[Crónica In-Edit 2013] Julio no se acaba nunca

'Bustamante Perkins', o el grifo que nunca ha dejado de gotear pop mediterráneo.
[Crónica In-Edit 2013] Julio no se acaba nunca
[Crónica In-Edit 2013] Julio no se acaba nunca
[Crónica In-Edit 2013] Julio no se acaba nunca

No  hay momento en que disfrute más del In-Edit como cuando veo un documental protagonizado por un músico cuya obra me es ajena pero, embobado por la historia, me entran ganas de salir corriendo a una tienda de discos, si es que aún queda alguna abierta, y comprarme todos los álbumes que ha publicado. Aunque apela a la alteración de los sentimientos que creo que todo legado artístico debe generar, es esta una metodología sin ningún tipo de base científica, y aun así es uno de los varemos que suelo utilizar para discernir entre si un film es bueno o no.

Sabía de Maderita, el proyecto que tiempo atrás le unió al grupo levantino de indie Ciudadano, y de sus recientes colaboraciones con los catalanes Fed i Son, pero reconozco que a Juli Bustamante simplemente le conocía en lo retórico y de forma periférica. Desde ayer, sin embargo, cuando se proyectó en el festival de documentales musicales de Barcelona Bustamante Perkins, cinta dirigida por Pep Garrido y Xesco Cabot (justamente bajista de Fred i Son, y miembro del reparto Pop ràpid, una de las mejores series emitidas en los últimos años por la televisión pública catalana), que no he dejado de escuchar compulsivamente, una vez y otra y otra y otra, su primer disco, delicia orgasmática para los oídos, Cambrers (1981).

Un primer plano de un grifo corroído en su desembocadura por la cal y que gotea eclipsa los primeros instantes del largometraje. Evocativa, es una imagen que bien podría servir como recurso metafórico para trazar la trayectoria del cantautor valenciano. Entre finales de la década de los 70 e inicios de los 80, Juli Bustamente fue, juntamente con compañeros generacionales, figuras igual e injustamente poco valorizadas como Pep Laguarda y Remigi Palmero, uno de los vértices fundacionales de una (micro) escena de la que surgirían maravillosos retazos de pop mediterráneo. Desde entonces, como la partícula de agua que sigilosamente se despide de la espita, el músico, pero también escritor y dibujante, siempre ha estado ahí chispeando colecciones de melodías cristalinas.

Bustamante Perkins es la reconstrucción del universo vital, el musical y el personal, si es que existe alguna diferencia, de su protagonista. Una película destilada en poesía costumbrista de balcones con ropa tendida, desayunos de pan, ajo y aceite, paseos por la playa y ensayos entre amigos al atardecer. Precioso esbozo, con aquella Valencia que en sus versos y acordes no se acaba nunca como telón de fondo, de un personaje entrañable, reivindicación de un cancionero imprescindible.

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