¿Hollywood va mal? ¡La culpa es de Rotten Tomatoes!

Los grandes estudios han encontrado a un responsable para la desastrosa taquilla de este verano: el agregador de críticas más popular del mundo
¿Hollywood va mal? ¡La culpa es de Rotten Tomatoes!
¿Hollywood va mal? ¡La culpa es de Rotten Tomatoes!
¿Hollywood va mal? ¡La culpa es de Rotten Tomatoes!

Los críticos de cine no son una subespecie muy apreciada de la humanidad. Al menos, en lo que a los actores y los directores se refiere, porque la capacidad de una reseña para alterar la recaudación de un filme se consideraba (salvo excepciones muy demoledoras) bastante mínima. Pero las cosas están cambiando… y ahora los ejecutivos de Hollywood también odian a los plumillas. Según el New York Times (vía AVClub), las altas instancias de la industria culpan a la crítica de las desastrosas cifras de este verano. Y consideran al agregador Rotten Tomatoes como su enemigo número uno.

"Creo que es la destrucción de nuestro negocio", afirma el director Brett Ratner cuando se le pregunta por el efecto de Rotten Tomatoes en las últimas cifras de taquilla. De acuerdo con las opiniones recabadas por el New York Times, el sistema usado por dicha página (recopilar críticas, valorar la media de sus opiniones en forma de porcentaje y adjudicar un resultado global de "fresco" o "podrido") estaría teniendo un efecto muy destructivo sobre los beneficios de los estudios.

Además de cuestionar el rigor de ese método, el diario estadounidense señala el epicentro de ese temor: las valoraciones de Rotten Tomatoes aparecen en Fandango, una de las webs de venta de entradas más concurridas de EE UU. Y eso podría estar afectando a las decisiones del público. La mayor ironía de todas, según señala el New York Times, es que Rotten Tomatoes es propiedad de Fandango... y Fandango es propiedad de Universal, una major de Hollywood cuyos filmes más recientes, como La momiahan experimentado verdaderas debacles entre la crítica. Debacles que han sido recogidas por Rotten Tomatoes en forma de manchurrón verde.

Paul Yanover, presidente de Fandango, afirma que Rotten Tomatoes opera de forma independiente pese a sus conexiones empresariales. "Aquí nos gusta el cine, y nuestra prioridad, nuestro único propósito, es ser tan útiles a los fans como podamos", señala. Asimismo, defiende el proceso de selección de las críticas que recoge su web, afirmando que sus autores deben al menos 100 críticas publicadas a lo largo de dos años, en el caso de los blogueros, o escribir para medios de amplia circulación. Todo un contraste con la actitud de Tim Palen, alto cargo de Lionsgate, que se queja de la "ubicuidad" del sitio y sus puntuaciones. O de ese mandamás de un estudio, que prefiere no dar su nombre y que afirma que "destruir Rotten Tomatoes" es el máximo objetivo de su vida.

Lo cierto es que muchos de los batacazos de taquilla del verano (empezando por la desastrosa Rey Arturo: La leyenda de Excáliburhan sido señalados como bodrios por la web. Y también es verdad que la recaudación de los cines estadounidenses ha estado bajo mínimos durante el último trimestre, llegando incluso a registrar bajones históricos. Pero también es verdad que Emoji: La película ha tenido resultados económicos muy dignos pese a que su puntuación en el tomatómetro es un desastroso 8%El otro guardaespaldasla cinta con Samuel L. Jackson Ryan Reynolds que encabeza (a falta de un título con más gancho) los actuales rankings de taquilla, también aparece como 'podrida' (38%).

Así pues, ¿está justificado el odio contra Rotten Tomatoes en Hollywood? Podría decirse que, en los últimos años, muchas películas acribilladas por sus puntuaciones han conseguido taquillas de vértigo. Asimismo, a la industria se le olvidan mencionar factores estructurales, como el precio de las entradas... o creativos, como una cartelera cada vez menos diversa y repleta de franquicias. Por último, cabe preguntarse cómo se las hubieran apañado estos ejecutivos ante las pullas descacharrantes de Roger Ebert (el primer crítico de EE UU que se convirtió en estrella televisiva) o ante aquel François Truffaut que, antes de convertirse en cineasta, se ganó el apodo de 'Sepulturero' por sus opiniones implacables. Sospechamos que nada bien.

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