Por favor, dejad de comparar Jason Bourne con James Bond

Llega a los cines la última película de Jason Bourne y revistas de cine, diarios y todo Internet se llena de titulares comparando a los dos espías.
Por favor, dejad de comparar Jason Bourne con James Bond
Por favor, dejad de comparar Jason Bourne con James Bond
Por favor, dejad de comparar Jason Bourne con James Bond

¿Quién mola más, Jason Bourne o James Bond? La respuesta es casi unánime, Jason Bourne es mejor. Sin embargo, es una pregunta totalmente injusta. Jason Bourne no es lo mismo que James Bond, no conviven en el mismo universo, no tienen el mismo origen y no fueron creados en las mismas circunstancias ni con las mismas aspiraciones. En el universo de la ficción solo comparten género, el de espías. Además, ¡qué manía de compararlo todo, todo el tiempo! En CINEMANIA hemos decidido impugnar esta comparación defendiendo al devaluado agente 007, sin necesidad de quitarle méritos al nuevo gran héroe del siglo XXI, porque no hace falta, porque los dos molan mucho.

Vamos a empezar con las duras declaraciones de Matt Damon sobre lo maravilloso que es su personaje y lo horrible que es el de Daniel Craig (por decir el último actor en encarnarlo).

Bourne no es como Bond. Bond es un asesino que trabaja para y desde dentro del sistema. Es un hombre anclado en los años 60: un espía misógino, un insaciable devorador de mujeres, y con un barniz imperialista, por no decir fascista. Un hombre que se acuesta con todas las que se le ponen a tiro y asesina a quien se le ponga por delante si con eso cumple su servicio al estado, sin que su conciencia de resienta. Y el público desea que lo haga y que después se vaya a la otra parte del mundo, vistiendo su esmóquin blanco y bebiendo dry martinis. Nadie quiere ver llorar a James Bond. Jason Bourne, en cambio, está contra el sistema. Lo más probable es que Bond fuera uno de los que persigue a Bourne.

1 “Bourne no es como Bond”.

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¿Pero a qué Bond se refiere Damon? Porque hay muchos, no es lo mismo el Bond más icónico, rudo y sexy interpretado por Sean Connery, que el carácter cómico de Roger Moore y sus películas llenas de imposibles (de más imposibles que de costumbre), o no es lo mismo el talante y la finura de Pierce Brosnan que la rudeza y rebeldía de Daniel Craig.

2 “[…] Misógino, insaciable devorador de mujeres”.

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Sí, también lo dijo el mismísimo Daniel Craig y de hecho desde que el personaje se popularizó en el cine esta ha sido una de las críticas más voraces hacia Bond. ¿Y lo es? Sin duda lo ha sido, pero es que James Bond nació en unos primeros 60 en los que la sociedad era machista, estrictamente regulada por una gestión paternalista. James Bond contra el Dr. No fue la primera película del personaje y Ursula Andress inventó con esa escena saliendo de la playa el mito de la chica Bond. Y sí, esa escena cosifica a las mujeres, Andress es solo el interés romántico (y muy sexy) del héroe. Hoy, afortunadamente, despreciamos esa forma de colocar el rol femenino en una película.  Sin embargo, entonces fue la revolución de lo sexy, de la elegancia, de la belleza. Criticarlo desde nuestro aventajado y moderno punto de vista no tiene mérito, porque es obvio. Lo malo sería que las películas de James Bond, hoy o en la última década, siguieran utilizando a las mujeres como objetos, afortunadamente no es así.

Hay mujeres de todo tipo en las películas de Bond, las hay que le ayudan, las hay que atentan con su vida, las hay inteligentes, las hay torpes, las hay que se enamoran, las hay que le engañan, que le son leales y también infieles, y sobre todo en el último James Bond ellas tienen un papel más relevante que nunca, son más fuertes que nunca y digamos que por fin ponen al espía en su sitio.

Dejando claro que el machismo no es cosa de todos los James Bond, hay una cosa que sí que es común. Bond no es monógamo, ni puede serlo nunca. Destruiría el mito y la cultura pop perdería un icono ¿Pero qué hay de malo en acostarse con muchas o muchos? La poligamia es igual de sana y respetable. Y de hecho, Sam Mendes intentó convertirle en un hombre de un solo amor durante sus películas. Ella era Eva Green, una de las chicas Bond más complejas de la saga… pero no terminó de funcionar.

