13 películas para celebrar los 40 años de la Steadicam

En 1976, Garrett Brown creó un sistema de estabilización para atenuar los movimientos de la cámara cuando el operador la maneja. Y cambió la historia del cine.
13 películas para celebrar los 40 años de la Steadicam
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13 películas para celebrar los 40 años de la Steadicam

La Steadicam celebró el pasado diciembre su 40 aniversario. Hoy en día estamos bastante habituados a ese travelling flotante que desde un punto de vista subjetivo nos conduce sigilosamente por el interior de una escena, pero lo cierto es que se trata de un tipo de plano (y de movimiento de cámara) más joven de lo que creemos. Aunque la Steadicam se utilizó por primera vez en la película Esta tierra es mi tierra (1976), de Hal Ashby –y por la que Haskell Wexler ganó el Oscar a la mejor cinematografía–, fue con Rocky (1976), de John G. Avildsen, cuando el invento de Garrett Brown asaltó Hollywood.

Así lo rememoran en The New York Times: “Tras estudiar varias localizaciones para Rocky, el director John G. Avildsen todavía no tenía idea de cómo sacar adelante la escena crucial de la película. Entonces, su operados asistente le sugirió que viera su reel sobre una pieza nueva de equipamiento técnico, que incluía una toma de la novia del cámara corriendo por las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia. Y ahí yo dije ‘Hmm, ya sé hacia dónde va a ir esto", tal y como recuerda el propio Avildsen en ese diario.

Desde ese momento, figuras del cine como Martin Scorsese, Brian De Palma, Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, Joe Wright o Terrence Malick han hecho uso de la Steadicam en más de una ocasión, convirtiendo algunas tomas realizadas con ese aparato en planos icónicos de la historia del cine. Para Brown, un técnico autodidacta que se formó leyendo libros en la biblioteca de Filadelfia, “la Steadicam es un invento algo cutre. Por sí mismo, no hace nada. En manos de un operador dotado, es un instrumento y no tiene más utilidad que la habilidad del cámara”, comentaba en una entrevista reciente en No Film School. Modestias aparte, sin este sistema de estabilización de la cámara ninguno de las siguientes (y estupendas) 13 secuencias habrían existido. Y, claro, el cine contemporáneo tampoco hubiera sido el mismo.

Esta tierra es mi tierra (Hal Ashby, 1976)

El biopic del cantautor folk Woody Guthrie es también la primera película en la que se utilizó la Steadicam, que para entonces era un artilugio no tan sofisticado como los que se ven actualmente en los sets de rodaje. Como recuerda Garret Brown, en declaraciones recogidas en Steadishots, “mientras la grúa se alzaba al lado de David Carradine, salí y caminé con él a través del enorme campamento y buena parte del camino de vuelta, esquivando a niños y multitudes, cuerdas de la tienda de campaña y vehículos. Al final, estaba entumecido de fatiga y nervios”. El esfuerzo valió la pena porque la fotografía de la película se llevó ese año el Oscar de la Academia.

Rocky (Sylvester Stallone, 1976)

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Brown utilizó la Steadicam en al menos tres escenas, pero si tenemos que escoger una no podemos obviar la mítica toma en la que Rocky sube las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia. Así lo recuerda Brown en Steadishots: “Mi verdadero problema fue mantener en marcha la cámara en medio del frío. Las dos baterías CP no eran lo suficientemente potentes, sobre todo después de una abolladura en el poste central que comenzó a afectar el eje interno del motor. ¡Hicimos las famosas tomas del Museo de arte con Ralf corriendo junto a mí llevando dos baterías de automóvil para hacer funcionar el Arri!”. En el site de la Directors Guild of America, John Avildsen desgrana la toma paso a paso.

El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)

Tan pronto como Stanley Kubrick conoció el aparato de Garrett Brown quiso probarlo y con El resplandor el cineasta realizó en los pasillos del Hotel Overlook una clase magistral que enseñaba todas las posibilidades técnicas y narrativas que ofrecía el dispositivo. Kubrick fichó al propio Brown para operar la Steadicam: “Habría sido feliz de estar en cualquiera de sus películas”, recuerda el técnico. “Stanley movía la cámara bien y con una intención concreta. El resplandor fue la oportunidad de ir más allá con una técnica que no podría haber experimentado en otro lugar. Ahí fue dónde aprendí de veras a controlar el maldito invento”.

Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990)

Es uno de los planos más conocidos filmados con una Steadicam: al son de Then He Kissed Me, de The Crystals, acompañamos a Ray Liotta y Debra Winger entrando en un club por la puerta de atrás hasta la sala central mientras recorremos cocina, almacenes y pasillos del establecimiento. En Steadishots, el operador Larry McConkey detalla cómo pensó la toma: “Varias veces había un momento en que sentía que el plano empezaba a morir, así que hacíamos entrar a otro personaje para que Ray interactuara con él”. Garret Brown, en unas declaraciones también recogidas en ese portal, cuenta que en manos de Scorsese, Ballhaus y McConkey, la Steadicam se convirtió en un instrumento muy distinto del que él utilizó en El resplandor; un dispositivo “encantador y alegre y enteramente entregado al poder descuidado de Ray Liotta y sus colegas mafiosos”.

