Los otros 'Dr. Strange': más extraños, imposible

¿Pensabas que el Hechicero Supremo llega por primera vez a la pantalla? Craso error: en los 70 y los 90, Stephen Extraño tuvo dos filmes de rigurosa serie B.
Los otros 'Dr. Strange': más extraños, imposible
Los otros 'Dr. Strange': más extraños, imposible
Los otros 'Dr. Strange': más extraños, imposible

Esas alucinaciones cósmicas dignas de un Steve Ditko, ese collejón astral que Tilda Swinton le arrea al protagonista, las fachas de Chiwetel Ejiofor Mads Mikkelsen... y, claro está, ese Benedict Cumberbatch que sólo al final se nos muestra con los ropajes de hechicero supremo: el tráiler de Dr. Strange no nos cuenta demasiado sobre la película en sí, pero nos pone los dientes largos en espera de su estreno el 28 de octubre. Porque, si bien traducir a imágenes en movimiento a un personaje tan cósmico y místico debe ser complicado, también es cierto que Stephen Extraño nació con los rasgos de Vincent Price, con lo que su destino cinéfilo estaba cantado. Y también que, tras dirigir Sinister (y no digamos aquella Ultimátum a la Tierra con Keanu Reeves...), Scott Derrickson sabe cuatro cosas de horrores innombrables.

Ahora bien: si de horrores hablamos, nada mejor que recordar dos entidades conocidas sólo por los brujos más encallecidos del fandom, y cuya entidad manifiestamente chunga le daría pesadillas hasta al terrible Dormammu en su Dimensión Oscura. ¿De qué blasfemias hablamos? Pues de las dos adaptaciones que ya ha tenido al personaje. Mira con nosotros en el Ojo de Agamotto, aprendiz, pero no digas que no te avisamos...

Retrocedamos en el tiempo hasta 1978. Un pasado lejano, lleno de pantalones de campana y peinados lesivos para la capa de ozono. Y en el que (en espera de que el Superman de Richard Donner y Christopher Reeve se estrene ese mismo año) lo más parecido a una adaptación lujosa de un superhéroe es la serie de Wonder Woman (La Mujer Maravilla) con Lynda Carter. Ya que la coyuntura televisiva parece favorable, el espabilado de Stan Lee llega a un acuerdo con la emisora CBS, merced al cual tres personajes emblemáticos de Marvel saltarán a la pequeña pantalla. A resultas de dicho trato aparecerá una serie que sigue siendo de culto (La Masa, versión de Hulk con el culturista Lou Ferrigno), otra muy fallida, pero entrañable (Spiderman) y dos telefilmes del Capitán América que hacen daño a la vista. Y, también, la primera excursión audiovisual del Doctor Extraño, en forma de episodio piloto.

Según leemos en Screen Crush, nadie creyó demasiado en el Doctor Extraño de 1978. Su director, Philip DeGuere, era un novato con poco currículum, y (según propia confesión) no tenía ni idea de qué hacer con un personaje así. Peter Hooten, el actor principal, sí podía lucir ciertos galones, ganados todos ellos en el mundo de la serie B: sin ir más lejos, un año antes de rodar Doctor Extraño había tenido un papel secundario en Orca: La ballena asesina, una exploitation de Tiburón protagonizada por Klaus Kinski Richard Harris. Y, en el mismo 1978, se le pudo ver en Aquel maldito tren blindado, filme de Sergio Corbucci cuyo título en inglés (The Inglorious Bastards) tal vez te suene de algo. 

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Si bien, como hemos visto, Peter Hooten no estaba en la lista A de Hollywood, sí que poseía ciertas virtudes muy de su época: un bigotón digno de Will Ferrell en El reportero, un pelazo contra el que podrían rebotar los hechizos del Barón Mordo y prestancia para lucir más oros que un cani en un bautizo. Virtudes todas ellas desaprovechadas, porque, salvo unos pocos duelos mágicos con Morgana le Fay (la hermanastra del Rey Arturo, trasplantada al Universo Marvel desde 1955), este Stephen Extraño pasa más tiempo atendiendo a sus pacientes (y no como cirujano, sino como psiquiatra) que invocando a Hoggoth y los inmortales Vishanti.

