Por qué 'El renacido' no debería ganar el Oscar

Estas son las razones por las que pensamos que es suficiente con que le den el Oscar a DiCaprio. Talentoso y muy pelma, Iñárritu ya tiene bastante, ¿o no?
Por qué 'El renacido' no debería ganar el Oscar
Por qué 'El renacido' no debería ganar el Oscar
Por qué 'El renacido' no debería ganar el Oscar

Hemos disparado contra El puente de los espías, Brooklyn y hasta Mad Max: Furia en la carretera. Por fin le toca el turno a la gran favorita, El renacido, del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, que aspira a repetir su éxito del año pasado con Birdman (que también creíamos que no merecía el Oscar, como todas, y nos equivocamos, como siempre). Con 12 candidaturas, la película protagonizada por Leo DiCaprio es la cinta más nominada de la edición de este año. Sin embargo también despierta algunas dudas su idoneidad para llevarse la preciada estatuilla a mejor película. Ecos de otros filmes, pretensiones desmedidas, un ego cinéfilo más grande que el oso que ataca a Leo... Ahí van unas cuantas justificadísimas razones para mirar hacia otro lado, incluso aunque sea una película muy estimable:

Repetir es de mala educación

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John Ford y Joseph Leo Mankiewicz (nos ponemos en pie) ganaron el Oscar al mejor director dos años consecutivos. Ford se lo llevó por Las uvas de la ira y Qué verde era mi valle en 1940 y 1941; y Mankiewicz por Carta a tres esposas y Eva al desnudo en 1949 y 1950. Ellos y sólo ellos de entre la pléyade de cineastas que obtuvieron dos nominaciones. Vale, bien, pero ni siquiera sus dos películas repitieron (Qué verde era mi valle y Eva al desnudo ganaron, las otras dos, no). E Iñárritu está a punto de igualarles como director y superarles en una marca curiosa: nunca dos películas de un mismo director han ganado de forma consecutiva un Oscar a mejor película. Y además, Iñárritu está nominado como productor con lo que también volvería a recoger la estatuílla a mejor película. El mítico productor David O. Selznick lo hizo en 1939 y 1940 con Lo que el viento se llevó (Victor Fleming) y Rebeca (Hitchcock), pero él no se ponía detrás de la cámara: lo de Iñárritu sería un desfase. Sumémosle a eso que el año pasado ya tuvimos sobredosis de ínfulas artísticas con Birdman y desembarco masivo de mexicanos en la gala de los Oscar (y ya veníamos de que el año anterior Cuarón ganase con Gravity el premio a mejor director, y otros 6 Oscar, aunque no el de mejor película), así que las normas del buen premiar deberían evitar este exceso de hacer ganador y recordman a Iñárritu. Para excesivo ya está él.

Bailando con osos

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Ya tuvimos bastante con el espíritu animalista azucarado y buenista de Kevin Costner en Bailando con lobos cuando se llevó 7 Oscar por sorpresa en la gala de los Oscar de 1991. Aquí en El renacido no es exactamente cariño lo que hay con los animales, ni al personaje de DiCaprio se le ocurriría homenajear al lobito 'Calcetines' poniéndole un mote al oso (¿o era osa?) o a las tripas del caballo que le salva del frío. Pero hay un halo de amor banal por la naturaleza y por los indios norteamericanos y además una clásica estampida de búfalos que une ambos filmes. ¡Ah! Por cierto, esa risita contagiosa cuando uno ve la escena de Leo forcejeando con el oso (que sí, que sí, que es osa) sabiendo que hay unos cabrones por ahí diciendo que el animal le viola, no ayuda mucho a tomarnos del todo en serio la propuesta. 

De intensidad también se muere

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Santo súbito del tinglado hollywoodiense, Iñárritu ha conseguido que todos sus largometrajes (incluso Amores perros, hecha en México) hayan sido nominados al Oscar en alguna categoría. El truco lo tiene muy bien pillado, y sabe que la intensidad y la pretenciosidad, bien reguladas, consiguen muchos votos en la Academia. Empeñado en lograr la trascendencia visual y espiritual (no olvidemos que es el tipo que pesó el alma en 21 gramos), quiere vencer y convencer por el camino más abrumador. El renacido no se conforma con ser una gran película de aventuras y supervivencia; aspira además a nosecuantasmil cosas más: reivindicar a los indios, proteger al mundo animal, salvarnos la vida, epatar al burgués despistado y convencernos de paso que estamos ante el mejor director de todos los tiempos. Sería un detalle que la propia Academia le parase los pies a este señor que tiende a ponerse tan pelmazo. Con mucho talento, pero muy plasta.

Indigenismo para poetas urbanos

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En el sitio perfecto y en el lugar adecuado. Al oportunismo genérico de Iñárritu le ha venido bien una circunstancia nueva, y es la ausencia de nominados negros o de cualquier otra raza o minoría en los Oscar de 2016. Su defensa de los indios autóctonos de Norteamérica, sobre todo a través de la relación paternofilial que establece la trama, casa bien con la campaña bajo el hashtag #oscarsowhite de Spike Lee y compañía. Le hace más favorito, a pesar de que atufa a corrección política y a indigenismo para urbanitas: se le ha ido claramente la mano con los chamanes que levitan y el recurso a los cielos que Emmanuel Lubezki (director de fotografía) retrata pedantemente ya se lo hemos visto mil veces (demasiadas, en realidad) al amigo Terrence Malick [por no hablar de las acusaciones de plagio del cine de Tarkovski]. De hecho, si antes de ver El renacido, le echas un vistazo a El nuevo mundo de Malick, con Colin Farrell, parte del supuesto peso artie de El renacido, se desmorona. Por eso era mucho mejor quedarse con la aventura. Sólo con la aventura.

No en el nombre de Leo DiCaprio 

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Digamoslo ya: Leonardo DiCaprio es un señor muy listo que se ha propuesto lograr el respeto artístico y ganar el Oscar. Para ello lleva varios años escogiendo concienzudamente sus trabajos y los directores con los que trabaja. Más allá de que sus anteriores películas ya mereciesen premio, ésta es una gran oportunidad para premiarle, por su esfuerzo y, como siempre pasa en los Oscar, por el agravio acumulado (Paul Newman y El color del dinero como patrón). Ésta va a ser la película por la que muchos recordarán a Leo. Que se quede ahí la cosa. No mezclemos a justos con pecadores. Si DiCaprio hace un trabajo bigger than life, tras un rodaje del que se escribirán libros de anécdotas y kilos engordados, perfecto. Pero no hace falta darle el Oscar a la mejor película a El renacido para sacar lustre al trabajo de Di Caprio. No en su nombre.

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