El día que Isabel Pantoja cabalgó con Curro Jiménez

De Sierra Morena a los brazos de Jose Coronado, y de ahí a Marbella y a Alcalá de Guadaira: repasamos el currículum de la tonadillera en la TV y el cine.
El día que Isabel Pantoja cabalgó con Curro Jiménez
El día que Isabel Pantoja cabalgó con Curro Jiménez
El día que Isabel Pantoja cabalgó con Curro Jiménez

Contemplando a Isabel Pantoja abandonando el penal con rumbo a su finca Cantora, nos han entrado ganas de rememorar su carrera audiovisual. Una carrera que, si bien centrada en sus apariciones como artista y como celebrity en programas televisivos (en 103 ocasiones, según IMDb), también ha dado unas perlas muy escogidas en lo que concierne al cine y la TV de ficción. Isabel Pantoja sólo ha tenido tres trabajos como actriz, pero todos ellos arrojan resonancias inquietantes tanto con respecto a su vida pública como a su vida privada.

El primero de esos ejemplos podría ser el más famoso. Y también el que más se presta a chascarrillos, porque en él la cantante se fue a alternar con los bandoleros de Sierra Morena. Allá por 1977, una Isabel Pantoja que ya empezaba a despuntar en el mundo de la copla (gracias a temas tan dignos de análisis como Pájaro verde y Garlochí) nos ofreció su debut dramático nada menos que en la serie Curro Jiménez. Interpretando a Araceli, una cantaora de mesón andaluz, la tonadillera tenía ocasión de demostrar su tino para los palos flamencos. Algo debido, sospechamos, no sólo a su bien aprovechado parentesco con varias dinastías flamencas de Jerez, sino también a que escucharla entonando melodías de Rafael de León, José Luis Perales o incluso Juan Gabriel durante la Guerra de la Independencia hubiera resultado un poco hardcore de más.

Por desgracia, aunque luzca su voz en los momentos musicales, la Pantoja tuvo que sufrir la afrenta de ser doblada en sus diálogos. Algo que nos priva de ese acento andaluz, tan racial y que tanto le ha lucido en frases como su mítico "Dientes, dientes, que es lo que jode". Por otra parte, y pese a lo que más de uno se estará imaginando, la función de su personaje en la trama no es la de interés romántico para el bandolero titular (Sancho Gracia), sino que ésta le lleva a tontear con otro miembro de la cuadrilla: el Estudiante, aquel rufián tan jovial y tan leído interpretado por José Sancho. Algo que nos pone sobre aviso: como sabemos, Sancho acabó matrimoniando con otra gloria de la canción española, María Jiménez. Y todos sabemos como acabó aquello.

Por otra parte, la intervención de Isabel Pantoja en Curro Jiménez (búscala en el segundo y el tercer capítulo de la primera temporada) reventaría hoy todos los detectores de lo políticamente incorrecto: no es sólo que su rol en la trama sea tirando a a escaso, sino que además tiene que sufrir un conato del violación cometido por el racial Algarrobo (Álvaro de Luna). Por otra parte, no fue más allá de estos episodios, con lo que la serie más popular de la España posfranquista se vio privada de una presencia con mucho tronío. Aun así, dirían algunos, lo mejor estaba por llegar.

En 1990, tras haber cargado con el el título de 'Viuda de España' durante seis años (y haber reventado los hit parades con el álbum Marinero de luces), 'La Panto' encarnó nada menos que a "la perdición de los hombres, la que miente cuando besa". Es decir, que protagonizó Yo soy esa, un filme que debía su título a la fabulosa canción de Quintero, León y Quiroga y cuyo director y guionista, Luis Sanz, había trabajado como productor ejecutivo en varias películas de Rocío Dúrcal y en Casa Flora, protagonizada por Lola Flores. Armado con semejante currículum, Sanz decidió entregar un homenaje a las españoladas de la posguerra, armado mediante el recurso al 'cine dentro del cine'. Toda una pirueta metanarrativa, como veremos, que enfrentó a Pantoja con un considerable desafío dramático.

