'Climax': ¡Danzad, danzad malditos franceses!

Al cine de autor francés le gustan los bailes extáticos. Echamos la vista atrás para trazar una genealogía del ‘Sangría, sudor y lágrimas’ que propone Gaspar Noé en ‘Climax’.
'Climax': ¡Danzad, danzad malditos franceses!
'Climax': ¡Danzad, danzad malditos franceses!
'Climax': ¡Danzad, danzad malditos franceses!

Desde que los hermanos Lumière fijaran su mirada (y con ella su cámara cinematográfica) en los hipnóticos bailes de Loie Fuller, muchos y muchas cineastas han acudido a los escenarios (o pistas) de baile para dejarse seducir por el magnetismo del cuerpo en movimiento, de Max Ophuls a Godard o Philippe Garrel. El último de ellos es Gaspar Noé en Climax, que se estrena hoy y película en la que una noche de fiesta salvaje sirve como pretexto para que el irreductible cineasta se deje fascinar por los bailes extáticos de su troupe protagonista.

Noé, sin embargo, no es el único “autor” francés que ha hecho del baile un motivo visual poderoso y oscuro, como tampoco es suyo lo de elevar las sesiones dionisíacas moviendo el esqueleto al Olimpo de las secuencias para la historia del cine. Repasamos a continuación lo mucho que les gusta a los auteurs galos lo de filmar a sus protagonistas danzando, malditos o febriles, como si no hubiera un mañana.

Leós Carax – Mala sangre (1986)

El más ídolo de los autores del cine de autor francés es también el responsable de que cada vez que veamos a Denis Lavant pensemos en baile, y, tal vez por todo ello, Mala sangre puede verse como la obra seminal (contemporánea) en esto del frenesí danzarín. La secuencia es icónica –un travelling siguiendo en paralelo a Lavant corriendo por una calle de cartón-piedra– y no sólo porque suena David Bowie. Fascinante es quedarse corto.

Leós Carax – Los amantes de Pont Neuf (1991)

Otro de las escenas de baile más míticas del cine francés, también protagonizada por Denis Lavant (y Juliette Binoche) seguido por un sinuoso travelling, también pertenece a Carax y, a diferencia de la filmada cinco años antes –austera, pero eficaz–, el baile en Los amantes de Pont Neuf es voluptuoso, barroco y de una belleza decadente. Un vals pirotécnico.

Claire Denis – Beau travail (1997)

Por si no quedara todavía claro que Denis Lavant es el cuerpo que baila en el cine francés, Claire Denis le fichó en esta fábula antimilitarista sobre un sargento de la Legión Extranjera destinado en África, en mitad del tedio en tiempos de paz. [SPOILER] ¿Es o no es el mejor final de (casi) toda la historia del cine? [/SPOILER]

Claire Denis  – US Go Home (1994)

¿Quién de nosotros o nosotras no ha aprovechado la intimidad de su habitación para marcarse un baile desaforado? En US Go Home, quien lo hace es un jovenzuelo Grégoire Colin quien se enciende un cigarrillo y se arranca a bailar (encima de la cama) al ritmo de The Animals; y es probable que en esa secuencia se encuentre el germen de lo visto a posteriori con Denis Lavant. Obviamente, una cineasta del cuerpo como Denis no podía no tener en su filmografía una escena de pleno éxtasis danzarín.

Bertrand Bonello – ‘De la guerre’ (2008)

O lo que viene siendo, Matthieu Amalric, el relevo de Lavant en esto de ejercer de cuerpo extático, bailando en exterior día.

Nicolas Klotz – La question humaine (2007)

Amalric en su versión interior noche.

Philippe Grandrieux – Sombre (1998)

Puede que no exista una película con un arranque más malrollero que Sombre, del enigmático Philippe Grandrieux, el cineasta francés del cuerpo y sus distorsiones casi por excelencia, y el resto de la película, una suerte de cuento de hadas actualizado al presente y al son de Bauhaus, continúa por la senda oscura y preciosista que anuncia ese prólogo. Hablábamos de la banda de Peter Murphy, pero la banda sonora de Alan Vega en la secuencia de baile/ seducción entre Jean y Claire es demoledora.

Philippe Grandrieux – La vie nouvelle (2002)

Melania trabaja en un club nocturno y, una noche, Seymour se topa con ella y la desea. Los cuerpos de los protagonistas vibran; y, la imagen, junto a ellos. En La vie nouvelle, Philippe Grandrieux filma el trance amoroso como un trance de cuerpos bailando extáticos, atravesados por emociones, intensidades y ondas de longitudes varias.

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