'Black Panther': Más alto, más rápido, más negro

Surgido en 1966 como reflejo pop del cambio social, Pantera Negra desafió los estereotipos raciales de la época.
'Black Panther': Más alto, más rápido, más negro
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'Black Panther': Más alto, más rápido, más negro

El Universo Marvel nació en noviembre de 1961 con el primer número de Los Cuatro Fantásticos. Los autores del tebeo, Stan Lee y Jack Kirby, llevaban ya dos años realizando tebeos de monstruos gigantes, y su propuesta inicial no era más que una simple variación de estos. De dicho origen derivado surgió sin querer el primer rasgo de modernidad que explica su éxito instantáneo: el superhéroe con problemas por su anormalidad.

La segunda novedad era una consecuencia lógica: dicha naturaleza monstruosa se entiende mejor si se enmarca en el mundo ‘real’. Frente a la Metrópolis de Superman o la Gotham de Batman, urbes de ficción de la rival DC, los personajes Marvel habitaban una Nueva York reconocible y auténtica que recreaba el paisaje social del momento. Aún así, ambos sellos mantenían un mismo elemento común: los héroes protagonistas eran todos de raza blanca.

'Black Panther': Más alto, más rápido, más negro

La cultura de consumo pop refleja la sociedad de la que emana, y por eso los héroes siempre fueron blancos. A su lado, los personajes de raza negra aspiraban, como mucho, al rol de amigo o ayudante del héroe caucásico. Por lo general debían conformarse con papeles secundarios cargados de estereotipos raciales que, desde el negrito bobalicón (The Spirit) a la tribu caníbal de El Hombre Enmascarado, pasando por la criada rellenita, eran herencia del colonialismo o la esclavitud. Esa iconografía humillante iría desapareciendo tras la II Guerra Mundial con la irrupción del movimiento por los derechos civiles, cuyos avances se reflejaron en el cine y los tebeos.

En 1966, un año antes de que Sidney Poitier encarnara al detective de color protagonista de En el calor de la noche, el tándem Lee-Kirby atravesaba por un estallido creativo de imaginación desbordante cuyo epicentro estaba en las páginas de Los Cuatro Fantásticos. En junio de ese año, el número 52 de la colección presentaba a Pantera Negra, el primer superhéroe negro de la historia del cómic.

'Black Panther': Más alto, más rápido, más negro

En la aventura, prolongada durante varias entregas, el cuarteto protagonista viajaba a Wakanda, nación africana donde las tradiciones tribales convivían con la tecnología futurista. El progreso científico se debía al vibranium, escaso mineral cuya explotación se mantenía libre de multinacionales extranjeras, y el bienestar social a una monarquía parlamentaria donde el rey T’Challa seguía la costumbre de vestirse de superhéroe para defender a su pueblo.

Inspirado en los hombres leopardo que atacaban a los colonos del Congo Belga, el carisma de Pantera Negra aumentó cuando, seis meses después, los activistas afroamericanos Huey P. Newton y Bobby Seale fundaron el Partido Pantera Negra: hoy resulta sorprendente descubrir que el personaje de los cómics Marvel fuese anterior al nacimiento de la mítica organización revolucionaria y paramilitar. Por otro lado, la utopía africanista de Wakanda también respondía al viejo sueño de Marcus Garvey, pintoresco líder de un movimiento que propugnaba regresar a África para fundar una nación capitalista similar a EE UU.

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Pantera Negra no tuvo colección propia hasta 1973. Allí se enfrentó al Ku Klux Klan durante un largo periplo por la América sudista que orquestó el guionista de izquierdas Don McGregor; y, desde 1998, la mayoría de sus aventuras han estado a cargo de escritores afroamericanos como el cineasta Reginald Hudlin (House Party, 1990) o, en la actualidad, el periodista Ta-Nehisi Coates. Pero antes de que eso sucediera, el personaje pasó varios años saltando de una colección a otra como estrella invitada o formando parte de los Vengadores desde mayo de 1968, inaugurando la política de discriminación positiva según la cual todo supergrupo debe incluir alguna minoría étnica entre sus miembros.

Fue en esa colección donde, con el grito “¡Yo no soy un estereotipo!”, reivindicó su singularidad frente a los héroes negros que nacieron tras su debut. El primero fue Halcón, compañero del Capitán América desde 1969 y, por tanto, sospechoso de apoyar al establishment blanco en unos cómics que reflejaban las revueltas raciales de la época. El segundo en importancia fue Luke Cage, surgido en 1972 al amparo de la blaxploitation, aquellas películas de serie B que llenaban de machos alfa afroamericanos los cines de barrio. Halcón y Luke Cage encarnaban nuevos estereotipos raciales surgidos del gueto, en los que no había lugar para ese monarca africano que, con la tecnología de su parte y disfrazado de guerrero tribal, se convirtió en el primer superhéroe negro.

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