Clásicos animados a acción real: ocho remakes que salieron bien

¿Quién dijo que convertir 'dibus' en carne, hueso y CGI era imposible? Estas películas demuestran que solo hacen falta ideas y maña.
Clásicos animados a acción real: ocho remakes que salieron bien
Clásicos animados a acción real: ocho remakes que salieron bien
Clásicos animados a acción real: ocho remakes que salieron bien

La adaptación live action de Aladdin ha llegado sin mucha expectación. Porque, aunque Disney insista en hacer versiones de imagen real de sus clásicos animados, siguen cayendo siempre en lo mismo: no parecen captar su exuberancia y dinamismo. Incluso si un puñado de películas consiguieron hacerlo en el pasado. De eso trata esta lista. De ocho películas que demuestran que, cuando se quiere, se puede transformar la animación en un buen live action.

Æon Flux

Æon Flux fue en origen una serie de animación de vanguardia concebida por el animador Peter Chung para Liquid Television, el espacio dedicado a la animación de MTV. Transcurriendo en 7698, teniendo por protagonista una agente secreta de la sociedad anarquista de Mónica cuyo deber era infiltrarse en el estado policial de Bregna, algo que servía como excusa para la puesta en escena experimental, la violencia explícita y no pocas dosis de BDSM.

Algo que la adaptación a imagen real de Karyn Kusama transformó en una disfrutable película de acción donde Charlize Theron lo da todo, incluso si, al final, quedó muy poco del verdadero impacto contracultural de la serie matriz.

Pokémon: Detective Pikachu

Detective Pikachu fue un éxito desde su anuncio. Y no es para menos. Un videojuego sobre un monstruo con aspecto apeluchado capaz de hablar con los humanos que tiene un adorable sombrerito de detective es tocar todos los puntos débiles de los millennial. Algo que han sabido explotar Warner y The Pokémon Company en su adaptación al cine, dándole un guión cuidado, vertiginosas dosis de acción y una obscena cantidad de adorables bichitos hiperrealistas.

Porque, si algo nos demuestra Detective Pikachu, es que a veces basta con ser coherente con el espíritu de la obra original para firmar algo interesante. Algo obvio aquí, porque las intenciones de Pokémon siempre han sido que sus criaturas sean lo más adorables posible.

Los Picapiedra

El gran peligro de los live action es resultar ridículos. Estar demasiados apegados al original. Algo que Los Picapiedra esquivo de la mejor manera posible: abrazando sin complejos que la premisa del original ya era algo completamente absurdo. De ese modo, a través de una nada sutil metáfora sobre la especulación inmobiliaria, que podría o no tener algo que ver con los chanchullos de Donald Trump en los 90, en vez de inundar todo en croma y CGI, decidieron hacer la película confiando en el departamento de arte, haciendo que los vestuarios, la escenografía y los colores le diera verosimilitud a Piedradura y sus habitantes. Algo que consiguieron más que sobradamente, si consideramos que, aún hoy, es una película rabiosamente divertida.

Masters del Universo

Masters del Universo, técnicamente, no era una serie de animación. Tampoco un cómic. Era una línea de juguetes de la cual se hizo serie de animación y cómic para vender más muñequitos. Descripción en la cual entrarían también Transformers, GI Joe y básicamente todos los productos audiovisuales propiciados por Bandai y Mattel. Es por eso que la película de Gary Goddard toca todas y cada una de las teclas necesarias para su verdadero propósito: alucinar a los niños.

De ahí que se todo se sustente sobre épica glam, muchos colores brillantes y el intensitómetro al 11. Algo que dio como resultado lo que cualquier 'adulto responsable' hubiera definido como un absoluto despropósito para engañar a los críos. Por fortuna, nosotros no somos adultos responsables y entendemos que, precisamente, ese era su propósito y, por extensión, que fue un triunfo a su particular manera. Frank Langella, que se lo pasó pipa interpretando a Skeletor, está de acuerdo con nosotros.

Space Jam

¿Qué haces cuando es físicamente imposible llevar tus personajes de animación al live action? Mezclarlos con personajes reales. Eso debieron pensar en Warner a la hora de concebir Space Jam, la película que mezcla a los personajes más famosos de la animación, los Looney Tunes, con el deportista más famoso de la época, Michael Jordan. Y como no podría ser de otro modo, fue un pelotazo.

Pero, ¿por qué lo fue? Porque mezclaba perfectamente ambos universos. Era loca, frenética y divertida como una serie de los Looney Tunes, y el núcleo que la movía era un mensaje de superación y triunfo sobre la adversidad que iba como anillo al dedo a un Jordan que triunfó en el baloncesto, lo dejó y volvió a triunfar cuando su retorno parecía imposible. Es decir, Space Jam es el live action definitivo: uno que traduce la realidad a imágenes más reales que la propia realidad.

Speed Racer

Speed Racer, la serie anime, parece inadaptable. Sus colores vibrantes, su velocidad extrema y sus cuidados diseños hacen que una versión live action sea, en esencia, prácticamente imposible. Hasta que las hermanas Wachowski decidieron tomar el mando.

Convirtiéndola en una historia familiar donde el prota quiere reconciliarse con la memoria de su hermano muerto en la pista, Speed Racer (la película) sigue siendo aún hoy una obra maestra inigualable en el uso del color, la velocidad y los diseños. Es decir, todo aquello que se suponía intraducible, y ellas consiguieron traer a la realidad con un CGI que aún hoy luce espectacular. Todo un ejemplo de cómo hacer una película live action, especialmente si no temes la incomprensión de la crítica y el público.

Donde viven los monstruos

Un libro infantil ilustrado de diez frases no parece la mejor opción para hacer una película que combine la introspección adulta con el sentido de la maravilla infantil. Pero Spike Jonze cogió la obra de Maurice Sendak (y su adaptación animada de 1973) para demostrar que, con desiertos, gente en disfraces, robots y pequeñas dosis de CGI, podía traducir la historia hasta convertirla en un espectacular viaje que es, al mismo tiempo, completamente fiel al original y una historia completamente nueva.

Algo a lo cual, si sumamos la espectacular banda sonora de Karen O, es fácil aprender una clave para firmar un buen live action: respetar el núcleo del original, pero expandiéndolo y dándole forma para que encaje dentro de las posibilidades del cine de imagen real.

101 dálmatas

Hace mucho tiempo, Disney parecía dominar aún el arte de hacer filmes en acción real. Y 101 Dálmatas es la prueba. Poniendo a Glenn Close a hacer de Cruella de Vil, y al estudio de Jim Henson a hacer los robots que sustituían a unos animales (una lluvia de adorables cachorritos, básicamente) imposibles de domesticar, firmaron una película que, si bien no enamoró a la crítica, sí consiguió encandilar a un público encantado de ver lo mismo, peor dirigido, pero igualmente adorable. Lo cual nos hace preguntarnos si no acabará pasando lo mismo con todos los live action por venir de Disney, que con tanta inquina criticamos ya sólo por su trailer.

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