Tomando apuntes: las películas de 'Death Note'

La adaptación de Netflix está al caer… y el spin-off 'Death Note: El nuevo mundo' llega hoy a España. Momento ideal para repasar la saga de los cuadernos mortales en el cine
Tomando apuntes: las películas de 'Death Note'
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Tomando apuntes: las películas de 'Death Note'

Death Note es un fenómeno de culto mundial. Eso es bien sabido por todos. Ya sea por el manga o su incluso más exitosa adaptación al anime, la obra de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata demostró a toda una generación que existía cultura popular japonesa más allá de Dragon Ball o Pokémon. Pero eso no significa que, en Japón, el culto a este serial de libretas mortíferas, dioses de la muerte y adolescentes psicópatas sea menor. A diferencia de España, allí miman sus casos de éxito. Videojuegos, novelas, series de televisión o, incluso, un musical. Todo eso es lo que tiene en su haber Death Note. Y cómo no, también películas de imagen real.

Mucho antes de que Netflix pensara en adaptar el manga, con una serie en la que participan Willem Dafoe Natt Wolff, en Japón ya se habían puesto manos a la obra. Sin ir más lejos, este viernes 20 de abril tenemos un estreno limitado en España de Death Note: El nuevo mundouna secuela sólo para cines de la historia original, que se estrenó en Japón en 2016 y que introduce el terrorismo en una ecuación donde hay espacio para seis (sí, seis) cuadernos de la muerte.

Pero no adelantemos acontecimientos. Vayamos por partes. Y, para empezar, nada mejor que dar un poco de contexto para entender de qué estamos hablando.

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Nacido entre las páginas de Shōnen Jump, la revista por excelencia del manga para adolescentes, la publicación y posterior éxito de Death Note podría interpretarse como puramente accidental: ni su editor parecía del todo convencido ni los autores parecían saber cómo llevarla adelante tras sus primeros capítulos. No por nada, era una historia demasiado oscura y extraña. Nada parecido a lo que se suele asociar con la línea editorial del medio.

¿De qué trata Death Note? De la historia de Yagami Light, un joven apunto de entrar a la universidad que, un día, descubre por casualidad un cuaderno negro que perteneció a un shinigami, un dios de la muerte, llamado Ryuk. Con él descubre que puede matar a cualquier persona del que conozca su rostro y su nombre. De ese modo decide convertirse en un dios que ajusticie a todas las personas malvadas del mundo. En otras palabras, nada parecido al típico héroe de buen corazón de la revista: frente a Light, un Naruto o un Luffie no durarían ni dos telediarios.

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Pero eso no fue un demérito. Más al contrario, parece que las batallas psicológicas entre Kira (el nombre 'artístico' de Light) y L (un famoso detective cuyo rostro no ha visto nadie, al que interpretará Lakeith Stanfield en el show) rellenaron un nicho que la revista no había sabido llenar. De ahí su popularidad casi inmediata. De ahí también que, en el 2015, el manga ya acumulara la nada desdeñable cifra de treinta millones de ejemplares vendidos. Y eso, sólo en Japón.

¿Qué hizo falta para que el manga pasara al formato animado? Que hubiera suficiente material que adaptar. Así, poco antes de cumplir tres años, en octubre del 2006, la adaptación vio la luz. Y dado que su director, Tetsuro Araki, afirmó que quería centrarse en lo que hacía al manga interesante y no sólo en los conceptos morales subyacentes a la obra, resulta poco sorprendente que el anime sea una versión todavía más estilizada del original. Un estilo más juvenil. Más molón. Más cargado de acción, tensión y con la música realzando el suspense.

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Eso también tuvo sus contrapartidas. Dado el escaso material publicado hasta la fecha, los autores del anime tuvieron que estirar cada capítulo todo cuanto pudieron. Y, si bien no llegaron al relleno, la serie sí adolece de ciertos problemas de ritmo. Algo que además se puede apreciar en otras obras de su director, como la adaptación al anime de Ataque a los Titanes. En cualquier caso, el anime fue el toque de queda definitivo para llamar la atención del mundo entero. Para demostrar que Death Note tenía algo especial.

Desde entonces, desde poco después del final de la serie en 2007, se vino hablando de una posible adaptación en EE UU. Y ahora, como sabemos, Netflix y el director Adam Wingard se ocuparán de la tarea. ¿Pero es eso realmente necesario? En Japón ya existen versiones en imagen real del manga. Algunas, anteriores a la serie. Y si bien poco conocidas en occidente, merecen ser evaluadas por sí mismas para comprender cómo puede, o debe, ser llevada al cine una saga tan fuertemente afincada en el imaginario del manganime.

Los filmes de acción real

Tal vez lo más curioso de las cuatro películas de Death Note es que no son entes separados. No nos cuentan una y otra vez la misma historia. Dos de ellas son la recapitulación de toda la historia del manga. Otra es un spin-off que transcurre en los días inmediatamente posteriores al final de la historia de las viñetas. Y la última, que se estrena en cines españoles este jueves en sesión única, transcurre diez años después de las originales. En suma, no sólo no estamos hablando meramente de una adaptación, estamos hablando de un universo fílmico por sí mismo.

Para Death Note Death Note: El último nombre (ambas estrenadas en 2006), contaron con Shūsuke Kaneko. Prolífico autor que, si bien no es demasiado conocido en occidente, tiene el honor de haber dirigido varias películas de la tortuga gigante Gamerah y la nada desdeñable Giant Monsters All-Out Attack. Pero, sin monstruos gigantes de por medio, en su adaptación no termina de coger el tono exacto de la obra. O para ser exactos, lo coge demasiado bien.

