Los fetichismos (y las perversiones) que inundan el cine

Las obsesiones de los directores se ven reflejadas en las películas que hacen y cuanto más perversas, más las aplaude el público… El morbo nos empuja.
Los fetichismos (y las perversiones) que inundan el cine
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Los fetichismos (y las perversiones) que inundan el cine

No todos los fetichismos están relacionados con el cuerpo humano. Aunque todos los fetichismos sí tengan que ver con una excitación del que los tiene.

Una vez asumido esto  podemos comenzar este desglose sobre las perversiones en el cine. Perversiones estéticas o morales, obsesiones por lo prohibido o por lo banal. En el cine, que es una mentira desde el comienzo de su proceso creativo, hay mucha verdad. Y esa verdad tiene que ver, precisamente, con la generosidad de esos directores que plasman todos sus fetiches en sus películas. Y lo hacen como terapia, como un modo de alterar el discurso social o como provocación.

Los fetiches sirven, además, para dotar de autenticidad una obra. Seguro que conocéis el concepto de autor. Una cosa que se inventaron un grupo de directores franceses a finales de los 50 para definir el cine de sus ídolos infravalorados por la gran industria de Hollywood. Dos de estos héroes eran Hitchcock o Howard Hawks, justamente ellos tenían un montón de fetiches que iban repartiendo en sus películas. Esto las hacía únicas.

Y el cine es el arte más vouyeur que existe así que todo fetichismo está bien visto por el espectador. Aquí van algunos de los fetiches más comunes y de los títulos más perversos.

LAS EXPLOSIONES Y MICHAEL BAY

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El cine de Michael Bay es despreciable para mucha gente por varios motivos. Uno de ellos es el trato a sus personajes femeninos, meros objetos embellecedores que sirven de adornos dramáticos y estéticos. También es terrible ver como cada vez convierte las secuencias de acción en aburridas y largas escenas donde no se distingue nada de lo que pasa.

Pero por muy horrible que pueda parecer  su cine, hay que reconocerle un estilo propio basado en la apología del militarismo, su obsesión ¿sexual? por las explosiones es tan divertida como irritante.

¡Ah! Y le encanta grabar tomas de 360º en las que aparezcan las consecuencias de la destrucción. Coches que echan humo y sus héroes levantándose del suelo todavía heridos.

MASOQUISMO EN TERCIOPELO AZUL

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El masoquismo es un fetiche muy popular y a estas alturas ya está aceptadísimo por la sociedad. Hay distintos niveles y tipos de masoquismo, y siempre van en varias direcciones. A veces es ella la que pide un grado de violencia y a veces es él el que necesita unos cuantos golpes.

En la archiconocida película 50 sombras de Grey hay cierto grado de masoquismo, bastante blanco, la verdad. Así que nos hemos querido ir a un cine mucho más retorcido, el de David Lynch. La película elegida es Terciopelo azul, con Dorothy (Isabella Rossellini) y a Frank (Dennis Hopper) manteniendo una relación masoquista en la que él disfruta más que ella.

No es la única perversión del tipo que interpreta Hopper, también le excita inhalar helio. Sin duda, Lynch sabe mejor que nadie como atraparnos. Y por supuesto, como incomodarnos.

LAS RUBIAS DE HITCHCOCK

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"Las rubias son las mejores víctimas. Son como la nieve blanca donde se ven las huellas de sangre".

La frase es de Alfred Hitchcock y alguien que pronuncia esa frase solo puede tener un serio problema con las rubias. Ellas eran una de sus obsesiones y las necesitaba en cada una de sus películas, para deleite de los espectadores y también el suyo. Grace Kelly, Kim Novak, Ingrid Bergman o Tippi Hedren pasaron por delante de su cámara y cada una de ellas tuvo una relación muy distinta con el director que, según cuentan, desahogaba sus frustraciones sexuales en el set de rodaje.

Las espiaba, las maltrataba psicológicamente, las admiraba, las quería, las odiaba y se enamoraba de todas ellas.

LOS PASILLOS QUE VAN AL BAÑO, POR STANLEY KUBRICK

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Stanley Kubrick tenía una fijación extraña por los pasillos. En todas sus películas hay escenas con pasillos, algunos  tan inverosímiles como la nave de 2001: Una odisea en el espacio

Aunque obviamente se desahogó en El resplandor, cuanto utilizó al niño y su triciclo para recorrer los innumerables pasillos de ese tétrico Hotel en el que Jack Nicholson se convertía, de la noche a la mañana, en un auténtico psicópata.

Pero hay otra cosa que le gusta a Stanley Kubrick tanto como los pasillos… Los baños. Al director le encanta llegar al clima en un baño, contar las cosas importantes en el espacio más vulgar o prescindible de una casa. Lo hace en El Resplandor y también en La Naranja Mecánica cuando Alex canta en la bañera Singing in the Rain.

