11 secuelas que sobrevivieron a un cambio de director

Ahora que Stefano Sollima reemplaza a Denis Villeneuve en 'Sicario: El día del soldado', recordamos franquicias que llevaron bien los cambios detrás de la cámara.
11 secuelas que sobrevivieron a un cambio de director
11 secuelas que sobrevivieron a un cambio de director
11 secuelas que sobrevivieron a un cambio de director

Existe la idea generalizada de que, si en una secuela no repite su director original, es que algo ha debido salir mal. Y eso no es necesariamente cierto. En ocasiones, segundas partes donde ha habido un cambio de director consiguen estar a la altura, o incluso mejorar, sus bien intencionadas primeras partes. Y con el estreno de Sicario: El día del soldado, donde Stefano Sollima (Suburra) ha venido a sustituir a Denis Villeneuve, hemos elegido otras once películas donde, a pesar de cambiar su director para la secuela, la calidad general no se resintió ni un ápice.

Aliens, el regreso

Alien, el octavo pasajero es una película icónica. Y cualquiera que conozca el delicado trabajo de atmósfera de Ridley Scott, convirtiendo el espacio en una carretera comarcal de la región de Soria, sabrá que la idea de una continuación era una mala idea. Pero a veces las malas ideas salen bien. Contando con un James Cameron que acababa de dar el campanazo tras la primera Terminator, la saga abrió las puertas siguiendo un principio elemental: si existe un álien, por fuerza han de existir más. Y eso hizo Aliens. Multiplicar exponencialmente la amenaza. Poniendo a Ellen Ripley (Sigourney Weaver) entre un grupo de marines, reforzó la atmósfera y lo tenebroso haciendo que los enemigos fueran tantos que ni un escuadrón de gente entrenada tuviera ninguna posibilidad de defenderse; incluso si conseguían abatir a un bicho, ¿cómo podían saber cuántos más quedaban y hasta qué punto podrían multiplicarse? Ese fue el gran mérito de Cameron, ntender a la perfección la película de Scott y elevarla a la enésima potencia.

Jumanji: Bienvenidos a la jungla 

Hacer una secuela es difícil. Hacer una secuela de una película con ecos generacionales de hace más de veinte años basado en un libro de hace más de cuarenta, es de nota. Pero es lo que logró el año pasado Jake Kasdan en su notable Jumanji: Bienvenidos a la jungla. Con una premisa similar a la original, sólo tuvo que adaptar los principios de la obra a las particularidades de nuestro tiempo. En tiempos de ficción young adult, protagonistas adolescentes; y cuando la ficción interactiva está en todas partes, Jumanji adquiere la forma de un videojuego retro. Algo que se hace notar incluso dentro de la película, con sus mecánicas superficiales, pero satisfactoria, de vidas y habilidades, recién heredadas de cualquier juego de aventuras de segunda fila. Algo de agradecer en un mundo donde «secuela» suele traducirse como «más de lo mismo».

Juego con la muerte II

¿Puede una película que no tiene ni al director ni al actor protagonista ni los derechos de la original ser una buena secuela? Depende de que entendamos por buena. Juego con la muerte II tiene kung-fu, escenas recortadas de Operación Dragón y un See-Yuen Ng plenamente consciente de que el hecho de que Bruce Lee esté muerto apenas sí es un problema existiendo el montaje y un morro absolutamente descomunal. Por eso, a pesar de que Juego con la muerte ya era de por sí una película póstuma —Bruce Lee murió antes de terminar el rodaje, por lo cual tuvieron que recurrir al montaje para acabarla—, Juego con la muerte II es una secuela más que digna, llevando al paroxismo todo lo que era la primera. ¿Y qué era la primera? Un intento de seguir explotando la leyenda de Bruce Lee, independientemente de lo que eso implicara para su imagen o su recuerdo.

Los ojos del mal 2

Los ojos del mal no pasará a la historia del cine. Como película de terror palomitera, sin ínfulas ni pretensiones, es un entretenimiento sencillo para noches sin grandes expectativas. Y su segunda parte, con el reclamo de las hermanas Soska, no deja de ser más de lo mismo. Aunque no encontramos su preferencia por el body horror, las directoras continúan con buen pulso el tono de subproducto donde lo importante es la oscuridad, la violencia y el drama, pero poquito. Es decir, nos dan, como hizo la primera, una sartenada de sustos y muertos para los fans del terror que sólo quieren pasar un rato. Porque a veces basta con no empeorar lo que ya se hizo antes.

Sex is Zero 2

 Sex is Zero fue una de las grandes comedias coreanas de la década pasada. Por eso no sorprendió a nadie que, cinco años después de su estreno, regresara con una continuación en la cual haría su debut, siendo su única película hasta el momento, Tae-yun Yoon. ¿Y qué diferencia a su continuación de la original? Básicamente, nada. Regresamos al 'chico conoce chica y amigos de chico acaban ideando planes absurdos que acaban en enredos sexuales de toda clase, sólo para que al final gane la empatía del chico con respecto de los problemas de chica'. A fin de cuentas, aunque ya no en la dirección, JK Youn, director de la película original, seguía firmando el guión. Algo que nos demostró algo que debería ser obvio a estas alturas: salvo casos puntuales de directores muy idiosincráticos, el tono y la forma de una película viene más definido por su guion que lo que sea que haga el que está detrás de las cámaras.

