¿Sirve una comedia de instituto para acabar con la homofobia?

Puede que 'Con amor, Simon' no sea la mejor película de la historia, pero le hará la vida más fácil a muchos chicos y chicas LGBT.
¿Sirve una comedia de instituto para acabar con la homofobia?
¿Sirve una comedia de instituto para acabar con la homofobia?
¿Sirve una comedia de instituto para acabar con la homofobia?

En un mundo perfecto, Con amor, Simon no debería de llamar especialmente la atención: el debut en pantalla grande de Greg Berlanti (Arrow, Supergirl) es una comedia de instituto bastante normalita, si bien divertida, con un ojo puesto en John Hughes y otro en 10 razones para odiarte. 

Sin embargo, este trabajo con Nick Robinson Katherine Langford (Por trece razones) se ganó titulares a destajo por dos razones: su protagonista es un adolescente gay... y, pese a ello, no es ni una tragedia ni un dramón social, como suele ser la norma en estos casos.

De hecho, a Con amor, Simon se la ha descrito como "la película que ayuda a salir del armario", dados los testimonios de algunos espectadores que la usaron para explicar su situación a familiares y amigos. Y, aprovechando que ya está en las carteleras españolas, nosotros aprovechamos para recordar que el cine lleva ya mucho tiempo sirviendo como herramienta para ayudar a la gente no heterosexual, especialmente a la más joven.  

Porque, cuando se trata de dar una charla sobre diversidad en un colegio o un instituto, cualquier recurso será poco para un trabajador social o un voluntario de una asociación LGBT. Así pues, nos hemos puesto en contacto con varios de estos educadores para plantearles una pregunta con mucha miga: ¿puede servir el cine para acabar con la homofobia entre la gente joven? 

"El cine es una herramienta potentísima: una película como Con amor, Simon puede ayudar más a cambiar la opinión del público que todo el movimiento LGBT trabajando a la vez durante 20 años": Gerado Pérez Meliá, de la Fundación Triángulo, no le ha gustado demasiado la película de Berlanti (más adelante la calificará como "cine champú"), pero aun así reconoce que tiene su encanto, y que su calado entre el público joven no puede subestimarse. 

Dado que Pérez Meliá también dirige los festivales Lesgaicinemad Cinema Pride, el efecto del séptimo arte es algo que conoce bien: "Hay personas que, tras ver una película, se han animado a decirnos: 'Soy gay y hasta ahora apenas lo he contado", señala. Así pues, insiste, no hay que subestimar el efecto de una película de temática gay "que se ve fuera de un circuito muy específico de muestras y festivales".

Si a alguien le parece que Pérez Meliá está exagerando, tenemos que decir que no es así. Como él mismo señala, el cine y las series "mediatizan muchísimo" la percepción que la gente joven tiene de la diversidad sexual, aunque también añade que ahora mismo los chavales y chavalas en edad escolar "se deja influir más por youtubers, influencers y redes sociales"

Eva Illán, de la asociación No Te Prives de Murcia, coincide con él, añadiendo un matiz de preocupación: "Lo que les llega a los jóvenes [a través de la pantalla] está muy estereotipado, con poca riqueza", opina, comentando que, si bien las series estadounidenses destacan últimamente por haber roto con un panorama de heterosexualidad monocorde, el alumnado con el que habla en sus charlas está más familiarizado "con Aquí no hay quien viva y La que se avecina". Dos series cuya visión del hecho LGBT tiende más al chiste rancio que a una representación ecuánime dentro del humor.

"¿Has pensado en no ser mutante?"

Tanto Pérez Meliá como Illán, así como Alejandro Sierra (de la asociación Somos Aragón) coinciden en que el uso del cine en el aula puede abrir muchas cabezas, y para bien: "A los alumnos les gusta muchísimo que usemos el cine", señala la educadora murciana, y añade: "Las charlas se les hacen pesadas y los vídeos son más amenos, son más su lenguaje". 

Sierra, por su parte, prefiere resumir: "A los jóvenes les gustaes gusta ver películas porque es entretenido". Tanto él como Eva Illán indican, eso sí, que a la hora de mostrar filmes tienen un pequeño obstáculo: la hora lectiva de 55 minutos, que les lleva a recurrir a cortometrajes como medio de exponer su mensaje de forma condensada.

