Keir Dullea: "Seguro que '2001' les gustaría a los alienígenas"

El protagonista de '2001: Una odisea del espacio' presta su voz a Kubrick en '2001 destellos en la oscuridad', el documental que recrea la entrevista más mítica del director.
Keir Dullea: "Seguro que '2001' les gustaría a los alienígenas"
Keir Dullea: "Seguro que '2001' les gustaría a los alienígenas"
Keir Dullea: "Seguro que '2001' les gustaría a los alienígenas"

Hace 50 años (¡cómo pasa el tiempo!), Keir Dullea protagonizó la película de ciencia-ficción más aclamada de la historia. Y, de rebote, tuvo la ocasión de trabajar con un mito del cine. Ahora, a sus 81 años, el actor sigue refiriéndose a esas experiencias como "la cumbre de mi vida", y ha tenido ocasión de celebrarlas participando en 2001 destellos en la oscuridad, un documental que el canal TCM estrenará el 12 de mayo y en el que Dullea se convierte en nada menos que Stanley Kubrick. Es decir, que presta su voz al cineasta en una reconstrucción digital de la célebre entrevista que este concedió a Playboy en 1968, hablando de 2001: Una odisea del espacio y de sus implicaciones cósmicas.

"Cuando conocí a Stanley tuve la sensación de estar en presencia de un genio, y ahora, al recrear la entrevista, me he dado cuenta de que olvidé con los años lo brillante que era", señala Dullea. Quien, por otra parte, admite que interpretar al cineasta del Bronx era un pequeño desafío: "No fue difícil porque quisiera sonar exactamente como él, sino porque quería hacerlo tan conversacional como fuese posible: Stanley siempre sonaba como si estuviera leyendo un texto en voz alta, y yo quería hacerlo más vivaz".

Teniendo a Dullea al habla, es inevitable ceder al morbo y preguntarle cuánto de verdad hay en la reputación de Kubrick como un maniático perfeccionista. El actor está de acuerdo en lo que toca al perfeccionismo, recordando una anécdota muy significativa: "El primer día de rodaje en el plató de la Discovery fue mejor que ir a Disneylandia: ver todo aquello era impresionante, te hacía sentir como un verdadero astronauta. Pero resultó que a Stanley no le gustaban mis zapatos, así que decidió suspender el rodaje hasta que en vestuario me encontrasen unos más de su gusto". 

Ahora bien: Dullea insiste en que esa atención al detalle no convertía al director en un ogro. "Siempre estaba dispuesto a escuchar sugerencias, lo cual no quiere decir que fuera a aceptarlas, pero nunca te hacía sentir mal por haberle contado tus ideas". Aun así, el actor tiene un matiz que añadir a esto: "No estoy seguro de que se lo hubiera tomado tan bien si yo hubiera trabajado en otro ámbito de la película. Si hubiera sido un diseñador de vestuario o de producción, por ejemplo, a lo mejor su reacción hubiese sido distinta". 

Como era habitual en él, Kubrick no volvió a trabajar con Keir Dullea después de 2001. Pero el actor no se arrepiente ni mucho menos de haber trabajado en la película. Para empezar, mantiene una buena amistad con Gary Lockwood, su compañero de viaje hacia Júpiter ("Hacemos muchas entrevistas y sesiones de autógrafos juntos; este año, además, nos vamos a ver muy a menudo en las celebraciones del 50 aniversario"). Para seguir, una invitación de Kubrick a cenar le dio ocasión de conocer al coguionista Arthur C. Clarke, un escritor del que había sido muy fan en su adolescencia ("Recuerdo haber hablado con él acerca de la posibilidad de vida en otros planetas: él decía que, por mínimas que fuesen las probabilidades, era inevitable que la hubiera"). 

Y, para terminar, haber trabajado en 2001 permitió a Dullea ver los primeros pasos de Neil Armstrong por la Luna de una forma un tanto distinta al resto del público. "Cuando vi las primeras imágenes en TV sólo podía pensar en lo genial que era Kubrick: él había imaginado cómo sería una expedición a la Luna de una forma tan convincente que, incluso ahora, hay gente que piensa que todo fue un montaje dirigido por Stanley". "Lo cual es falso, claro", añade. ¿Nos lo creemos?

Como todo espectador de 2001, Keir Dullea tiene su propia teoría acerca de lo que ocurre con su personaje al final de la historia. "Los alienígenas pueden leer los recuerdos de mi personaje, así que lo encierran como un animal en un zoo: en un entorno artificial construido para que se sienta a gusto, como la jaula de un oso polar". Dejando aparte cosas como el destino cósmico de nuestra especie, la evolución hacia formas de vida superiores y los viajes hasta más allá del Infinito, el actor está seguro de algo: un espectador de otros planetas se lo pasaría muy bien viendo 2001. "Sería una buena película para ver junto a un extraterrestre: seguramente se sentiría identificado". 

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