CINEMANÍA nº272

Deadpool 2
CINEMANÍA nº272
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SOLO ANTE EL PELIGRO

1 BATALLITAS. El bueno de Ronnie Howard ponía cara de zangolotino entre batidos y rock around the clock en el segundo largo de George Lucas, American Graffiti, un peliculón que gana con el tiempo. Y, mientras, de reojo, ese mismo director planeaba ya montar una revolución galáctica de la que todavía hoy no nos hemos recuperado. 45 años después, aquel actor pelirrojo se ha convertido en un cineasta alopécico que jamás hubiese imaginado que llegaría un momento en el que tomaría el relevo para salvaguardar el buen nombre de uno de los personajes más míticos de su maestro. Canallita perfecto, bocazas entrañable, rebelde a su pesar, Han Solo tendría su retrato de un hipotético, y muy deseable, Pantomima Full de la galaxia. Lo imaginamos acodado en la barra de la cantina de Mos Eisley recordando sus andanzas (“¿Sexo en el Halcón Milenario? Pues esto de los 12 parsecs es como todo…”), junto a un rótulo mudo en el que se leería, en bold, BATALLITAS. ¿Qué diablos queda hoy de Han Solo? Parecería como si, en pleno 2018, pensando en el golpe de mano de El despertar de la Fuerza, no spoileable con todas sus letras todavía, el arroz de este antihéroe setentero, machistón y pendenciero debiese estar muy pasado. Como estirpe, no se le intuye demasiado futuro, con Kylo Ren en plan soviético. Como marca comercial, Solo es más reconocible hoy cual campo de batalla para una tilde diacrítica o como marca de vasos de plástico para los cafés to go que como apellido aventurero. Como antihéroe contemporáneo, no le vemos usando Instagram ni yendo al gimnasio ni haciendo concesiones al posthumor hipster. ¿Qué nos deja entonces este tipo al que muchos ven ahora como un candidato claro para cocinarle a Bertín Osborne en su casa? El mismo Lucas le definió por oposición al héroe, Luke Skywalker, al que adelantó por la izquierda; y hasta Chewbacca empezó con más peso en el libreto original para acabar reducido a sus gruñidos. Sin embargo, este jeta del contrabando siempre ha terminado comiéndose con patatas al que quisiera hacerle sombra. Ron Howard, una apuesta de lo nostálgico a lo millennial y una franquicia en entredicho se enfrentan al carisma de un icono. Igualito que los personajes en apuros de la saga: tenemos un mal presentimiento. Pero con Han Solo nos ha fallado siempre.

2 ÜBERANTIHÉROE. Y enfrente, como estereotipo renovado, Deadpool. ¿Solo o mal acompañado? Cansado de actuar en soledad, este granuja colorado busca amigos. Ya encontró pareja, con la extraña sensación además de que, con el reparto de su primera entrega, se dirimía esa secreta lucha entre los que preferían a Morena Baccarin antes que a Claire Danes en Homeland. Pero ahora su casting para hacer equipo demuestra que, primero, todo lo placentero, como las pelis de superhéroes, hay que hacerlo en grupo. Y, segundo, se confirma que este mercenario puentea entre comedia y acción, reivindicándose con su cara quemada, su übersexualidad y su amor por los cueros como un antihéroe moderno. Es la renovación de la estampa eterna de los Han Solo que han llenado la historia del cine. Cachondos y aventureros los quiere Dios, y el público. Pero renovados por dentro y por fuera, también.

3 VENTAJA AL RESTO. Ante el estreno de Borg/McEnroe, en el inicio de la temporada de tierra batida, y con el Festival de Cannes preparando la vuelta a la sección oficial de las gafas más cinéfilas, toca vincular tenis y cine. ¿Cómo filmaría Jean-Luc Godard el torneo de Roland Garros? “Yo mostraría otras cosas: al chaval de Pakistán contra el de América del Sur jugando las rondas previas, en qué hotel se alojan, cómo cogen el metro, cómo entrenan, y la derrota de uno de ellos”, dijo el maestro sobre su deporte favorito, en el que cada golpe lleva implícito ser devuelto por el contrario, un juego dialéctico que a él siempre le ha interesado, aunque últimamente parezca que le va más el monólogo. Lo demuestra otra solitaria ante el peligro que ha vuelto a salir al encuentro de la vida con su cámara: Agnès Varda, que ya anticipó la Nouvelle Vague, el cine del yo y el documental moderno. En su nuevo filme va al encuentro de Godard, que no se presenta al partido cinéfilo que le plantea la codirectora (junto a JR) de Caras y lugares, en un golpe feo, muy poco deportivo. Los maestros del cine también practican el tenis. Juego, set y película para la cineasta francesa.

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