Por qué 'La habitación' no debería ganar el Oscar

Tener un niño adorable y una actriz descomunal no es suficiente. Cinco razones de peso para dejar sin el premio de la Academia a la candidata indie del año.
Por qué 'La habitación' no debería ganar el Oscar
Por qué 'La habitación' no debería ganar el Oscar
Por qué 'La habitación' no debería ganar el Oscar

Después de haber desmontado a otras candidatas al Oscar a Mejor Película como El puente de los espías, Brooklyn, Mad Max: Furia en la carretera y El renacido, es el momento de emprenderla contra La habitación, la película dirigida por el irlandés Lenny Abrahamson (Frank) y protagonizada por Brie Larson y el niño Jacob Tremblay. Nominada a cuatro premios –además del principal, dirección, guión adaptado y actriz protagonista–, parte como la película con menos posibilidades y sería prácticamente un milagro que arañase algo más que la estatuilla que parece garantizada para Larson. Sin embargo, y temiendo un nuevo Caso Crash, os ofrecemos cinco poderosos argumentos por los que de ningún modo La habitación debería ganar el Oscar.

Siente un pobre en su gala

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Pasa todos los años. TODOS. Peliculita independiente de bajísimo presupuestos, preferiblemente con personajes que sufren muchísimo y/o tienen vidas miserables, con el fin de demostrar que en Hollywood además de alfombras rojas y cirujanos plásticos aún queda algo de conciencia. De Pequeña Miss Sunshine a Winter´s Bone, sin olvidar (¿a que ya lo habías hecho?) Bestias del sur salvaje, Secretos y mentiras o Juno. Este año La habitación es el pobre al que los académicos han invitado a su fiesta. Para que mire, claro está, porque el premio gordo tiene que caerle a uno de los suyos. "¿Alguien sabe qué cara tiene este Lenny Abrahamson? ¿Confirmado que es un hombre? Ah, perfecto, aseguraos de que el cámara le enfoca a él y no a un anónimo cualquiera entre el patio de butacas".

Atención: ¡tienen un niño!

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Se llama Jacob Tremblay, tiene 9 años y no necesita una nominación porque ya es uno de los ganadores de la temporada. Es el niño monísimo, listísimo y súper sensible con el que todos quieren hacerse una foto en Hollywood. Jennifer Lawrence, Sylvester Stallone, J.J. Abrams, Steven Spielberg y hasta el habitualmente borde Leonardo DiCaprio se han rendido a esa irresistible mirada de cachorrillo que tiene este nuevo Haley Joel Osment. ¡Qué golpe tan bajo! Recurrir a un niño adorable para ganar un Oscar es algo tan antiguo como los propios premios, y a nadie le gusta que le demuestren de una manera tan obvia cómo le están manipulando para sacarle un voto emocional. ¿Qué otro truco se reservaba La habitación para enternecer a los académicos? ¿Un perro? Pues, en efecto, hay uno que coprotagoniza el segundo tramo de la película.

¿Dentro o fuera?

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Si no has visto todavía La habitación quizá deberías dejar de leer este punto. Aunque pensándolo bien, el tráiler ya desvela más de lo que debería. En cualquier caso, advertido estás: SPOILER a la vista. La habitación contiene dos películas bien diferenciadas: la que sucede dentro del minúsculo cuarto donde madre e hijo llevan años cautivos y la que muestra su adaptación a la vida exterior tras su liberación. Cualquiera de las dos ofrece argumentos más que suficientes para ser una historia por sí misma, pero algo nos hace sospechar que los responsables de La habitación no tenían mucha fe en las posibilidades del relato de un confinamiento y que tampoco veían con buenos ojos el drama telefilmero sobre el reajuste vital de estos personajes. Como resultado, una película que no logra profundizar en ninguna de las situaciones, y que se ampara en que, narrada a través de los ojos de un niño tan pequeño, no puede ofrecer una visión completa de una situación tan dramática. Si todas las sagas adolescentes distópicas lo hacen, ¿no podía Lenny Abrahamson haber rodado dos partes?

¿No tienes corazón?

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Como sucede con el pequeño Jacob, La habitación no te deja opción: tienes que quererla. Es la historia de supervivencia y amor de una madre que lo sacrifica todo por su hijo, una mujer que ha sufrido lo inimaginable sólo para proteger a su criaturita de un coco real. Aprieta bien los párpados, porque si no vemos cómo te cae una lágrima durante la proyección quedarás señalado oficialmente como PERSONA SIN CORAZÓN. ¿Que nadie te puede forzar a llorar si no quieres? Esa posibilidad no entra en la cabeza de Abrahamson. ¿O es que quieres quedarte fuera del segmento demográfico categorizado como "cualquiera con un mínimo de sensibilidad"?

Brie, inmensa e intensa

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Puede que Jennifer Lawrence sea más divertida, Carey Mulligan más académica, Amy Adams más camaleónica y Anne Hathaway más pluscuamperfecta, pero Brie Larson quiere que sepáis que ella es simplemente mejor actriz. Ella ni siquiera compite con sus compañeras de generación, porque no cree que se estén dedicando a lo mismo. La actriz de Infiltrados en clase –no, esa no; pon Las vidas de Grace– está embarcada en una cruzada para convertirse en algo más grande, verdadero y justo. Por supuesto, el Oscar le da absolutamente igual e irá a recogerlo haciendo un esfuerzo, el verdadero sentido de todo esto es seguir marcando hitos cada vez más altos en la Escala Larson de Intensidad Interpretativa (ELII). Si tienes una película en la que pueda llorar, reír, permanecer impasible, padecer calamidades y recorrer todo el catálogo de trastornos psicológicos, no lo dudes: llama a Brie.

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