonista de la película, que es parte de un coro. Cuando estaba escribiendo y preparando la película, siempre tenía presente la música que sonaría de fondo.

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¿De ahí los gorriones que titulan el filme?

Sí que es cierto que en un principio el título hacía referencia al protagonista, que canta. Pero después, cuando me puse a investigar sobre el significado del gorrión, descubrí que es una gran metáfora en todas las religiones. En el Corán, en la Biblia... representa lo mismo: inocencia, fragilidad y transición. Lo que es esencial en esta película, ya que se trata de un joven enfrentándose a un periodo voluble, el de la adolescencia, de fragilidad y pérdida de la inocencia.

¿Cuáles son los temas principales que querías subrayar en el filme?

Muchas películas modernas tratan sobre una única cosa, pero yo creo que cometen un gran error porque la vida no es tan simple como una sola historia. El mío es un proyecto que ahonda en la pérdida, en la relación entre un padre y un hijo, pero también presta atención a la integración y la masculinidad, el cambio generacional y los distintos tipos de amor. Todo ello da como resultado esta producción, en la que intenté conseguir una especie de realismo poético.

¿Por qué decidiste contar la historia desde un punto de vista masculino?

En primer lugar, la voz del coro tenía que ser masculina. Además, quería reencontrarme con Atli [Oskar Fjalarsson], que interpreta al joven protagonista, con el que ya había trabajado antes. Sin embargo, lo decisivo fue que cuando estaba escribiendo esta historia también maquinaba otra sobre una chica, pero esta última resulto ser demasiado sencilla. Igualmente, me encanta escribir personajes femeninos y he realizado varios cortos desde el punto de vista de ellas. Es más, mi siguiente película va a ser sobre una mujer, como ya te he adelantado antes, aunque no puedo explicar mucho más. Ya estoy diciendo demasiado.

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Hablabas de Atli Oskar Fjalarsson, el protagonista de Sparrows. ¿Cómo fue el proceso de casting?

Yo me encargué de elegir a todos los actores. Algunos tenían un poco de experiencia anterior, pero no todos. Por ejemplo, el joven que interpreta al novio de Lára nunca había estado frente a una cámara. Él se dedica al bmx, las acrobacias con la bicicleta, que iban a tener una gran relevancia en la película. Luego descubrí, con los ensayos, que también era un buen actor, sobre todo cuando aparté todo lo referente a las bicis. Lo bueno de los intérpretes sin experiencia es que expresan los sentimientos de forma real. A veces, con los profesionales pasa que hay que quitarles su técnica para que expongan su corazón, y no su cerebro.

¿Cómo fue el rodaje en el noroeste de Islandia?

Conozco ese área muy bien. Tengo buenos amigos de allí y aunque yo no haya crecido en esa parte del país, es como mi segunda casa en Islandia. En cuanto a rodar la película en esa zona, sabía que había muchos hogares abandonados donde podríamos instalarnos y de paso usar en mi escenografía. Y encima era más barato que realizar el rodaje en otras partes. Lo aislado del sitio era otro atractivo, y la gente fue extremadamente generosa, nos ayudaron en todo lo que necesitábamos. Eran todo pros.

Además, te permitió mostrar la distancia que separa la vida urbana de la rural.

Sí, ese vacío es muy patente en esta región, porque durante años en Islandia se pensó que eran extremadamente ricos, cuando en realidad el dinero brillaba por su ausencia. Con el colapso del país, la crisis golpeó más fuerte a este área, donde la prosperidad nunca había llegado. Esa es a grandes rasgos una parte importante de los orígenes de la película, algo que no se enfatiza, pero que está allí a modo de background. Basta con echar un vistazo a la industria tan simple que evidencia el filme, y a la falta de posibilidades modernas para una persona joven.

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¿Qué importancia tiene Islandia en tu trabajo?

De momento, ha podido filmar mis dos largometrajes en mi país. No me importaría rodar en Dinamarca. Viví allí 8 años, realicé mis estudios y hablo danés perfectamente, pero supondría mayores costes y pérdida del control del proyecto. Ya sabes, a veces el dinero viene con constricciones. Además, aunque todas las historias puedan ambientarse casi en cualquier parte del mundo, es dónde están enmarcadas lo que les da sentido. Todos los elementos de alrededor se convierten en parte de la narración. Por ejemplo, si este filme hubiera pasado en Madrid, habría incluido el metro, los rascacielos… El subtexto de la historia sería diferente. No sé dónde será mi próximo proyecto, tal vez en Dinamarca, pero lo que sí sé es que quiero mantener mi libertad artística y producir mis películas, tener el control total sobre ellas.

También es cierto que el cine islandés está cosechando éxitos con producciones como Rams, el valle de los carneros o Corazón gigante.

Siempre hemos dependido mucho de las coproducciones. Es un país pequeño, con una ayuda nacional limitada. Lo que ha cambiado ahora es que sirve de escenario para Juego de Tronos y películas como Fast & Furious 8, y eso da trabajo técnico durante todo el año. Así que ahora realmente se puede decir que hay una industria cinematográfica en Islandia, aunque se base sobre todo en servir a producciones extranjeras. Mientras, alrededor de 4-5 películas por año son parcialmente financiadas por el estado. La parte negativa de esta industria en ciernes es que las pequeñas películas no pueden competir contra las grandes superproducciones extranjeras. Afortunadamente, y poco a poco, algunos cineastas queremos volver a las raíces. No somos muchos, pero intentamos estar juntos y ayudarnos los unos a los otros.

Sparrows ha obtenido 19 premios internacionales, entre ellos la Concha de Oro. ¿Qué ha supuesto para ti?

Lo que la Concha de Oro ha permitido a la película es tener una vida más allá de los circuitos de los festivales. Llegar a los cines, estrenarse en España, Francia, Dinamarca... ¡Es el mayor estreno de mi vida! Pero hay mucho de suerte también: a veces un festival no te acepta y luego ganas el siguiente al que te presentas. La película es igual de buena o mala que era antes, pero tienes suerte de que gente con determinado gusto esté en el comité de selección y luego en el jurado. Eso definirá la vida de una película. Y no sólo directores jóvenes como yo dependemos de ello, sino también los grandes maestros del cine moderno europeo, como Lars Von Trier o los hermanos Dardenne; si no ganan cierto premio en el festival correcto, entonces tienen una distribución limitada, o ninguna, sin que eso signifique que la película es mejor o peor.

Sparrows llega a los cines el 9 de septiembre. 

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