Dan Reed: "Lo más duro para los niños fue que Michael Jackson los abandonara cuando ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales"

Hablamos con el director de 'Leaving Neverland', el documental con el que los fantasmas del pasado vuelven a rondar al Rey del Pop.
Dan Reed: "Lo más duro para los niños fue que Michael Jackson los abandonara cuando ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales"
Dan Reed: "Lo más duro para los niños fue que Michael Jackson los abandonara cuando ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales"
Dan Reed: "Lo más duro para los niños fue que Michael Jackson los abandonara cuando ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales"

Hace diez años que el cantante Michael Jackson se fue a la tumba. Y lo hizo con la sombra de la pederastia planeando sobre su otrora venerada figura. Allá por 1993, un chaval de 13 años acusó al artista de abusos sexuales, pero aquello concluyó con un acuerdo económico fuera de los tribunales. Doce años después de ese suceso, el tribunal californiano de Santa María le declaró inocente de las acusaciones de abuso sexual a otro menor por falta de pruebas concluyentes. Pero Leaving Neverland, el desgarrador documental de Dan Reed presentado el pasado mes de enero en el festival de Sundance, ha reabierto las acusaciones sobre los supuestos abusos sexuales a menores de uno de los mayores iconos de la cultura popular.

La cinta de HBO, de cuatro horas de duración, recoge el convincente testimonio de los hoy adultos Wade Robson y James Safechuck, que fueron seducidos por la hábil labia del artista estadounidense cuando apenas eran pipiolos y manipulados emocionalmente durante años —tras la muerte de Jackson, ambos presentaron una demanda por abusos sexuales que fue desestimada por haber transcurrido demasiado tiempo desde el incidente—.

El documental retrata a Jackson como un depredador sexual, lo que ha hecho que los seguidores acérrimos del artista carguen rápidamente contra el trabajo de Reed —quien asegura haber recibido en los últimos meses miles de emails con todo tipo de insultos y amenazas—. Por su parte, la familia Jackson no tardó en emitir un comunicado asegurando que el documental supone un “linchamiento público” y que tanto los dos jóvenes entrevistados como las familias de ambos no son más que “perjuros” con afán de protagonismo.

Todo apunta a que Jackson utilizó su estatus de ídolo y su fortuna para lograr hacerse amigo de los dos niños —y de sus respectivas familias—, algo que le permitió llevarles a dormir (en infinidad de ocasiones) a su rancho Neverland —una propiedad que el artista adquirió en 1988 y que albergaba (entre otras cosas), un cine, un parque de atracciones y un zoo privado—. Sin dejar nada a la imaginación, Robson y Safechuck narran cómo se enamoraron del artista, hasta el punto de estar dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de complacerle.

Eso, por despejar posibles dudas, incluía compartir cama con él, así como ceder a todo tipo de tocamientos, besos y sexo oral, visionado de cine porno y masturbaciones mutuas. Hasta que fueron reemplazados por otros niños. “Lo más duro para ellos fue el ser abandonados por Jackson cuando él ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales”, cuenta Reed.

Safechuck tenía diez años cuando, en 1988, conoció a Jackson en el rodaje de uno de los famosos anuncios de Pepsi del artista. El Rey del Pop se encaprichó de él y empezó a agasajarlo, hasta que la familia del pequeño consintió que su hijo se quedase a dormir en el soñado Neverland, ubicado en el condado de Santa Bárbara. La víctima recuerda cómo ese casoplón albergaba una serie de habitaciones escondidas y salas secretas donde Jackson y él intimaban a diario a salvo de ojos curiosos. De hecho, el cantante sentía tal obsesión por la privacidad que el suelo de fuera de su habitación estaba cableado, de modo que cada vez que alguien se acercaba a poca distancia de la entrada al cuarto, el artista era alertado por una especie de sonido de timbre.

Dan Reed: "Lo más duro para los niños fue que Michael Jackson los abandonara cuando ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales"

A partir de ese momento, las visitas mutuas se convirtieron en una rutina y la relación entre ambos se volvió enfermiza. En una ocasión, incluso, llegaron a celebrar en la habitación del cantante una boda simulada —en la que el de Indiana le regaló varias joyas al chico, a modo de compensación por el sexo mantenido con él—. “El momento más difícil de filmar fue cuando James abrió la caja de joyas que contenía el anillo de ‘boda’ que Jackson le había regalado durante su ‘ceremonia’ en Neverland, cuando James tenía diez u once años. Su mano comenzó a temblar y pensé que podría derrumbarse”, confiesa el cineasta.