UN PIE PARA LUIS BUÑUEL Y OTRO PARA TARANTINO

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En Viridiana, Luis Buñuel rodó más de setenta planos de pies. Muchos de ellos fueron eliminados, otros sencillamente no llegaron a la copia final. Pero hay que tener una obsesión importante con esta parte del cuerpo humano para dedicar tantas horas de rodaje a su culto.

La mayoría de las veces Buñuel mostraba los pies o las piernas femeninas para convertirlas en objetos de deseo. Muchas de sus películas comienzan, directamente, con escenas donde aparecen pies o piernas. Por ejemplo, en Él. Y así es como se despierta la intención erótica de la mayoría de sus personajes masculinos. En Tristana, repleta de simbolismos, ocurre algo muy distinto, las pantuflas de la protagonista, como objeto fetichista, son un sustituto metonímico de don Lope.

En el cine de Buñuel hay incluso más erotismo en las piernas, que siempre se muestran de manera velada, como un descuido o un pequeño toque que altera la visión sexual del público.

Mucho menos elegante es Quentin Tarantino.

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Un tipo obsesionado con los pies, que saca siempre en sus películas con primeros planos y sin venir a cuento gramáticamente. Al final acaba siendo un toque estético sin el que no se entendería su cine. En pocas películas faltan los planos de los pies. Tenemos los de Uma Thurman, su musa, en Pulp Fiction y Kill Bill I y II. Tenemos los de las actrices de Death Proof, los de Diane Kruger en Malditos Bastardos… Y al final su fetichismo se resume en una secuencia que ni siquiera es de una película firmada por él, Abierto hasta el amanecer.

INSECTOS Y BICHITOS, BIENVENIDOS AL MUNDO DE GUILLERMO DEL TORO

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A Guillermo del Toro le encantan los bichos. Le gusta, además, que sean tangibles, cosas hechas a mano, nada de efectos en 3D que nos priven de esa porción de realidad. Desde Hellboy hasta el Laberinto del Fauno Del Toro ha dedicado sus proyectos a construir de la nada unos cuantos personajes horribles y también fascinantes.

Si le excitan o no a este director Mexicano estas criaturas está por ver, pero está claro que les tiene algo más que cariño… Porque si no nunca hubiera dicho: “Una película tradicional en la que no aparezca una criaturilla… ¡qué perezón!”.

Y luego también tiene ese problema con los insectos. No pueden faltar en sus películas, y si no salen de forma natural ya los crea él… "Los insectos son los seres favoritos de Dios", dijo el director en una ocasión. No sabemos en qué Dios cree Guillermo del Toro pero lo que está claro es que le quiere complacer en cada uno de sus proyectos.

DAME GOLPES Y CICATRICES

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Uno de los fetichismos más extremos es el de las cicatrices o los accidentes. Hay que ser muy perverso para sentir estimulo sexual por las colisiones y sus consecuencias. Tan perverso como el protagonista de Crash, una película muy valiente que no esconde su intención erótica pero que habla de algo tan extraño y morboso como la parafilia de excitarse con accidentes de coche.

En esta película de David Cronenberg, Holly Hunter se vuelve loca cuando conoce a James Spader, un tipo que ha sobrevivido a un accidente de tráfico. La chispa sexual salta y nace el amor entre estos dos protagonistas. Un amor enfermizo, sí. Pero amor al fin y al cabo.

TIM BURTON VISTIÉNDOLOS A TODOS DE GÓTICOS

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A Tim Burton le excita la melancolía, el color negro, las ojeras, las atmósferas oscuras, las pieles pálidas, Johnny Deep, Helena Bonham Carter, el cuero…

Su estética es su firma autoral y tiene que ver con la sexualidad porque el cuero es, por antonomasia, signo y símbolo del fetiche. Sólo con contemplar a Michelle Pfeiffer como catwoman en Batman Vuelve, uno ya es consciente del grado de fetichismo de su director. Y lo del cuero también ocurre en Eduardo Manos Tijeras, en los demás títulos se conforma con plasmar un marcado estilo gótico.

También le encantan las ojeras que los propios actores como Deep traen de serie, la atmosfera oscura con la que se ha de esmerar el director de fotografía o la piel blanquita. El casting de Burton nunca toma el sol.

CUANDO LOS FETICHES NOS LLEVAN AL AMOR

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Eso pasa, al menos, en una de las películas más divertidas, interesantes y, para sorpresa de todos, blancas sobre el fetichismo. Se titula Secretary y está dirigida por Steven Shainberg. James Spader interpreta a E. Edward Grey, un abogado con Trastorno Obsesivo Compulsivo con tendencias sexuales tan variopintas como el masoquismo. Intenta llevarlo en secreto, claro, pero un día aparece en su vida una chica que trabaja de secretaria y que decide darle todos los caprichos. Maggie Gyllenhaal interpreta a la secretaria encargada de hacer volar sus deseos más perversos… ¿Y por qué lo hace?

Pues por amor, claro. Porque Secretary es, ante todo, una historia de amor. Una comedia perverso-romántica.

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