[IFFR 2019 #3] 'Largo viaje hacia la noche' y 'I diari di Angela': cine de búsqueda

Bi Gan aumenta el desafío formal de su debut con un plano secuencia 3D mientras Yervant Gianikian recuerda con ternura a la fallecida Angela Ricci Lucchi a través de sus diarios.
[IFFR 2019 #3] 'Largo viaje hacia la noche' y 'I diari di Angela': cine de búsqueda
[IFFR 2019 #3] 'Largo viaje hacia la noche' y 'I diari di Angela': cine de búsqueda
[IFFR 2019 #3] 'Largo viaje hacia la noche' y 'I diari di Angela': cine de búsqueda

[En la edición de 2019 del Festival Internacional de Cine de Rotterdam que se celebró del 23 de enero al 3 de febrero tuvimos la oportunidad de disfrutar de muchas citas cinematográficas estimulantes entre proyecciones, masterclasses, coloquios y encuentros. A partir de su caudalosa programación hemos armado tres programas dobles para reflexionar sobre la paternidad, la maternidad y la búsqueda].La búsqueda incesante de un objeto, una persona o incluso un estado de ánimo sigue siendo uno de los puntos de partida más fértiles tanto para películas de ficción como documentales; a fin de cuentas, la búsqueda también es el arranque de cualquier investigación, interés intelectual o afectivo. Dos películas tan distintas como Largo viaje hacia la noche y I diari di Angela pueden enmarcarse dentro del motivo conocido como cherchez la femme desde los tiempos de Dumas. Un impulso muy prolífico en los relatos de novela negra, que aquí se aborda desde dos posturas muy distintas.

Largo viaje hacia la noche es la que sigue un esquema más cercano a los códigos del género negro ya desde sus primeros compases. Una mano femenina agarra un micro de karaoke bajo el manto lumínico caleidoscópico de una bola de luces mientras la cámara se mueve hacia arriba y, cambiando de escena (espacio y tiempo) sin evidenciar corte alguno, nos lleva a la cama de una habitación de hotel donde una pareja se prepara para despedirse. Este breve destello formal por parte de Bi Gan, quien ya cautivó con las viguerías formales y narrativas de su debut Kaili Blues (2015), es un anticipo de lo lejos que llevará en esta ocasión el cineasta chino su habilidad para construir un espacio cinematográfico propio donde conviven superpuestos los tiempos de la experiencia y la memoria.

https://www.youtube.com/embed/w4BypRPAxHoEl protagonista de Largo viaje hacia la noche busca a una mujer de su pasado, lo que le lleva a la provincia de Guizhou y a cuestionar sus propios recuerdos. Esa primera parte de la película ya resulta fascinante de por sí, con su evocación de la plástica melodramática de Wong Kar-wai, los ambientes criminales de subsistencia del primer Jia Zhangke o los travellings flotantes de Tarkovski. Pero es en la segunda mitad, cuando el protagonista perdido en su búsqueda infructuosa decide hacer tiempo dentro de un cine, cuando la narración estalla de forma esteroscópica.

Desde la artesanía godardiana de Adiós al lenguaje (2014) ninguna película ha hecho un uso más pensado y justificado de la imagen 3D que Viaje al fin de la noche, incorporándola de lleno en la narrativa hasta convertirla en un elemento fílmico indispensable para entender por completo el alcance estético de la obra.

Cuando el protagonista del filme se pone las gafas 3D para ver su película, los espectadores de Largo viaje hacia la noche también deben hacer lo mismo. Es entonces cuando Bi Gan hace aparecer el título del filme en todo sus esplendor y la narración se reactiva. Casi como si de otra película se tratara, ahora estamos dentro de la mente del personaje, dormido en su sala de cine, quizás soñando con un final para su pesquisa mucho más satisfactorio que el real. En esta película-sueño no existen los cortes de plano, todo se desarrolla en un virtuoso plano secuencia que, como corriente de pensamientos, va pasando por distintos puntos y lugares sin atender a las leyes de la física ni la progresión cronológica.

En I diari di Angela, es Yervant Gianikian quien muestra su propio caudal de rememoración de Angela Ricci Lucchi, quien durante cinco décadas fuera su compañera de vida y fiel colaboradora hasta su muerte en 2018. La pareja de cineastas cuenta con una de las carreras artísticas más rigurosas del siglo XX. Con obras como Prigionieri della guerra (1995), Su tutte le vette è pace (1999) o Oh! Uomo (2004) y un dispositivo cinematográfico propio para revisar imágenes de archivo, la cámara analítica, han criticado las prácticas colonialistas, la explotación de los cuerpos y la barbarie de la guerra mientras viajaban por el mundo explorando regiones en conflicto y presentando sus trabajos.

En su última y conmovedora película, Gianikian lee en voz alta y pasa las páginas de los diarios donde Ricci Lucchi consignaba sus viajes y experiencias del día a día. Cada fragmento se alterna con imágenes de vídeos domésticos de la pareja y metraje inédito de sus proyectos, como sus viajes a Armenia a finales de los 80, a Moscú tras el colapso de la Unión Soviética o a Sarajevo en 1996, con la guerra de los Balcanes recién terminada y la tensión aún humeante; un acercamiento a la nueva frontera entre Bosnia y Croacia resulta especialmente escalofriante.

También hay abundantes estampas caseras, de la vida cotidiana de la pareja, con Angela cuidando su huerto, haciendo pasta, pintando acuarelas o imbuida en el proceso creativo del largo rollo pintado que resume los viajes y encuentros de su proyecto ruso, Journey to Russia (1989-2017), instalación exhibida en el Festival de Rotterdam el año pasado. Se trata de un material precioso, abarcando varias acepciones de la palabra, que permite conocer más de cerca la obra una cineasta sensible, rigurosa y excepcional mientras se siente el privilegio de compartir destellos de intimidad con ella y su afligido compañero en recuerdo de la persona amada. El más bello de los homenajes.

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