Curtocircuíto: 15 años muy largos

El Festival Internacional de Santiago cumple 15 años y lo celebra con Ulrich Seidl y Bertrand Mandico.
Curtocircuíto: 15 años muy largos
Curtocircuíto: 15 años muy largos
Curtocircuíto: 15 años muy largos

Fue en 2003, cuando éramos ricos y había más festivales de cine que días tiene el año. Literalmente. Santiago de Compostela, ciudad universitaria, también quería el suyo. Bueno, otro más, que ya tenía Cineuropa. Así que tocaba hacer un festival de cortometrajes puro y duro, el género al alza en aquella época. Una primera edición “clandestina”, en la que se proyectaron trabajos en calles y plazas, y una segunda ya institucionalizada.

Luego llegó la crisis y solo resistieron los mejores, los que tenían más dinero y los más entusiastas. Curtocircuíto es de estos últimos. Muy especialmente, por el cariño con el que lo maneja su máximo responsable, Pela del Álamo, que llegó a la dirección en 2013.“Caí aquí casi de carambola, pero no entraba en mis planes ni yo había desarrollado carrera de programador. Estaba empezando a hacer cine documental, había colaborado con el festival y cuando hubo un vacío en la dirección, el anterior director me propuso. Me presenté a un concurso público y ya”.

Pela, reacio a las etiquetas con las que nos solemos manejar, ya sean por la extensión (corto, largo) o por el género (experimental, documental, vanguardia…), aportó una visión más ecléctica: “La filosofía del festival es apostar por películas que de alguna forma indaguen en lugares que nos emocionan por su contenido o por su forma. Tiene que ver mucho con la sorpresa”.

Este año, esta declaración de intenciones se plasma en sendas retrospectivas a dos documentalistas: el austriaco Ulrich Seidl, gran retratista de la sordidez europea y el italiano Roberto Minervini, autor obsesionado con la América rural. “Ambos tienen mucha personalidad y han desarrollado un universo propio. Son dos cineastas de los que tópicamente se dice que navegan entre la ficción y la realidad, y ambos trabajan con personajes extremos en contextos complejos pero lo hacen de manera radicalmente diferente. Seidl tiene la distancia precisa para filmar; Minervini genera más empatía y extrae la belleza de los personajes, siendo mucho más amable y tierno”.

Curtocircuíto ha tenido la fortuna de coincidir en el tiempo con el llamado Novo Cinema Galego, lo que le ha permitido contar con la presencia recurrente de autores como Lois Patiño, Oliver Laxe o Anxos Fázans. Junto a ellos, una pléyade de estrellas de un cine de los márgenes, que no marginal.

Pela recuerda con especial cariño el paso por el festival de dos de ellos. En primer lugar, el del canadiense Mike Hoolboom en 2014: “Ha tenido una vida muy particular, a través de su obra ha sido capaz de superar un momento vital muy complejo, como es el de saber que es portador del VIH. Toda su obra gira en torno a la desaparición de su mundo y sus amigos. A través de su trabajo ha sido capaz de procesar todo ese dolor”. El segundo, todo un clásico de la escena española o, mejor dicho, castiza: “El año pasado, con Alberto García Alix, tuvimos el coloquio más emocionante que he vivido en Curtocircuíto”. Ambos son ya parte de la ya larga historia de Curtocircuíto.

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