Los mejores festivales de cine del mundo no estrenan películas

Los festivales de cine silente y restaurado celebran los 30 años de Il Cinema Ritrovato, en Bolonia, punta de lanza de un circuito que cuenta cada vez con más citas y seguidores.
Los mejores festivales de cine del mundo no estrenan películas
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Los mejores festivales de cine del mundo no estrenan películas

Il Cinema Ritrovato, el festival de cine silente y restaurado que cada año toma la Piazza Maggiore de Bolonia, entre otros escenarios de la capital de la Emilia Romana, cumple el 25 de junio tres décadas en activo poniendo en escena la historia del cine. La concurrida plaza boloñesa será tomada la noche del próximo sábado por Charles Chaplin y Tiempos modernos (1936), en un pase musicalizado por la orquesta del Teatro Comunale de Bolonia que inaugurará uno de los festivales de cine mudo más prestigiosos y más populares de un circuito que poco a poco, año a año, ha ido estableciéndose como imprescindible en la agenda de los cinéfilos que huyen del excesivo ruido del cine del presente.

En Il Cinema Ritrovato no sólo pueden encontrar un remanso de paz en salas de cine que proyectan clásicos monocromos restaurados para la ocasión o programas enteros a formatos hoy ya obsoletos, sino también un nutrido programa que a la vez se ha convertido en punto de encuentro de expertos mientras acerca al gran público la fascinación por la imagen en movimiento y el celuloide que sintieron nuestros abuelos.

Durante ocho días y a lo largo de más de 400 películas de cuatro continentes distribuidas en 20 programas en cinco sedes, el festival boloñés intentará en su 30 aniversario demostrar que hoy más que nunca el circuito de cine clásico es más que atractivo. Para ello, cuenta este año en su programación con películas para todo tipo de público, desde sesiones con las últimas joyas descubiertas y restauradas del cine silente o del cine moderno –este año el programa incluye La muerte cansada (1921), de Fritz Lang; Y supo ser madre (1925), de Henry King; Las puertas de la noche (1946), de Marcel Carné; La burla del diablo (1953), de John Huston; Cuentos de la luna pálida (1953), de Kenji Mizoguchi; Muriel (1963) de Alain Resnais; Los vividores (1971); de Robert Altman; o La promesa (1996), de Luc y Jean-Pierre Dardenne, entre muchas otras– hasta secciones para los puristas: en 1896. Cinema Anno Uno se proyectarán las primeras películas realizadas por los Lumière y su equipo sólo un año después de que presentaran su cinematógrafo en el Salon indien du Grand Café de París, pequeñas piezas –Salida de ciclistas, Primeros pasos de un bebé, Entrada del cinematógrafo, Volver al inicio– y que enseñan cómo era el cine hace justo 120 años; mientras que en Cento Anni Fa: 30 film del 1916 se centran en la producción de hace un siglo de tres países – Estados Unidos, Francia y la Rusia pre-soviética–, de cuya selección destacamos la proyección de Intolerancia (1916), de D.W. Griffith en la versión restaurada en celuloide que realizó el MoMa en 1989. Pedigrí.

En Il Ritrovato hay más programas de cine silente –un homenaje a Marie Epstein, directora de cine, mujer de Jean Epstein y protagonista fiel de sus principales películas– pero también un amplio espacio para el cine clásico con programas dedicados al Estudio Universal en los primeros años del cine sonoro, a la historia del Technicolor, y sendos tributos a iconos eternos como Marlon Brando –con la proyección de sus títulos más conocidos restaurados para el evento, de Un tranvía llamado deseo (1951), de Elia Kazan, a La condesa de Hong Kong (1967), de Chaplin, o El último tango en París (1978), en una sesión presentada por Bernardo Bertolucci, y el documental Listen to Me, Marlon (2015), sobre el proceso creativo del imponente actor– o a cineastas de raza como el francés Jaques Becker (1906-1960); sin contar las sesiones en Piazza Maggiore (con Chaplin, Scorsese, Huston) o el proyecto Keaton, iniciativa de restauración del legado de Buster Keaton que este año completa un segundo tramo con las versiones restauradas de El guardaespaldas (1921), Cops (1922), El rostropálido (1922) y Siete ocasiones (1925).

