‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia

¿Es ‘Déjame salir’ la mejor película del año? Pues no sabemos, pero lo que sí que es, es una comedia. Y no, no es racismo de lo que habla, es peor.
‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia
‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia
‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia

[ESTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS]

Ser negro en una sociedad de blancos sigue siendo muy difícil, pero mola. Ser negro en el instituto es cool, en la universidad es sexy y en el mundo laboral, exótico. Los negros y las negras bailan mejor, también juegan mejor al baloncesto y son más rápidos corriendo; tienen una constitución envidiable y en el ámbito sexual ellos están mejor dotados y ellas tienen muchas más curvas. ¿Qué blanco en su sano juicio no querría ser negro?

El periodista cultural Manuel Ligero analiza Déjame salir, la película dirigida por Jordan Peele, en su artículo Si no te gusta cómo soy… ‘Déjame salir'. Dice: “La película despliega con maestría todos los códigos del cine terror para hablar de la domesticación de los elementos inestables de la sociedad”. O sea, que según Ligero se puede ser negro, siempre que seas el negro que los blancos esperan que seas. Esto es, efectivamente, el post-racismo. El espectro en el que nos encontramos tras ocho años con un presidente negro dirigiendo la mayor potencia mundial.

Este sería uno de los asuntos que Peele ha querido tratar en su debut, pero no es el único propósito. La mitad del dúo cómico Key & Peele ha elaborado una película sobresaliente, con muchos hilos de los que tirar (que ya quisiera 12 años de esclavitud), pero hay un tema capital. Hay una idea que el director lleva al extremo y que la convierte en la razón de ser de su película. Y no es el racismo, sino algo peor. Es el deseo ciego de querer saltar como Michael Jordan o tener la gracia de Will Smith. Se llama negrofilia.

‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia

La negrofilia es la admiración obsesiva por una cultura que no es la propia, en este caso la afroamericana. Surgió en los años 20, en París, cuando a las clases altas les dio muy fuerte con el arte africano, escuchaban Jazz y vestían como ellos… Hasta tal punto llegó el empeño que se crearon discotecas interraciales donde blancos y negros se mezclaban dando lugar a la fetichización, a la libertad sexual y a la experimentación exótica. Mientras las estructuras sociales seguían siendo rancias, estas atracciones turísticas se popularizaban entre la burguesía…

¿Y esto significaba que al menos alguien empatizaba con la raza afroamericana? Pues no. Como bien explica Jared en el canal de YouTube, Wisecrack, la negrofilia no significa que se comprendan los problemas de un colectivo, ni que se comulgue con su cultura. Se trata más bien de utilizar a los individuos de un grupo para satisfacer unos deseos personales o perversiones, en muchos casos.

“No va de entender a los humanos, va de coleccionarlos”

Eso es la negrophilia. Pero Peele no tiene suficiente con plantearla. Su película se construye alrededor de la más bestia ejemplificación. El director lo hace literal, los humanos colonializan los cuerpos de los negros que desean, que admiran. Y aquí es donde esta comedia incómoda se transforma en la comedia negra más salvaje que se haya estrenado en años… Porque antes que thriller, terror o Serie B, Déjame salir es una comedia.

En nuestra sociedad, el humor tiene límites. Por tanto, no se puede hacer comedia de casi nada de lo que merezca la pena reírse. Como consecuencia, claro, el drama puede ser usado para todo. Pero hay un problema: como género, el drama no sirve para gran cosa porque la única posibilidad de alterar el orden o destruir la estabilidad de, en este caso, algo tan feo como el racismo, es hacer comedia. Porque el humor es subversivo y el drama no.

‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia

Afortunadamente, Jordan Peele es cómico y ha elegido un tema terrible y grotesco al que la comedia le queda como un guante. La negrophilia hace su acto de presencia por primera vez de manera nada sutil en una de las escenas más divertidas de la película. La presentación de Chris, el protagonista, en sociedad. Aquella en la que los tipos blancos y ricos se acercan al invitado negro para admirarle, sonreírle e incluso tocarle. Le preguntan por Tiger Woods, le hablan de Obama… Todos esos clichés absurdos y post-racistas que culminan en un fantástico y desternillante intercambio de palabras en el que un invitado dice: ¿Ser negro está de moda ahora, verdad? Es tronchante.

Los espectadores blancos sentirán, viendo esta escena, una incómoda sensación. Algunos se lo tomarán mal y otros reirán con violencia porque todos en algún momento han pensado o dicho estupideces de tal calibre.

Otra de las ventajas que tiene la comedia es que sirve para reírse de uno mismo. Y Peele vuelve a mostrarse enormemente generoso con el espectador cuando provoca ese mismo tipo de situaciones ridículas o incómodas en el público negro. El protagonista saluda al único negro de la fiesta con un puño, un cliché que convierte en esperpento como el cambio que articula en el tono cuando se acerca a uno de los suyos, ese vocabulario de hermanos.

‘Déjame salir’ NO habla de racismo y además es una comedia

El alma de Ricky Gervais está durante toda esa escena.

La película avanza y, cuanto más seria se pone la cosa, más elegante y fina resulta la ironía que trabaja Peele. Sólo un ejemplo: Lo que da al protagonista la oportunidad de escapar de esta pesadilla son dos tapones (improvisados) de algodón. Algodón, el símbolo por excelencia de la esclavitud. Así se las gasta el cómico convertido en director de cine.

El género de serie B coge carrerilla en un clímax lleno de simbolismos y gore. Hasta el final, que nos dará la clave de las intenciones del director.

Hay un final alternativo, que se podrá ver en el formato doméstico del filme, en el que muertos ya todos los miembros de la familia, el protagonista no puede acabar con la vida de la que había sido su chica. Entonces aparece un coche de policía del que salen dos agentes que al ver el panorama lo tienen claro: el negro es el asesino. El protagonista acaba en la cárcel. Este hubiera sido el final más realista. Sin embargo, Jordan Peele eligió otro: del coche de policía aparece su amigo, ese personaje secundario y gracioso que tenía la razón desde el principio aunque nadie le hacía caso. Le salva y ambos escapan juntos de la pesadilla. Un final feliz y satisfactorio que revela la verdadera esencia de la película. Peele ha dirigido la comedia negra más estimulante del año.

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