Cine español: aclamado en festivales, poco visto en salas

Aunque el cine independiente español cada vez viaja más por certámenes, en nuestro país apenas se aprecia su repercusión internacional. Analizamos el estado de la cuestión.
Cine español: aclamado en festivales, poco visto en salas
Cine español: aclamado en festivales, poco visto en salas
Cine español: aclamado en festivales, poco visto en salas

Era la única presencia española en Cannes y además se ha ido con un premio bajo el brazo: Los desheredados, cortometraje firmado por Laura Ferrés [en la foto de arriba, tomada de @IniciaFilms] que retrata al padre de la directora enfrentándose al fin del negocio familiar, se hizo la semana pasada con el Premio Descubrimiento Leica Cine otorgado por la Semana de la Crítica, que se celebra enmarcada en el Festival de Cannes. Con el galardón de Ferrés, el cine español volvía a participar y, además, a triunfar en Cannes, pues el año pasado Juanjo Giménez recogía la Palma de Oro por Timecode –pieza que más adelante acabaría por alzarse con el Goya y a ser nominada al Oscar– mientras que en la Semana de la Crítica el largometraje Mimosas, del franco-gallego Oliver Laxe, se iba con todos los honores posibles.

Es cierto que Cannes marca el canon de la cinefilia global y, en este sentido, es importante señalar que el sempiterno lamento sobre la poca o nula participación española en la Croisette podría agravarse en futuras ediciones a tenor de la nueva política del certamen galo de no incluir en competición películas que no cuenten con estreno posterior en las salas del país (decisión tomada a raíz de la polémica entre Netflix y los exhibidores franceses). Sin embargo, las quejas sobre el poco interés que despierta nuestro cine en el ámbito internacional no son demasiado fieles a la realidad a tenor de los datos de películas y cortometrajes presentes en los otros festivales del mundo. Especialmente en el caso del cine independiente español.

En el último Festival de Rotterdam (IFFR), por ejemplo, celebrado en enero de 2017, se proyectaron hasta 14 producciones españolas, entre ellas Demonios tus ojos, de Pedro Aguilera, que competía por el Premio Tiger, Mimosas, de Laxe, o La reconquista, de Jonás Trueba. Del mismo modo,  en la Berlinale se pudieron ver hasta ocho trabajos españoles y Carla Simón logró el premio a la Mejor ópera prima por Verano 1993. La cineasta catalana, además, ha sido recientemente escogida por Variety como uno de los talentos a seguir de nuestro cine.

Del mismo modo, en el BAFICI bonaerense, uno de los termómetros más importantes del cine latinoamericano, Adrián Orr se consagró ganando el concurso internacional a finales de abril con Niñato, que participaba al mismo tiempo en Visions du Réel, certamen dedicado por completo al documental.

¿CÓMO SE LLEGA A COMPETIR EN FESTIVALES?

Detrás del empuje que ayuda a que una película compita o no en un festival de clase A como Cannes, Berlín, Venecia o Rotterdam está el trabajo de instituciones, organismos, productoras, distribuidoras y programadores. Y aunque parezca que los agentes son muchos y diversos, no siempre parecen trabajar todos en la misma dirección, especialmente en unos últimos años en los que las políticas públicas de promoción y ayuda a nuestro cine han brillado por su ausencia, tal y como se lamentaba Laxe en un artículo reciente en El país.

Mercedes Martínez Abarca, programadora del IFFR desde 2013, señala que, a pesar de la situación actual de la política cinematográfica patria y pese a que le gustaría que hubiera más películas españolas en el festival neerlandés, está “bastante orgullosa de la presencia que tenemos en Rotterdam”.

En unas jornadas realizadas en el marco del Festival D’A de Barcelona para debatir precisamente sobre la internacionalización del cine español y más concretamente del novísimo cine independiente español, Martínez Abarca recordó que el IFFR lleva años prestando atención a los jóvenes autores que salen de nuestro país, desde "Esa sensación (Cavestany, Génisson y Hernando, 2016), la peli española que mas le sorprendió a Almodóvar el año pasado; a Oleg y las raras artes (2016), de Andrés Duque, que después ha tenido un recorrido extraordinario. También hemos tenido ciclos y retrospectivas, uno primero dedicado al Master de Documental Creativo de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona); otro dedicado a Albert Serra, y otro retrospectivo sobre Pere Portabella…”.

A pesar de la creciente inclusión de cine español en la parrilla de Rotterdam, la programadora española reconoce que “no mostramos todo [el cine español] porque es el IFFR un festival internacional muy grande –el año pasado tuvimos hasta 484 películas– y se proyecta cine de todo el mundo.”