Atrapado por su pasado (Brian De Palma, 1993)

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Tanto en la década de los 80 como en la de los 90, Brian De Palma se rindió ante el hipnótico vaivén de la Steadicam –Doble cuerpo, Los intocables, La hoguera de las vanidades, Snake Eyes…–, pero si hemos de destacar un plano realizado con ese dispositivo nos quedamos con esta acongojante toma de Atrapado por su pasado realizada en Grand Central Station, Nueva York, donde seguimos a Al Pacino tratando de zafarse de unos mafiosos que le persiguen. La cámara recorre la estación de lado a lado, de arriba abajo, en un estudio del espacio diegético que es sobresaliente.

Días extraños (Kathryn Bigelow, 1995)

https://vimeo.com/82939238

La secuencia de apertura de Días extraños es de los mejores arranques que el cine de los 90 ha dejado para los anales: un atraco visto en cámara subjetiva vivido a través de un dispositivo de realidad virtual (sí, hemos de incidir en lo visionaria que es la película de Bigelow). Como explica James Muro en Steadishots, fue la última secuencia que filmaron de todo el rodaje pero comenzaron a pensarla cuando estaban en el set de ¡Mentiras arriesgadas (James Cameron, 1994)! Efectivamente, esa larga secuencia inaugural está editada en la sala de montaje pero los cortes son tan sutiles que su ritmo todavía hoy deja sin aliento.

Boogie Nights (P.T. Anderson, 1999)

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Paul Thomas Anderson demostró en Boogie Nights que con una Steadicam es capaz de presentarnos a los personajes de una película de una tirada, apenas 3 minutos, y con mucho estilo. La secuencia de apertura de esa película arranca fijándose en un letrero de neón para introducirnos en un club y circular por su sala central en busca de cada uno de los protagonistas de la historia. En este conocido videoensayo de Kevin B. Lee se estudia el manejo del dispositivo del cineasta en 5 de sus películas. ¡A tomar nota!

El arca rusa (Aleksander Sokurov, 2002)

Para filmar los 90 minutos en plano secuencia (discutible) por los pasillos del Hermitage de San Petersburgo, Aleksander Sokurov fichó al DP y operador Tilman Büttner (que ya había demostrado su solvencia con la Steadicam en Corre, Lola, corre, de Tom Tykwer, y volvería a hacerlo en El caballo de Turín, de Béla Tarr). El resultado es un viaje en HD por la historia de la Rusia de los zares absolutamente hipnótico y majestuoso.

Kill Bill vol.1 (Quentin Tarantino, 2003)

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Otra estupenda toma realizada con una Steadicam es la escena de la entrada de la novia (Uma Thurman) al restaurante japonés en la primera entrega de Kill Bill. Con una Steadicam y con muchos otros trucajes, porque la secuencia en cuestión es una compleja ecuación de diferentes planos en continuum que requirió, tal y como recogen en Steadishots, de un set repleto de cuerdas, plataformas y otros artilugios, y que necesitó de 17 repeticiones hasta que salió perfecta. Una verdadera coreografía técnica con la que Tarantino dejó a la platea con la boca abierta.

Birth (Jonathan Glazer, 2004)

Que menos es más lo demostraron Jonathan Glazer, Harris Savides y Garret Brown en el prólogo de Birth, protagonizada por Nicole Kidman. Un hombre corre por un nevado Central Park mientras la cámara le sigue desde un punto de vista cenital para, tras cruzar un puente y lanzarnos el título de la película, recular poco a poco desde el túnel y enseñarnos cómo el personaje muere desfallecido en la oscuridad de ese agujero. Depuración absoluta del lenguaje cinematográfico.

Expiación (Joe Wright, 2007)

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La década que dejamos atrás hace ya siete años fue sin duda un gran momento para la Steadicam: utilizada en escenarios que todavía no eran 100% CGI, el dispositivo era capaz, entre muchas otras cosas, de otorgar poder hipnótico y alucinado a grandes secuencias coreografiadas. Es el caso de la escena en la playa de Dunkirk de Expiación, la adaptación de la novela de Ian McEwan por parte de Joe Wright. El cineasta británico ha demostrado en varias ocasiones lo mucho que le gusta el dispositivo, pero lo que consiguió en esa toma de Expiación fue un logro técnico, a tenor de las explicaciones del operador Peter Robertson en Steadishots.

Il divo (Paolo Sorrentino, 2009)

https://vimeo.com/20163479

¿Qué sería de Paolo Sorrentino sin la Steadicam? Los sinuosos travellings del dispositivo son marca de la casa pero en Il Divo los transformó en un azote crítico y grotesco contra la figura de Giulio Andreotti, interpretado por su habitual Toni Servillo. En el plano secuencia que recuperamos de esta cinta el operador Alessandro Branbilla atraviesa cinco habitaciones repletas de gente bailando alocada para luego fijarse en la presencia vampírica de Andreotti, sentado en un sofá-besamanos.

El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011)

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No querríamos finalizar este recorrido por la historia de la Steadicam sin citar al DP más celebrado en lo que llevamos de década, Emmanuel Lubezki. Aunque está en activo desde los años 90 (la foto de Reality Bites es suya), su colaboración con Alfonso Cuarón (Hijos de los hombres, Gravity), Alejandro Gonzñalez Iñárritu (Birdman, El renacido) y, sobre todo, Terrence Malick, ha marcado un antes y un después en el uso del dispositivo. Para bien y para mal, porque con Malick su Steadicam nos ha dejado imágenes estremecedoras (como las que guían el camino del protagonista de El árbol de la vida) y a la vez nos ha mostrado que el abuso del dispositivo se transforma en pantalla en una sucesión de clichés visuales (To the Wonder, Knight of Cups).

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