De hecho, según da a entender Philip DeGuere, a CBS le interesaba tan poco el personaje de Marvel que trató de convertir el show en un culebrón médico al estilo de Marcus Welby Hospital general, pero con poderes paranormales. Huelga decir lo bien que salió aquello: el piloto de Doctor Extraño tuvo unos datos de audiencia irrisorios, y jamás llegó a cuajar en serie. Cosa que, según Stan Lee, no se debió a su calidad: "La emitieron a la misma hora que Raíces", se quejaba el patriarca de Marvel, achacándole al pobre Kunta Kinte (LeVar Burton) el batacazo de un proyecto que bien podría haber regurgitado el primigenio Shuma Gorath tras un empacho de gallinejas. No obstante, ahora debemos abandonarlo y avanzar hasta el siguiente producto de nuestro informe. Un producto cuyo título, para colmo, no es Doctor Extraño, sino... Doctor Mordrid.

Volvamos a desplazarnos en la corriente temporal: estamos en 1992. El Muro de Berlín lleva ya un año hecho escombros, Chimo Bayo lo peta con su Así me gusta a mí y millones de adolescentes en todo el mundo se debaten entre los efluvios coloristas de Sensación de vivir y la depresión cool cantada por Nirvana. Ah, y el mundo rebosa de videoclubes, en cuyos anaqueles nunca faltan subproductos gracias a múltiples productoras de baratillo. Uno de estos estudios es Full Moon, la empresa fundada por Charles y Albert Band. Hablamos de un dúo de padre e hijo, acostumbrado a los presupuestos ínfimos, y capaz de facturar clásicos del sábado tarde como Re-Animator, Ghoulies (y sus secuelas) o Robot Jox. Por vete a saber qué tejemanejes, y a qué precio, los Band han conseguido hacerse con los derechos de Stephen Extraño. Y, lejos de escarmentar en cabeza ajena, su plan es poner al hechicero como protagonista de una serie, cuyo episodio piloto dirigirá papá Charles. ¿El problema? Que la opción de los Band sobre el personaje ha expirado justo antes del rodaje.

Otros productores se hubieran echado atrás. O, al menos, hubieran intentado renegociar el acuerdo con Marvel. Pero los Band no eran de esos: cuando uno tiene en su filmografía una película como Las mujeres caníbales de la selva del aguacate, es que está dispuesto a todo. Además, el equipo técnico y artístico del que disponían no era como para tirarlo a la basura. Los efectos especiales corrían a cargo de David Allen, maestro del stop motion que había trabajado en Aullidos, El ansia, Cazafantasmas II Willow, entre otros títulos famosos. Y, para encarnar al mago protagonista, el filme disponía de Jeffrey Combs. Es decir, del protagonista de Re-Animator, con su inimitable capacidad para desorbitar los ojos y manejar liquidillos fosforescentes.

Es fácil desacreditar a Doctor Mordrid. Se trata de un producto directo a VHS, su producción resultó accidentada, su presupuesto tan ínfimo como cabe suponer y su guión (cocinado por Albert Band a partir de un proyecto anterior titulado Doctor Mortalis) rebosa con los clichés habituales. Sin embargo, como avisa el blog FangoFan, a la película se le nota el mimo de sus responsables: Jefrrey Combs está en su salsa (si bien su personaje está menos loco que de costumbre), la familia Band (incluyendo a Richard Band, el músico del clan) se emplea a fondo en sus apartados respectivos y la animación stop motion de David Allen tiene momentos deliciosos, como la lucha entre los esqueletos animados de un mamut y un tiranosaurio. De hecho, la película fue editada en Blu-ray el año pasado.

Así pues, tenemos un capitulillo televisivo producto (una vez más) de la racanería de Stan Lee y su cortedad de miras. Y, más adelante, uno de esos proyectos con mucho esfuerzo y mucha jeta, pero muy poco dinero, que debió procurar momentos de regocijo frente a la TV familiar antes de caer en el olvido. Como diría el propio Stephen Extraño, todo es relativo... y, seguramente, la distancia que separa a estas dos encarnaciones suyas de las películas de Marvel (en concepto, ojo, no en resultados) no sea tanta. Habrá que ver si, con sus millones y su marketing arrollador, esta nueva Dr. Strange sigue despertando la curiosidad del público dentro de dos décadas, o de cuatro.

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