“Es verdad que se hace menos de lo que tendríamos que hacer”, explicaba Carlos R. Ríos, director del Festival D’A de Barcelona, en esas misma jornadas. “Y cada año aparece la misma noticia: no hay películas españolas en Cannes. Algo hacemos mal, pero lo cierto es que tampoco estamos haciendo mucho por promocionarnos en festivales que sí incluyen cine español. Pensamos sobre todo en Berlín y en Cannes, pero, por ejemplo, apenas hay ayudas para ir a Busan (que ahora mismo es el festival internacional mas importante de toda Asia)”.

L.A. OLA AMERICANA

Similar opinión tiene Rocío Mesa, directora de L.A. OLA, muestra de cine independiente español celebrada desde hace tres años en Los Ángeles con el fin de promover producciones españolas más modestas e independientes y que desde este 2017 toma también el Anthology Film Archives de Nueva York los próximos 2,3 y 4 de junio con el mismo objetivo. En su versión en la ciudad de California, que se celebró entre los pasados 18 y 21 de mayo, se proyectaron películas de Oliver Laxe, Cavestany, Génisson y Hernando, Andrés Duque, Chema García Ibarra (La disco resplandece) y Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen (Las amigas de Ágata), además de programar una masterclass de Laxe y una mesa redonda sobre el rol de la mujer en las industrias audiovisuales a uno y otro lado del Atlántico.

Mesa, que también acaba de ser protagonista de Variety en otro reportaje sobre talento femenino español al alza, cuenta que “antes de L.A. OLA, en Los Ángeles ya existía otra muestra de cine español llamada Recent Spanish Cinema, que trae a la ciudad éxitos más comerciales de la producción patria”, por lo que, en este sentido, creían que “era el cine independiente que el que necesitaba un escaparate. Películas dirigidas por jóvenes creadores españoles que estaban ganando en festivales de prestigio como Locarno o Berlín, pero que no contaban con distribución en EE UU”.

Añade la directora de L.A. OLA, que posee además en su currículum el documental Orensanz, seleccionado en el Festival de Sevilla y en el BAFICI, que “las salas actualmente están copadas por cine comercial manufacturado para generar beneficios en taquilla y creemos que esto es una obviedad. El cine de autor, no sólo español sino de cualquier país, ya no tiene cabida en las salas tradicionales de cine. En concreto el cine español independiente no cuenta con presupuesto suficiente como para tener partidas económicas de distribución y marketing que lo hagan competitivo en el mercado”.

De ahí, por tanto, propuestas como el doble certamen americano que organiza Mesa y otros tantos programas de cine español independiente que están tomando posición en Rotterdam, Locarno e incluso en festivales españoles de mediana y gran dimensión, no sólo Sevilla o el D’A sino también San Sebastián o Málaga. “Málaga se ha abierto a este otro cine español, como también San Sebastián ha abierto su mirada. Hay que romper con ciertos circuitos endogámicos, sobre un modelo u otro de festival, un modelo u otro de público y de creadores. Se trata de dar cancha para que los realizadores y realizadoras lleguen más allá y al mismo tiempo buscar otra política de financiación para que haya representatividad de voces”, apuntaba también Carlos R. Ríos sobre este movimiento en el circuito.

Sobre la escasez de financiación para la movilidad del cine independiente español, Mesa, en relación a L.A. OLA cuenta que, si bien “la muestra está asentada a nivel de público y prestigio”, “no en cuanto a fondos”. Y cree que “L.A. OLA será un proyecto consolidado cuando contemos con una estructura económica que al menos nos garantice una continuidad anual. No obstante agradecemos mucho a nuestros actuales colaboradores como Acción Cultural Española, la Embajada de España en Estados unidos, los consulados de LA y NY, el ICEX, la Fundación SGAE o el Institut Ramon Llull, sin ellos esta muestra de cine no sería posible y valoramos mucho que haya apostado por darle visibilidad internacional al cine independiente”.

EN BUSCA DE NUEVAS AUDIENCIAS

¿Cómo reciben estas propuestas el público internacional? “La audiencia estadounidense recibe estas películas con entusiasmo y agradece que se traiga a sus ciudades este tipo de cine independiente europeo al que difícilmente pueden acceder”, afirma Mesa. “En Los Ángeles y en Nueva York existe un gran número de cinéfilos que siguen de cerca la producción cinematográfica independiente española y que consideran un lujo poder ver estas películas en salas. El otro día, por ejemplo, nos pedía un crítico local que por favor hiciésemos monográficos de las películas de la Pompeu Fabra o del “nuevo cine gallego”, por poner un ejemplo”.

Martínez Abarca, por su parte, señala que en Holanda “hay un interés más general por la cultura española, y desde esa posición se acercan a este cine, aunque no lo ven de la misma manera que a Almodóvar. Pero todo ayuda a que luego en las salas del país se estrenen películas españolas distintas, desde Tarde para la ira a Un monstruo viene a verme”. Para R. Ríos, “son las películas y los cineastas los que pueden lograr que haya un imaginario español en términos cinematográficos. Sean películas comerciales o arriesgadas, la cuestión es sumar; y con menos etiquetas, mejor”.

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