A diferencia de Safechuck, Robson fue siempre un gran admirador del cantante. Solía vestir como él y estudiaba obsesivamente sus movimientos hasta que, en 1987 —con solo cinco años—, logró ganar un concurso de baile en su Australia natal imitando a su ídolo. Como premio, acabó conociendo a Jackson cuando la gira que este llevaba a cabo recaló en Brisbane e, incluso, llegó a pasar un tiempo con el cantante en su hotel, antes de que este se marchase del lugar. Eso sí, Jackson —que, según la versión del australiano, abusó de él entre los siete y los catorce años— le pidió a los padres de Robson que se pusieran en contacto con él si volvían a coincidir en cualquier otra parte del mundo.

Y así lo harían dos años después, cuando la familia viajó hasta California para que el niño —que había entrado a formar parte de una compañía de baile con la que a veces actuaba en centros comerciales de su ciudad— cumpliera con un compromiso profesional en Disneyland. El cantante aprovechó la ocasión para invitarles a pasar unos días con él en su rancho, y fue ahí donde empezó el abuso.

La madre de Robson se sorprendió al ver a su hijo tan hechizado por el cantante, pero nunca sospechó que detrás del amable y filántropo artista se podía esconder un tipo deleznable. “Los padres de ambos niños estaban deslumbrados por su fama, riqueza y talento, y pensaron que sus hijos se lo contarían si algo malo sucedía”, responde Reed cuando se le pregunta por el hecho de que ambos progenitores accedieran a que sus hijos durmieran con Jackson. “Lamentablemente, como suele suceder con los acosadores sexuales de menores, los niños se enamoraron de su abusador y formaron un profundo vínculo con él, por lo que no había nada ‘malo’ según ellos, esto es, no se estaba cometiendo ningún abuso. Solo se percataron del abuso cuando fueron adultos y tuvieron sus propios hijos varones”. 

Dan Reed: "Lo más duro para los niños fue que Michael Jackson los abandonara cuando ya no quiso usarlos más como juguetes sexuales"

El estadounidense siempre proclamó su inocencia. Es más, tanto Robson como Safechuck llegaron a declarar a favor del cantante en el juicio por pederastia al que se enfrentó, asegurando que a ellos nunca les había hecho algo inapropiado. Algo comprensible, teniendo en cuenta que Jackson les decía de pequeños que no podían revelar nada de lo que sucedió entre ellos porque, si lo hacían, todos irían a la cárcel de por vida. Eso se quedó grabado a fuego en su memoria y les llevó a mentir durante mucho tiempo, tanto al tribunal, como a sus familias y esposas. Según Reed, "los abusadores, a menudo, desarrollan un profundo apego con sus víctimas, que persiste hasta la edad adulta”. Y afirma sin rodeos que, “aunque pueda sonar triste y repugnante, los niños participan voluntariamente en la relación sexual; es una extensión del afecto que el depredador les muestra”. 

La lealtad al músico parecía inquebrantable, pero todo cambió a partir de junio de 2009. Después de que Jackson falleciese, los dos hombres —que, por razones legales, se mantuvieron separados durante años y no intercambiaron testimonios entre ellos hasta que el documental fue una realidad— trataron de rehacer su vida. Fue al casarse y tener hijos cuando descubrieron que no estaban bien —Robson sufrió varias crisis nerviosas y Safechuck padecía insomnio y depresión—.

¿Cómo lograron convencerse de que lo vivido años atrás había sido abuso? “Convertirse en padre de su hijo enfrentó a Wade con la inocencia y la vulnerabilidad de un niño, y le hizo darse cuenta de que querría matar a cualquier adulto que le hiciera cosas sexuales a su pequeño. Pero cuando pensaba en lo que Michael le había hecho siendo niño, no sentía nada”, sostiene Reed. Precisamente fue esto lo que le hizo revelar el abuso a su psicoterapeuta primero, y a su familia después.

Durante años, la gente miró para otro lado. Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado y el tremendo documental ha coincidido en el tiempo con la explosión del movimiento #MeToo, que ha creado bastante conciencia social sobre el abuso y la violencia sexual. “#MeToo ha significado que Wade y James pueden esperar ser escuchados y creídos, al menos por los seguidores de ese movimiento”, apostilla el británico, que cree que tanto los fanáticos del artista como sus herederosaún viven en la década de los noventa, cuando podían acosar a las víctimas y representar a Michael Jackson como la verdadera víctima de estos niños”. 

Aún son muchos los que se preguntan qué peso pudo tener realmente el escándalo de los abusos en el triste final del artista. ¿Respondió la muerte de Jackson a un desafortunado homicidio involuntario o, por el contrario, escondió un deseo inconsciente de autodestrucción? Probablemente nunca se sepa a ciencia cierta la respuesta.

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