Aunque Il Ritrovato, organizado por la Cineteca de Bolonia con el apoyo de numerosas instituciones, entre ellas el la Film Foundation que lidera Martin Scorsese, no es estrictamente un festival de cine silente, sí es el más popular de un circuito que gracias al esfuerzo de filmotecas y archivos nacionales, además de organismos privados, ha vuelto a poner en circulación películas que de otro modo tal vez no habrían llegado a tanto público.

El más antiguo de todos ellos es el que se celebra en la localidad italiana de Pordenone: Le Giornate del cinema muto (Pordenone Silent Film Festival) nació en 1982 y desde entonces ha recuperado clásicos como La reina Kelly (1929), de Eric Von Stroheim, La nave (1921), del poeta Gabrielle D’Annunzio, El gran desfile (1925), de King Vidor, o toda la filmografía restaurada de D.W. Griffith (proyectada a lo largo de doce ediciones, desde 1997 hasta 2008), entre muchas otras películas cuyas proyecciones suelen ir acompañadas por música en directo. Dirigida por Jay Weissberg, su 35ª edición tendrá lugar entre los próximos 1 y 8 de octubre, y dedicará su retrospectiva al director de arte William Cameron Menzies, colaborador de Raoul Walsh en filmes como Serenade (1921) o El ladrón de Bagdad (1924).

Otro festival de cine silente con solera es el San Francisco Silent Film Festival, que el año pasado cumplió sus dos décadas convertido en el certamen de cine mudo más importante de todo EE UU. Bajo la batuta de Melissa Chittick y Stephen Salmons, el festival ha ofrecido desde 1996 más de 230 programas de cine silente, desde compilaciones de cineastas como Alfred Hitchcock a volúmenes dedicados al cine silente coloreado -con maravillas visuales como las películas de Segundo de Chomón Le roi des dollars (1905) o Les tulipes (1907)–, uno de los programas más atractivos de su última edición, celebrada entre los pasados 2 y 5 de junio.

Toronto, capital cinematográfica global desde que el TIFF ganara terreno en la última década en el circuito de festivales de clase A, también cuenta con su certamen de cine mudo. El Toronto Silent Film Festival se fundó en 2010 con el objetivo de dar un nuevo aliento cada mes de abril desde entonces el trabajo de pioneras y pioneros como Mary Pickford, Von Stroheim, Dreyer, King Vidor, Laurel & Hardy…

Otros núcleos irradiadores de cine de los orígenes los encontramos en Reino Unido. Al trabajo del British Film Institute, que en cada edición del London Film Festival presenta el catálogo de restauraciones de sus archivos, en Leicester, Reino Unido, celebran el British Silent Film Festival, evento más reducido y modesto que los anteriores, centrado sobre todo en el cine británico realizado antes de 1930, pero que queda complementado por diversas iniciativas puntuales, como las proyecciones organizadas por South West Silent, en Bristol. En Francia, en la localidad pirenaica de Anères se organiza desde 1998 el Festival d'Anères, cinéma muet et piano parlant, una cita de carácter más cineclubista que, a pesar de su reducido tamaño, se ha convertido en uno de esos clásicos que vale la pena visitar. Su última edición se celebró entre los pasados 11 y 15 de mayo.

También la Cinémathèque organiza desde 2010 el festival Toute la mémoire du monde, que entre el 3 y el 7 de febrero programó una selección ecléctica y abundante desplegada en un ciclo a Paul Verhoeven, otro a Dario Argento, un tercero dedicado a los 120 años de la productora Gaumont, un cuarto centrado en la escuela sueca de cine de los orígenes, cuyos máximos adalides fueron Mauritz Stiller y Victor Sjöström, entre otras proyecciones de incunables de grandes cineastas –René Clair, Clouzot, Pierru, Oliveira– y una serie de conferencias sobre los programas del año y sobre cuestiones de restauración de filmes.

¿Y en nuestro país? En España no contamos con un festival de cine mudo al uso, pero sí con uno de cine clásico, el Retroback, en Granada, que desde 2009 ha reestrenado clásicos restaurados en 35mm como Las zapatillas rojas, de Michael Powell, obras de Georges Franju, los polars minimalistas de Jean-Pierre Melville, trabajos de Joseph L. Mankiewicz, o George Méliès y Orson Welles, protagonistas de la anterior edición, celebrada en febrero de 2016. ¿Se atreverían nuestras instituciones a poner en marcha un evento que programara tesoros del cine mudo patrio con clásicos no demasiado conocidos de la historia de nuestro cine? Seguro que los fieles del celuloide lo agradecerían.

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