Siguiendo de cerca la estética del anime, pero rebajando su intensidad y agilizando su ritmo expositivo, el problema esencial de la adaptación de Kaneko es que está demasiado apegada a la obra original. En ocasiones, hasta el punto de parecer una copia en imagen real del anime.

Esto, que no es de por sí malo, acaba resultando chocante cuando se molesta en intentar poner algo de sí mismo en la película. Cuando recuerda que animación e imagen real se rigen por leyes sutilmente diferentes. No por nada, en sus mejores momentos, la adaptación de Kaneko resulta un thriller tenso e inteligente. Con detalles que, en cuatro pinceladas, nos hacen entender la delicada dimensión ético-moral de los actos de sus personajes.

Ahí, cuando se aleja de la fuente, es cuando destaca con luz propia. Cuando consigue mostrarnos todo el horror, la fascinación y el temor que genera la aparición de lo que, para el común de los mortales, es un dios capaz de matar a cuantas personas desee.

También es por eso que Death Note: El último nombre, funciona mejor. Con un final similar al del manga, pero cortando toda aparición de los sucesores de L, es un enorme gambito donde Light y L confrontan ingenios en una lucha con un sorprendente giro final incluso para los fans acérrimos de la saga. Eso no quita para que todavía tenga aquí y allá pinceladas indeseadas. Demasiado apego por escenas o planes tan innecesariamente complejos, o con una traducción tan poco agraciada en imagen real, que acaba por deslucir un poco el conjunto... pero sólo un poco.

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Acostumbrados a adaptaciones aborrecibles, la de Shūsuke Kaneko es, al mismo tiempo, respetuosa con el espíritu de la obra original y valiosa por sí misma. Bien es cierto que hay margen para la mejora. Pero así y con todo, es un interesante ejercicio que, además, arregla algunas de las principales quejas de la mayoría de fans y detractores. En suma, el mejor punto de entrada al universo Death Note junto con el manga.

Eso implicó también que fuera un éxito de taquilla. Y siendo así, no es extraño que quisieran seguir explotando la marca. El problema es que con toda la historia cerrada con las dos películas, cómo continuar resultaba problemático. Al menos sin recurrir al consabido relato de los orígenes. Algo que evitaron aprovechando que, al final de la segunda, había un pequeño tiempo muerto en el que el detective bien podría vivir una última aventura.

Y de ahí surgió, dos años después, L: Change the World.Con Hideo Nakata (The Ring) en la dirección y Kenichi Matsuyama repitiendo en el papel de L, este spin-off es una rareza en la franquicia. O si se prefiere, la menos Death Note de las películas.

Sin papel alguno de los cuadernos, más allá de servir para poner fecha límite a la acción, y con una única aparición de Ryuk, consistente en hacer de aparición faustica con alguien que ya ha demostrado que no tiene ningún interés en el poder personal más allá de comer dulces y resolver casos, L: Change the World es un thriller sobre terrorismo internacional donde el principal interés recae en conocer más sobre L. Sobre su pasado. En cómo ha conseguido alcanzar esa posición prominente a nivel mundial. Y también darle el digno final que se merece y hasta entonces le habían escamoteado.Y si bien con esas tres entregas ya quedaba todo atado y bien atado, todavía quedaría una cuarta película.

Tomando apuntes: las películas de 'Death Note'

Death Note: El nuevo mundo, el filme que se estrena hoy en España, transcurre 10 años después de la película original cuando el rey de los shinigami, fascinado por Yagami Light, decide arrojar seis libretas negras a la tierra. Dirigida por Shinsuke Sato, director también de la excelente adaptación de I Am a Hero, es también la primera película de Death Note que, a pesar de estar inspirada en la obra original, ni se basa en sus personajes ni está supervisada por Ohba y Obata. Algo que no le ha impedido tener una más que notable recepción por parte del público.

Tras ese repaso por las películas japonesas cabe preguntarse, ¿qué podría aportarnos el remake americano que no hayamos visto ya? Seguramente nada. Como nos demostró Rupert Sanders con Ghost in the Shell: El alma de la máquina, el acercamiento literal no funciona. E intentar rebajar el tono, menos todavía. Si además contamos con lo que parecen cambios radicales en la caracterización de los personajes, no cabe sino esperar el desastre. Pero... ¿y si no fuera así?

¿Necesitamos más 'Death Note'?

Como nos han demostrado sus diferentes adaptaciones, Death Note es una obra universal. Abierta a reinterpretaciones y cambios de escenario. Tal vez no en lo particular, como en el caso de los shinigami y la mitología japonesa, pero sí en su fondo. En las grandes preguntas que contiene. Cuál es el sentido de la justicia. Si alguien tiene derecho a decidir sobre la vida de otro ser humano. Cuál es el orden moral de la idea de dios. Conceptos difíciles que, si se traducen bien en pantalla, pueden dar un buen resultado.

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El problema es que resulta dudoso que eso ocurra. Wingard, hasta el momento, ha demostrado ser un director más apegado al impacto visual que al delicado ejercicio narrativo o la reflexión sesuda. Y el resto de antecedentes de adaptaciones occidentales de obras japonesas tampoco permiten ser optimistas.

Pero incluso si sale mal, todavía nos quedará el manga. Y el anime. Incluso las películas japonesas. Porque una adaptación, por infame que sea, no anula la potencia de la obra original. Y si algo es innegable, es que Death Note sigue siendo hoy tan relevante como el día en que comenzó a publicarse.

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