Así, Illán ha usado In a Heartbeat, el corto animado de Beth David Esteban Bravo, mientras que el resto de interlocutores señalan otros títulos como Sirenito, Vestido nuevo, Baby X… 

"Depende del caso concreto, si han tenido episodios de acoso, si en el aula hay un menor transgénero… hay cortos para todo", bromea Gerardo Pérez Meliá. Y Alejandro Sierra reconoce haber usado muchas veces el tan comentado "¿Has intentado no ser mutante?" de X-Men 2. "¡Es una salida del armario clarísima!", dice. Y tiene razón: para que luego digan que el cine de superhéroes nunca tiene subtexto LGBT.

Más allá de los problemas de tiempo, los educadores de asociaciones LGBT señalan que su trabajo suele transcurrir sin problemas: "La reacción ante los personajes gays en una película es un 'no importa", afirma Pérez Meliá. "Hace 10 años, ver a Patricia Vico y Fátima Baeza en Hospital central era una sorpresa, pero ahora está supernormalizado", indica. 

Sin embargo, y aunque reconoce que sus alumnos no ponen caras raras al ver un corto de temática no hetero, pero Alejandro Sierra duda de que esto indique un cambio a gran escala. Y que, por positiva que sea la percepción de un personaje gay, lesbiana o trans, lo importante sigue siendo cómo reaccionan los jóvenes ante gente de carne y hueso: "Las mismas personas que dicen que no les importa que un personaje de película sea gay luego dicen que no tendrían un amigo gay por si intenta ligar con ellos". Sus alumnos, añade, "saben lo que es la comunidad LGBT, pero no el respeto: eso les cuesta más".

Esto, por lo que toca a la chavalada. Pero ¿y sus padres, cómo se lo toman? Pues, a veces, no muy bien: como recuerda Eva Illán, la asociación No Te Prives estuvo a punto de echar el cerrojo a su labor educativa a resultas de una campaña instigada por el Foro de la Familia"Sabemos cuántos padres protestaron y son una minoría", matiza. 

Alejandro Sierra no recuerda haber tenido problemas de este tipo durante su labor para Somos Aragón ("A lo mejor un chico puede decirte 'esto no es lo que me han explicado en casa' tras ver la película, pero poco más"), pero Gerardo Pérez Meliá comenta que a veces sí puede haber fricciones: "Algunos padres tienen una reacción inicial de rechazo porque lo ven como un adoctrinamiento", reconoce. 

Pero recuerda que esto es un error de bulto: "¿Va a repetir tu hijo el modelo que ve en una película? No, pero tener referentes le ayudará a sentirse mejor", afirma, señalando que impedir la educación sexoafectiva es "pan para hoy, hambre para mañana". 

¿Vamos a peor?

Para terminar, una cuestión peliaguda: a juzgar por algunas reacciones ante películas con personajes LGBT (o ante la mera insinuación de que un gran estudio, como Marvel, incluya a personajes no hetero en sus franquicias), uno pensaría que la homofobia va en aumento, y más aún entre la gente joven. 

Eva Illán piensa que, sencillamente, el estado de cosas es el de siempre ("La homofobia está presente en todos los institutos a los que voy", indica), mientras que Alejandro Sierra procura no ser demasiado optimista: "En las charlas la gente se porta bien porque quiere quedar bien, pero luego a la asociación nos llegan chicos y chicas hablando de situaciones de acoso", reconoce. 

La excepción es Gerardo Pérez Millán, desde cuyo punto de vista la situación va mejorando: "Hace 20 años, los insultos y la discriminación estaban bien vistos; ahora los homófobos se cortan más y las redes sociales sirven para denunciar los abusos", señala.

Pérez Millán reconoce algo en lo que coinciden los demás expertos: las redes sociales están ayudando a que el hecho LGBT se visibilice, y la mayor presencia de personajes no hetero en cine y series ayuda a que la gente joven encuentre referentes… pero el contacto que importa de verdad sigue siendo con personas de carne y hueso. 

"En los adolescentes LGBT, la parte afectiva puede ser más dolorosa que la sexual", señala, añadiendo que internet remedia esto de forma solo parcial: "Hemos hablado con chicos que nos cuentan: 'Ahora puedo hablar con gente por Whatsapp, ligar es facilísimo, pero necesito que me den un abrazo". 

¿Nos suena eso de algo? Pues sí: "Parece paradójico, pero la historia que cuenta Con amor, Simon es justo la que te estoy contando yo ahora", remacha el educador. Y está bien que la película de Greg Berlanti nos ayude a ser conscientes de ello. Así, con suerte, ayudará a que la vida de chicos y chicas LGBT en un futuro cercano se parezca más a una comedia de instituto que a un dramón social.

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