Star Trek: La ira de Khan

Aquí no hay debate que valga: Star Trek. La película fue un desastre. Aunque en su momento arrasó en taquilla, no siendo superada hasta la llegada del reboot de J. J. Abrams, los críticos la lapidaron sin concesión alguna. Lo cual condujo a que Nicholas Meyer se encargara de la única película del canon trekkie que parece tener unanimidad sobre su insobornable calidad, Star Trek II: La ira de Khan. Haciendo sólo en taquilla más de ocho veces su coste, con una respuesta crítica arrolladoramente positiva y aún hoy adorada por los fans, las razones para incluirla en esta lista son más que obvias. Pues si bien parece fácil, ¿qué hay más difícil que convencer a la gente de que la secuela de una película considerada horrorosa puede llegar a ser buena?

El Imperio contraataca

Star Wars tuvo, durante muchos años, una suerte de la cual no pudo alardear Star Trek: George Lucas conoció un éxito inmediato, garantizando que su trilogía sería todo lo que siempre había imaginado. Pero lo que nadie esperaba es que tras la asombrosa Una nueva esperanza el bueno de 'tío George' se haría a un lado y dejaría a los mandos de la secuela a Irvin Kershner, un director con una carrera no especialmente notoria, pero que le había dado lecciones de cine durante sus años de estudiante. Contra todo pronóstico, el resultado es el que conocemos: El Imperio... no es sólo la mejor película de Star Wars, sino que es también la más recordada y la que más momentos y giros icónicos nos ha dado. Pues si hay algo que conoce incluso la gente que no ha visto Star Wars es el ya clásico «No, yo soy tu padre».

Guinea Pig 2: Flor de carne y sangre 

11 secuelas que sobrevivieron a un cambio de director

Absténgase estómagos sensibles de querer saber qué está escrito en estas líneas. Guinea Pig es una saga de películas conocida por ser el ejemplo más notorio del gore convertido en un fin en sí mismo. Pura pornografía de sangre, vísceras y muerte. Por esa razón, al estreno de su primera parte en EEUU, un Charlie Sheen con poco aguante para las atrocidades denunciaría la película al FBI, convencido de que todo lo exhibido era real. Y si bien es cierto que aún hoy resulta desagradable y demasiado realista, el malentendido no fue a mayores. Incluso si sus entregas posteriores sólo fueron a peor. Algo que se puede apreciar en Flor de carne y sangre, un delirio violento y excesivo, dirigido por Hideshi Hino que casi hace parecer blanda a su brutal primera entrega. Porque, a veces, lo único que se necesita para hacer una buena secuela es ir todavía más lejos.

Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy

Pesadilla en Elm Street es una de las sagas de cine de terror con menos altibajos, pero posiblemente su mejor entrega sea la segunda. Convirtiendo a Freddy Krueger (Robert Englund) en una especie de pesadilla freudiana, toda la película tiene un subtexto gay que ha hecho que, en ciertos sectores de la cinefilia LGBT, sea celebrada como un auténtico hito de la representación. Algo a lo que ayuda un Freddy especialmente cruel, socarrón y sádico. Así y con todo, su director, Jack Sholder, sigue esgrimiendo aún hoy que no entiende dónde ve la gente el subtexto gay, cuando esa no era su pretensión. Incluso si escenas como las de la ducha dejan poco margen a creer que el director de una secuela tan alocada y libre de verdad no sea capaz de ver lo que narró incluso si fuera por accidente.

Blade II

Blade fue una película singular. Tuvo éxito como película de superhéroes y como película con un protagonista negro cuando se decía que las películas de superhéroes y las películas con protagonistas negros no tenían éxito, abriendo la veda para más continuaciones. Y en un extraño giro de los acontecimientos, su dirección recayó en las manos de la persona menos esperada: Guillermo del Toro. El resultado fue una película muy superior a la original, mucho más consistente, aterradora y con un diseño de arte espectacular, en la que puede ser sin problemas uno de los mejores trabajos, si no el mejor, del cineasta mexicano. Y aunque les duela a los fans de las actuales Marvel y DC, también una de las mejores adaptaciones del espíritu del cómic a la gran pantalla.

Zatoichi 

A Zatoichi lo conocemos en Occidente gracias a Takeshi Kitano. Pero antes de su excelente remake, la saga del masajista-espadachín ciego atesoró a sus espaldas 26 películas en las cuales, por lo general, siempre se seguía un patrón bastante similar: Zatoichi llegaba a una nueva región, se encontraba sin pretenderlo en medio de los problemas de la gente con la yakuza, aceptaba ayudarles a regañadientes, y mientras la gente lo celebraba él se marchaba hacia su siguiente destino. La última entrega de la saga, llamada simplemente Zatoichi, no fue la excepción. Oscura y amarga, pesimista sobre el efecto que tiene una justicia en un mundo con muy poca memoria, la película logró ser un cierre más que notable gracias a la dirección del hombre que mejor conocía al personaje: Shintarô Katsu, el actor que encarnó a Zatoichi durante casi treinta años. Lo cual nos demuestra cómo debe hacerse una continuación. Desde el respeto, el amor y el conocimiento de todo lo que hizo grande a la película original.

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