[Cannes 2018] Cruz y Bardem, una inauguración

Asghar Farhadi reúne a los Vengadores del cine hispano para inaugurar Cannes: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín y Bárbara Lennie en un thriller rural.
[Cannes 2018] Cruz y Bardem, una inauguración
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[Cannes 2018] Cruz y Bardem, una inauguración

¿De qué se habla hoy en Cannes? Si hay alguien capaz de rivalizar con el mundo de las estrellas de cine en naturaleza quejica, egolatría desnortada y narcisismo patológico ese es el gremio de la crítica y prensa de cine. Por lo tanto, el tema favorito al inicio de esta 71ª edición de Cannes son los cambios que ha realizado el festival en los horarios de las proyecciones.

Con el fin de evitar que las películas tengan su pase de gala después de que los periodistas lleven horas defenestrándolas en redes sociales, los acreditados ya no las ven antes, sino de forma simultánea o, en el caso de la última sesión de tarde, al día siguiente. Una medida que, como la tan tuiteada prohibición de sacarse selfies en la alfombra roja, sería innecesaria si existiera un mínimo de educación o profesionalidad, pero tampoco vamos a exagerar pidiendo imposibles.

¿El resultado? Pues, aparte de dejar claro el lugar que ocupan los medios en la escala de prioridades de Cannes, un descontrol de horarios que hace todavía más complicado el triatlón de riesgo consistente en hacer colas, ver películas y escribir (comer y dormir ya son lujos más difíciles de valorar).

¿Qué películas has visto? Como consecuencia de lo anterior, por ahora solamente Todos lo saben, la película española del iraní Asghar Farhadi que ha inaugurado este año el sarao. El director de Nader y Simin, una separación, especialista en aunar dramas domésticos con elementos de thriller, parece haber contado con una barra libre de estrellas del cine español que no se han querido perder la oportunidad de trabajar con él.

Como si la Vengadores: Infinity War de la cartelera hispana se tratara, Todos lo saben reúne en una misma aventura los universos propios de power couple de Penélope Cruz Javier Bardem, los primeros espadas todoterreno de las actuaciones de calidad (Bárbara Lennie, Eduard Fernández Elvira Mínguez), el esforzado mundo del secundario de lujo (Ramón Barea, José Ángel Egido) y hasta el tirón de Ricardo Darín para el sprint final. Lo malo es que Farhadi parece menos hábil que los hermanos Russo para combinar tanto talento individual diverso en una colaboración eficaz donde su confluencia realmente sume.

No se puede negar que Farhadi haya planteado el reto de manera generosa. Propone una historia absorbente, con potencial para unas cuantas ramificaciones, aunque luego las vaya perdiendo por el camino. Penélope Cruz interpreta a una mujer que viaja desde Argentina, donde vive con su marido (Ricardo Darín) y sus hijos, a su pueblo natal para asistir a la boda de una hermana (Inma Cuesta). Allí se reencuentra con Javier Bardem, su gran amor de juventud, a quien vuelve a unir una desaparición durante la fiesta de la boda.

Ese primer punto de giro, a través del cual la película abraza de lleno el thriller, consigue mitigar el bochorno de una presentación de personajes atropellada y a mogollón en las que la búsqueda de costumbrismo rural español por parte del cineasta iraní roza por momentos la artificiosidad marciana de Julio Medem. Por fortuna, cualquier pretensión de naturalismo se abandona durante el resto del metraje, que irá revelando más secretos ocultos bajo la propiedad de los viñedos del pueblo con una cadencia culebronesca mucho más desenvuelta narrativamente.

Al destapar secretos y reproches, con personajes soltándose bombas unos sobre otros, es cuando pueden brillar actores como Bárbara Lennie –la mejor del reparto, aunque Javier Bardem arriesga con ciertas decisiones actorales y Penélope Cruz no estaba tan bien desde Almodóvar–, al menos en las contadas ocasiones en las que Farhadi les deja habitar los planos en vez de trocearlos. Hay que aferrarse a esos momentos cuando el cuarto final del contundente metraje de dos horas y cuarto –con todos sus minutos– se vulgariza atropelladamente en cuanto tiene que empezar a resolver el misterio.

Todos lo saben queda, pues, como emblema elocuente de lo que suelen ser las películas de inauguración de Cannes. Un producto recargado de quilates, incontestable como reclamo mediático por el pedigrí de la gente involucrada en él, de tirón digno para el público general e índice de satisfacción entre indiferente y escaso. Así son las inauguraciones. Todos lo sabíamos.

Imagen del día: En la presentación del Jurado ante los medios, Kristen Stewart mirando a Cate Blanchett exactamente igual que yo miro el pain au chocolat con café camino del Palais por las mañanas.

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