[Crónica In-Edit 2013] El Chu-cu-chú del folk

Evocando el clásico de los documentales musicales 'Festival Express', 'Big Easy Express' narra la gira en tren de costa a costa de Estados Unidos que en 2011 realizaron Mumford & Sons, Old Crow Medicine Show y Edward Sharpe and the Magnetic Zeroes. Por ORIOL RODRÍGUEZ
[Crónica In-Edit 2013] El Chu-cu-chú del folk
[Crónica In-Edit 2013] El Chu-cu-chú del folk
[Crónica In-Edit 2013] El Chu-cu-chú del folk

En mi orden de preferencias, solo hay una pasión que en determinados momentos puede situarse por delante de mi amor por el cine y la música: el fútbol. Sé, sin embargo, que el director de esta publicación, Carlos Marañón, otro enfermo del rodar del esférico, me perdonará que ayer incumpliera parcialmente con mis obligaciones de enviado, y me olvidara del In-Edit hasta primera hora de la noche. Afortunado de mí, la satisfacción fue doble: no solo ganó el Barça, sino que la película que vino después del golaso del jugadoraso Alexis Sánchez, Big Easy Express, resultó brillante. Y eso que no las tenía todas conmigo.

En 1970 Grateful Dead, Janis Joplin y The Band emprendieron una gira estival de tres fechas por Canadá. Más allá de reunir algunos de los nombres más relevantes de la historia del rock, la singularidad de aquel tour se encontraba en el hecho de que los músicos viajaban de ciudad en ciudad en tren. Una aventura que en 2003 finalmente quedaría inmortalizada en el excelente documental Festival Express. El 21 abril de 2011 Mumford & Sons, Old Crow Medicine Show y Edward Sharpe and the Magnetic Zeroes iniciaban una ronda de seis conciertos que les iba a llevar de Oakland, en California, a Nueva Orleáns, en Louisiana; recorrido que realizarían, efectivamente, a bordo de un ferrocarril. Una experiencia que ahora ha quedado narrada en celuloide en el largometraje Big Easy Express. Los paralelismos entre uno y otro título son evidentes, pero lo que se podía intuir como un ripio insustancial (no es lo mismo juntar a Grateful Dead, Janis Joplin y The Band que a Mumford & Sons y compañía), acaba tornándose una mesmerizante colección de fotogramas. Big Easy Express, que ya seduce en lo formal con un sobresaliente tratamiento de la imagen, cautiva por la vitalidad que rezuman sus protagonistas, por esa sensación de constante oda a la música que son cada una de sus escenas. El tren no deja de avanzar, de la misma manera que las notas no dejan de sonar. Cada vagón es una increíble actuación improvisada de magnífico repertorio imprevisto.

Más allá del halo romántico que siempre ha tenido el medio; el tren, por toda la relevancia que tuvo en la construcción del país en su avance hacia el salvaje oeste, se ha convertido en un elemento iconográfico de la cultura estadounidense. Relevancia mucho mayor cuando nos referimos al folk y se evocan aquellas travesías que en tiempos de Las uvas de la ira realizaba Woody Guthrie en desvencijados vagones de mercancías en compañía de parias y desclasados, que peregrinaban sin rumbo fijo anhelando encontrar la tierra prometida. Un siglo después, con el mundo de nuevo en recesión, Mumford & Sons, Old Crow Medicine Show and Edward Sharpe and the Magnetic Zeroes, bandas capitales en la revitalización del folk, terminan su periplo locomotorizado de costa a costa de Estados Unidos con una tremebunda versión coral del tema popularizado por el hombre que convirtió su guitarra en una máquina de matar fascistas This Train Is Bound For Glory. Tal y como están las cosas, no os extrañe si antes de que acaben los títulos de crédito ya habéis tomado ese tren misterioso camino a ninguna parte.

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