CINEMANÍA nº282

Clint Eastwood
CINEMANÍA nº282
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ANDA, ALÉGRAME LA PRIMAVERA1 CAFÉ MAGNUM. Ni siquiera iba a ser una película de Harry Callahan. Impacto súbito, la única de las cinco cintas del personaje que fue dirigida por Clint Eastwood, llevaba camino de ser otro de esos filmes con policía pétreo a la caza de un asesino y violador. Pero en Warner andaban revueltos ante el inminente estreno de la película de James Bond con la que Sean Connery volvía a ponerse al servicio de Su Majestad, aunque al margen del canon oficial. Alrededor de Nunca digas nunca jamás surgieron encuestas de uso interno, y en una de ellas se llevaron una sorpresa con las respuestas: “¿Qué personaje de la historia del cine rescataría usted para ser llevado otra vez a la gran pantalla?”. Así regresó Harry a los cines en 1983. Y lo hizo para dejarnos la frase por la que sería recordado eternamente.

“Go Ahead, Make my Day”, traducida en la versión española por “Anda, alégrame el día”, se escucha en el Burger Island de San Francisco, cuando Harry, sucio, fuerte y ejecutor hasta entonces, acude a por su café matutino. Sin embargo, algo va mal aquel día: Loretta, la camarera de siempre, vierte toneladas de azúcar para llamar su atención, y el policía se da cuenta de que algo sucede en la cafetería. Un grupo de atracadores retiene a la clientela y los trabajadores. Y entonces comienza el festival Callahan. Antes incluso de llegar a su famosa frase, mientras sujeta su Magnum 44, otro dialogo apunta maneras: “No consentiremos que os vayáis”, afirma Harry justo antes de enfrentarse a la banda. “¿Quiénes?”, pregunta el jefe de los atracadores. “Smith, Wesson y yo”.

PEGATINAS. El guionista Charles B. Pierce escribió la frase antes de saber que sería para un filme de Harry Callahan, recordando lo que su padre le decía si no había cortado el césped cuando llegaba a casa. Aplicada a un policía blanco cabreado que se toma la justicia por su mano frente a un atracador negro con una rehén, nadie imaginó que aquello saliese de la cafetería. Ni siquiera que, tres años después, la frase se iba a usar en la cartelería de la campaña electoral de Carmel-by-the-Sea. Pegatinas con “Go Ahead, Make me Mayor” inundaron el pueblo de Eastwood y le condujeron a la alcaldía.

Hoy el Burger Island es un McDonalds, Carmel tiene un alcalde demócrata, nadie en Hollywood osaría defender en público a Harry Callahan y Clint Eastwood se ve obligado a traficar con droga en Mula, su nueva película. Pero “Anda, alégrame el día” sigue siendo una cita ineludible, la de un actor y director indomable, que continúa en la brecha a punto de cumplir 89 años, con ese rostro impenetrable y el punto de hastío del que en realidad está molesto porque le hacen perder su tiempo para salvar el mundo (a su manera).

3 MAESTRO DONEN. Termina el invierno, se reparten los Oscar, crecen los días, levantamos la vista para hacer planes, y presentamos nuestra guía con las mejores escuelas para estudiar Cine y las disciplinas creativas a su alrededor. Además de nuestra selección, hay una Academia complementaria, que es imprescindible y no acaba nunca: recomendamos ponerse en manos de los grandes maestros del cine, que no solo nos ofrecen soluciones técnicas sino también poderoso aliento vital. Stanley Donen, como Jonas Mekas, Albert Finney y Bruno Ganz, fallecidos este mes, nos han dejado lecciones magistrales de vida.

Gracias a Stanley Donen me enamoré por vez primera en el cine. Fue con Lío en Río (1984), última película del maestro estrenada en salas. La vi en el cine Diagonal de Barcelona y caí prendado de Michelle Johnson. De Michael Caine ya era hincha desde Evasión o victoria, aunque sus gafazas me volvieron a flipar. Los primeros clásicos de Donen entonces se gozaban por la tele: Un día en Nueva York, Cantando bajo la lluvia, Charada, Arabesco, Siete novias para siete hermanos, Dos en la carretera… Ya retirado, años después de Lío en Río, Donen seguía dando clases magistrales. En 1998 recogió el Oscar honorífico y dio un recital de modestia, elegancia y claqué, una última lección que, tras unos premios tan planos como los de este año (a la atonía del palmarés se añade el olvido hacia Donen), nos reconcilian con el talento y la capacidad para reconocerlo.

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