A ver: en Yo soy esa, Isabel Pantoja interpreta un doble papel. Por un lado, la vemos como la estrella de la canción Ana Montes, que acude al estreno de su debut cinematográfico acompañada del bandarra de su marido Jorge Olmedo (Jose Coronado), también actor amén de ludópata y yonqui. Por otro, y ya dentro de la pantalla, interpreta a Carmen Torres, tonadillera de vida tormentosa que se debate entre los amores de Antonio (Juan Echanove), un señorito andaluz, y un galán con el rostro de Olmedo/Coronado. En su día la prensa sólo llamó la atención sobre los 22 vestidos (uno de ellos de novia) lucidos por la protagonista, sobre el hecho de que Víctor Manuel fuese el productor de la cinta... O sobre los besos de la cantante-actriz y su coprotagonista.

Acerca de la relación entre Pantoja y Coronado corrieron ríos de tinta en su día. Que si la cantante había roto por fin sus años de duelo tras la muerte de Paquirri, que si la prensa no estuvo presente cuando rodaron su primer encuentro ante la cámara, que si aquel fue el preludio de un apasionado romance... Un no parar. Ellos, por su parte, se mostraron pudorosos: "Él no me magrea, me admira", decía 'La Panto', mientras Coronado replicaba: "Para mí, lo de besarla es como jugar al póker". Es digno de mención que el biopic televisivo Mi gitana (2012) hablase, efectivamente, de un una historia apasionada durante el rodaje del filme, pero sin mencionar a Coronado en ningún momento. En definitiva, la cosa trajo cola. Y, si se recuerda que aquel también fue el año en el que Marta Sánchez cantó Soldados del amor en el Golfo Pérsico, resulta raro que el país no estallase en llamas.

Pero todo lo que sube tiene que bajar: en 1991, Isabel Pantoja protagonizó El día que nací yo, su segundo largometraje como actriz principal, y el que prometía ser su consagración en pantalla grande. Titulada de nuevo en honor a un clásico de la copla (popularizado, para más señas, por Imperio Argentina), el filme contaba como director con el gran Pedro Olea, con un guion de Jaime de Armiñán y con Joaquim de Almeida Arturo Fernández como vértices de un triángulo amoroso junto a la cantante... Pero su efecto en la conciencia colectiva fue mucho menor, pese a un tumultuoso estreno que paralizó la Gran Vía de Madrid. ¿Y las críticas? Pues no muy allá: "Una cosa es triunfar en las revistas del corazón y en las galas veraniegas. Otra muy diferente es la química cinematográfica, algo de lo que carece la Pantoja", sentenciaba en El País Guillermo Altares, con ocasión del primer pase televisivo del filme en 1993.

Desde entonces, la Pantoja abandonó el celuloide en favor de la pequeña pantalla, bien en galas musicales, bien en programas del corazón, bien apareciendo como imputada en las noticias de los telediarios. En 2012, Mi gitana nos la presentó encarnada Eva Marciel, y con un guión que jugaba al 'sí es, no es' con temas tales que el antedicho (y presunto) romance con Coronado, así como sus relaciones de amistad con Encarna Sánchez María del Monte. El último contacto del clan Pantoja con el mundo del cine, eso sí, también ha sido de traca: hablamos de la aparición de Kiko Rivera como secundario de lujo en Torrente 4luciendo su gracejo en 3D. Pese a lo cual, aquello de "A mí me llaman 'Rin Rin' porque mi padre era relojero" no ha conseguido hacernos olvidar lo de la oscura clavellina que va de esquina en esquina volviendo atrás la cabeza. Y, si nos ponemos en plan malpensado, tampoco aquellas comparaciones entre los periplos carcelarios de Isabel y Orange is the New Black. De lucir la bata de cola en musicales de alto presupuesto a convertirse en la Piper Chapman hispana (o, si se prefiere, en la Alex Vause o la Nicky Nichols) hay, por lo que se ve, un trecho más corto de lo que parece.

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