Y 3 “Imperialista, fascista […] Asesina a quien a quien se le ponga delante. Cumple su servicio al estado”.

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Sí, James Bond, es patriota, ¿quién sabe si hubiera votado por el brexit? Sin embargo, en lo que a su profesión respeta no es un asesino fascista, en algunas películas cuestiona la autoridad del gobierno de su país, de hecho James Bond se caracteriza por su fidelidad, pero no a un país, más bien a una persona… a M. Y reconociendo la gran influencia de Jason Bourne en las películas de Sam Mendes, Bond desafía en varias ocasiones a su gobierno, se independiza completamente e incluso se convierte en un fugitivo.

Y sí, mata a todo el que se le pone a tiro, igual, por otra parte, que Jason Bourne en la trilogía original. Pero mata a los malos, no como los superhéroes de Marvel o DC que se cargan ciudades enteras repletas de inocentes y nadie se queja. Que Bourne tenga una pretensión realista no significa que Bond deba renunciar a su carácter pop.  El lenguaje y la propuesta de ambos espías son radicalmente distintos.

DOS HÉROES, DOS ESENCIAS

El periodista Pedro Vallín da con la clave diferenciando las dos naturalezas de los dos espías.

James Bond es Dionisiaco

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De Dionisos, dios del placer sensual en la mitología griega. Dios de la vendimia, inspirador de la locura y el éxtasis. En la naturaleza de James Bond, en su esencia como personaje de ficción lo fundamental es el lujo, las chicas, la bebida (Martini y ahora cerveza), también los relojes bien caros y los coches de lujo, lugares paradisiacos y hoteles de ensueño. Paisajes sacados de Nathional Geographic, barcos, aviones privados, primera clase, gente guapa, cuerpos esculturales y libertad, sobre todo libertad para ir y hacer lo que quiera.

Para Vallín “no es un producto de la guerra fría sino, en cierto sentido, un arma de la guerra fría: occidente como el paraíso de la prosperidad capitalista y de la libertad hedonista”.

James Bond, hasta que llegó Mendes con su 007 impregnado del estilo de Christopher Nolan, era un entretenimiento naif que ni siquiera perseguía la acción frenética de Bourne,  solo pretendía ser el cuento del bueno contra el villano que quiere destruir el mundo.

Bond nunca debe plantearse su lugar en el mundo, su posición en el gobierno o sus acciones porque perdería su esencia y dejaría de ser Bond para convertirse en Bourne.

Jason Bourne es Kafkiano

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Jason Bourne ni siquiera cumple misiones, es un tipo que se busca así mismo. Un antihéroe que tiene bastante más que ver con el retrato kafkiano del sistema. Jason Bourne coexiste con K., el protagonista de El castillo de Franz Kafka, sin tener, por supuesto, una ambición tan profunda y compleja sobre el mundo. Sencillamente, como en la obra del escritor autrohúngaro, Bourne trata sobre la alienación de un estado y de su sociedad, de la burocracia y de una organización, en este caso la de los servicios de inteligencias americanos.

El problema no es el enemigo de la CIA, sino la CIA en sí misma. Nosotros como parte del sistema somos el enemigo. Y de eso trata de deshacerse Jason Bourne durante toda la trilogía original. La última de Jason Bourne con una sinopsis que se podría resumir en una línea ahonda algo más en el presente, en los castillos de cristal que el gobierno había construido para protegerse pero que ahora resultan tan quebradizos debido a la llegada de Anonymous.

En definitiva, estamos ante dos personajes de ficción que juegan en universos tan distintos que es injusto llevarlos a un mismo panorama para compararlos. James Bond seguirá existiendo, con otras caras, quién sabe si la de Tom Hiddleston o la de Idris Elba, y Bourne debería durar todo lo que quiera Matt Damon. Y ambos pueden convivir en la taquilla sin anularse y ofreciendo los mismos ratos gozosos a su público.

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