[Crónica In-Edit 2012] Allegro ma non tropo

'The Art of Being Virtuoso' traza el largo y tormentoso camino seguido por el pianista Lang Lang hasta convertirse en el número uno de la música clásica.
[Crónica In-Edit 2012] Allegro ma non tropo
[Crónica In-Edit 2012] Allegro ma non tropo
[Crónica In-Edit 2012] Allegro ma non tropo

El In-Edit se descuelga la guitarra para tomar la batuta de la mano de Lang Lang, la más grande estrella del rock de la música clásica. Sentado al piano desde que tenía tres años, solista de la Orquesta Nacional de China a los 14, el genio asiático, tal como parecía estar predestinado, ha acabado por revelarse en el rostro más popular del sinfonismo a nivel planetario. Un éxito fundamentado en una pericia propia de los nombres más ilustres en la historia del género, como aquel Chopin del que ya interpretaba con maestría su Concierto para Piano nº2 cuando tan siquiera había llegado a la pubertad; y un olfato para los negocios y la mercadotecnia más inherente a los Rolling Stones que no a aquellos que para subir a un escenario requieren de vestir de esmoquin. Thomas Grube, realizador alemán que ha centrado buena parte de su trayectoria en filmes relacionados con el universo de la lírica, prosigue en este The Art of Being Virtuoso el ascenso a la cima de Lang Lang, mostrando los trazos más dulces de la historia, pero sin ocultar ni enmascarar los momentos más amargos de la misma. Retales acibarados de una vida entregada desde el primer día a la música, que muestran su rostro menos amable cuando salen a relucir viejas rencillas filiales entre un padre que era partidario de una disciplina espartana para lograr que su prodigioso retoño fuera el número uno, y una madre que confiesa arrepentirse de aquella educación extremadamente férrea.

En el anverso a la historia de Lang Lang, dentro de la sección oficial internacional del In-Edit, hoy se estrena I Am Not a Rock Star, otro caso de músico precoz de talento descomunal, el de la pianista canadiense Marika Bournaki, pero con un devenir antagónico al del mago chino de las teclas. Ofrendada con el don de interpretar como muy pocos las más selectas partituras, al llegar a la adolescencia Bournaki se revela contra todas las expectativas que padres y maestros han depositado en ella. “Me encanta la música, pero no me gusta tocar para la gente. No soy una estrella del rock”, expone la joven talento en una declaración de principios, que, irónicamente, bien podría ser el manifiesto vital del más rebelde de los iconos roqueros. Dos historias con el mismo sueño como común denominador, pero con caminos totalmente opuestos para alcanzarlo.

CINEMANÍA en el Festival In-Edit 2012

Día 5: Rimas y leyenda

Día 4: Hikikomori Metal

Día 3: ¿Qué fue de Sixto Rodríguez?

Día 2: Músico blanco, corazón negro

Día 1: Simpatía por los documentales

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