[In-Edit 2014] Una noche de martes divina

'I Am Divine' traza un entrañable retrato de la musa de John Waters.
[In-Edit 2014] Una noche de martes divina
[In-Edit 2014] Una noche de martes divina
[In-Edit 2014] Una noche de martes divina

¿A alguien se le ocurre un pasaje del año más insignificante que la tarde-noche de un martes de finales del mes de octubre? Ese capítulo estacional escrito en un marrón excrecional en el que anochece demasiado pronto pese a que tus pupilas continúan sedientas de luminiscencia. Ese insulso prólogo del invierno en el que empieza a hacer un frío que no es frío provocando que tu metabolismo se niegue a aceptar que el pasado verano es un féretro ya sepultado y el próximo estío una entelequia que tardará una eternidad en tornarse realidad.

Tal vez lo mejor hubiera sido que se cumpliera la profecía del economista Santiago Niño Becerra y que el mundo hubiera colapsado el pasado domingo 26 de octubre. Porque en días así no suele pasar absolutamente nada, salvo si se celebra una nueva edición del In-Edit y, entre otros documentales, te programan Revenge of the Mekons (a cuyo pase no puedo ir porque tengo trabajo), Broken Song (a cuyo pase no puedo ir porque tengo trabajo), Supermensch: The Legend of Shep Gordon (a cuyo pase no puedo ir porque tengo trabajo), Fiding Fela! (a cuyo pase no puedo ir porque tengo trabajo), American Interior (a cuyo pase no puedo ir porque tengo trabajo, peor aún: tras la proyección hay una actuación de su protagonista, el fascinantemente singular Gruff Rhys) y I Am Divine, que sí puedo ver, aun sintiéndome un corresponsal impostado, un fraudulento enviado especial, porque ya he terminado el trabajo.

Criatura traumatizada, Glenn Milstead no empezaría sacudirse sus demonios hasta transformarse en Divine, la drag queen que devendría musa de genial cineasta John Waters, con el que rodaría títulos tan rupturistas como Pink Flamingos, Female Trouble, Polyester o Hairspray. Y aun así, coronándose como el icono de la transgresión, seguía sintiéndose incompleto: Glenn había dejado de ser el niño obeso y reprimido sexualmente para ser reconocido, principalmente, como el travestí con sobrepeso que se había zampado un ñordo de perro en la escena final de Pink Flamingos. El personaje había eclipsado al artista y pese a la sonrisa, aun codeándose con lo más selecto, le carcomía que nadie le diera la oportunidad de poder demostrar su talento más allá de los vestidos de mujer y toneladas de maquillaje. Finalmente, su agente logró que le otorgaran un papel masculino en la serie Matrimonio con hijos. La noche antes de su primer día de rodaje murió de una miocardiopatía hipertrófica derivada de su adiposidad. Dicen que los productores de la sitcom enviaron una corona al sepelio con una nota en que decía: “Si no querías hacer el show, podrías haberlo dicho antes”.

Otra existencia más en la que cuando uno consigue lo que lleva anhelando toda la vida, va y se muere. Otro documental más en el que una ristra de familiares, amigos y conocidos desfilan ante la cámara afirmando lo gran artista y magnífica persona que era. Nada a criticar, todo lo contrario, I Am Divine (presente en el In-Edit amparándose en la carrera discográfica que desarrolló su protagonista) es el cálido y necesario homenaje celulóidico a una de las figuras más entrañables y fascinantes de la cultura pop.

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