[Crónica In-Edit 2013] La leyenda del Liberace negro

'Bayou Maharajah: The Tragic Genius of James Booker' reivindica la figura de uno de los mayores genios musicales surgidos de la ciudad de Nueva Orleáns. Por ORIOL RODRÍGUEZ
[Crónica In-Edit 2013] La leyenda del Liberace negro
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[Crónica In-Edit 2013] La leyenda del Liberace negro

Cada vez que le preguntaban cómo había perdido su ojo izquierdo se inventaba una historia diferente. En ocasiones afirmaba que había sido una vendetta de la Mafia, pero también podía explicar que se lo habían extirpado una camellos de Harlem reclamando una deuda impagada. Amante de las teorías conspiratorias, a veces dejaba ir que había sido la CIA. Pero la fábula favorita de quien esto escribe es el disparatado bulo de que se lo había arrancado el bonachón de Ringo Starr en una pelea.

Hay músicos que, voluntaria o involuntariamente, se tornan personajes y su leyenda acaba eclipsando su obra. Creadores en cuyas memorias su legado artístico resta empequeñecido por los capítulos más estrafalarios. James Booker es uno de estos casos. Por ello, para descubrir las sombras pero también las luces de su existencia, se revela tan necesario un documental como Bayou Maharajah: The Tragic Genius of James Booker. Proyectado en la jornada de ayer del In-Edit, el film, dirigido por la realizadora Lily Keber, se erige como una reseñable biografía del pianista de rhythm and blues y jazz de Nueva Orleáns. Una notable reconstrucción del botarático recorrido vital del autoproclamado “Black Liberace”, que combina declaraciones de aquellos que compartieron su devenir con una profusa nómina de material de archivo, algunas de estas secuencias monumentales actuaciones en directo que evidencian el desmesurado talento del Bayou Maharajah. “La búsqueda de material fue clave para descubrir a Booker y su música”, afirma la cineasta norteamericana. “Murió en 1983 y muchas de las personas que lo conocieron están muertas o han llegado a ese instante de la vida donde los recuerdos empiezan a desvanecerse. Así que tuvimos que rebuscar entre infinidad de viejas cajas de fotografías y cintas de vídeo. Este documental es el fruto de más de tres años de investigación”.

Nacido en 1939, a los 4 o 5 años James Booker ya pulsaba con destreza las teclas del piano. A los 12 hizo sus primeras actuaciones en público y los 16 se emancipó de su familia para poder tocar en los tugurios más excitantes de NOLA. No tardaría demasiado en colaborar con figuras de la relevancia de Fats Domino, Little Richards, Aretha Franklin o Ray Charles. Como tampoco demoró en exceso sus primeras incursiones en el estudio. En 1954 grabó los sencillos “Doin' the Hambone” y “Thinkin' 'Bout My Baby”. Seis años después aparecería “Gonzo”, una de sus piezas más populares, título que tomó prestado Hunter S. Thompson para dar nombre a su particular estilo literario-periodístico. Simultáneamente irían apareciendo las drogas y el alcohol, los periodos entre rejas y unas formas cada vez más estrafalarias reflejo de una psique que en algunos instantes se cortocircuitaba. En sus últimos años vivió momentos de grandeza, como su actuación en la edición de 1978 del Festival de Jazz de Montreux, pero cuando regresaba a casa tenía poco menos que mendigar para poder ir subsistiendo. Hasta que el talento de James Booker se apagó definitivamente el 8 de noviembre de 1983, consecuencia de un fallo renal mientras esperaba ser atendido en un la sala de emergencias de un hospital de su ciudad. Un muerte demasiado vulgar para una personalidad tan excepcional. Su amigo Dr. John lo recuerda como “el mejor genio al piano negro, yonqui, tuerto que jamás haya salido de Nueva Orleáns”.

Si Internet es el más grande invento de la humanidad desde la rueda, Napster, sin entrar en valorar todo lo que supuso su irrupción, fue una de sus llantas más cromadas. A finales de 1999 Shawn Fanning y su socio Sean Parker pusieron en marcha la primera gran red P2P de intercambio de archivos musicales. Tras una demanda interpuesta por varias empresas discográficas, a la que luego se sumarían artistas como Dr. Dre y Metallica, en julio de 2001 un juez ordenó el cierre de los servidores de Napster para prevenir las violaciones de los derechos de autor. Tan solo fueron dos años, tiempo suficiente para revolucionar los hábitos de consumo de música. Downloaded, largometraje que también se estrenó ayer en el barcelonés festival de documentales musicales, es la interesante crónica de cómo dos veinteañeros necesitaron tan solo de 24 meses para alterar para siempre las normas de juego de una industria fonográfica que aún hoy se muestra incapaz de encontrar su lugar en el nuevo mundo.

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