Muere Agnès Varda, matriarca del cine de autor

La directora belga Agnès Varda, una de las miradas femeninas más influyentes de la historia del cine, ha muerto a los 90 años víctima de un cáncer. Deja tras de sí una prolífica y libérrima carrera de 54 títulos, entre películas y cortometrajes.

Nacida en Bruselas en 1928, Varda debutó en 1955 con La Pointe-Courte, una película rodada de forma casi amateur sobre el pueblo en el que residía. Tras los aplausos recibidos por ese filme, Varda emprendió una carrera infatigable llena de obras maestras que la consagraron como una de las pocas directoras significativas de la Nouvelle Vague: largometrajes de ficción como Cléo de 5 a 7 (1962, nominada a la Palma de Oro en Cannes), Las criaturas (1966) o Una canta, otra no (1977) se alternaban con documentales como Loin du Vietnam (1967) y Réponse de femmes: notre corps, notre sexe (1975) en los que la cineasta daba testimonio de su militancia feminista y de izquierdas sin caer nunca en el sermón o lo programático.

Unida en un matrimonio turbulento, pero feliz, al también director Jacques Demy (fallecido a causa del sida en 1990), Varda se convirtió con el tiempo en protagonista de sus propias películas, como prueban Los espigadores y la espigadora (2000) o el trabajo autobiográfico Las playas de Agnès (2008). Haciendo equilibrios entre el rigor artístico y el espíritu lúdico de quien disfruta sinceramente con lo que hace, Varda logró una proeza casi inaudita convirtiéndose en la directora de más edad nominada al Oscar con el documental Caras y lugares (2017, junto al artista JR), algo que le permitió alternar socarronamente con la élite de Hollywood. Como última prueba de su espíritu infatigable queda Varda per Agnès, su última película, presentada en el Festival de Berlín 2019. 

Adiós, Agnès: te echaremos de menos.