Cinemanía nº 223

Russell Crowe es 'Noé'
Cinemanía nº 223
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Cinemanía nº 223

Russell Crowe es 'Noé' en el diluvio universal según Darren Aronofsky.

DIRECTOR´S CUT: El dios de la marmota

1. PHIL FOREVER. Punxsutawney, Pensilvania, 2 de febrero de 1993. Lo más cerca que estuvo nunca Harold Ramis, hijo de Ruth y de Nathaniel, de parecerse al Dios del Antiguo Testamento fue en Atrapado en el tiempo, su obra maestra. ¿Año uno? ¡Bah! Paparruchas. Compinchado con su guionista Daniel (Danny) Rubin, otro judío de nacimiento, el bueno de Ramis, convertido en un todopoderoso hacedor, frío y vengativo, hizo pasar las de Caín a Bill Murray, obligándole a levantarse día tras día al ritmo del I’ve Got You de Sonny Bono y Cher en el invierno de un pueblo perdido de m****a. Ad Aeternum. Por malo y ruin. Harto ya de tanta marmota, de tanta nieve y de tantos esfuerzos vanos por conquistar a Andie McDowell, el meteorólogo Phil ya no puede más. En un momento de debilidad en el diner del villorrio en el que Harold Ramis y su trama le tienen castigado, el personaje de Bill Murray estalla y se sincera con un par de parroquianos, pensando en la maldición que le ha tocado sufrir: “¿Qué haríais si estuvieseis detenidos siempre en el mismo lugar y cada día fuese exactamente igual al anterior y nada de lo que hicieseis importase?”. La respuesta de uno de sus compañeros de barra es uno de los mejores gags de una de las grandes comedias de la historia del cine: “Es la historia de mi vida”.

2. ETERNO RETORNO. La historia del cine también se repite. A los pioneros tras la cámara, el Antiguo Testamento les permitió vender espectáculo a las masas sin ofender al poder meapilas. Los más pillos aprovecharon los primeros libros de la Biblia incluso para enseñar carne entre togas y sedas de Damasco. Filón en los años 20, no fue hasta el Cinemascope de los 50 y los primeros 60, combinado con el Technicolor, cuando los estudios de Hollywood (garantes del orden tradicional judeocristiano: repasemos los nombres hebreos de los gerifaltes de las majors) ofrecían a Yavhé entre plagas y ríos de efectos especiales. Aquel Dios violento del ojo por ojo vendía muchas entradas. Más que su hijo. Hasta que a partir de finales de los 60, el espectáculo bíblico empezó a decaer. Hacía falta un Dios más dialogante. Cristo Superstar y su barba revolucionaria mantuvieron el tipo entre el cachondeo de las vidas de Brian y las biblias en pasta. Pero todo vuelve.

3. IRA ANTEDILUVIANA. Transformado en héroe de aventuras, enfrentado al apocalipsis de un diluvio que también entronca con el cine catastrófico (otro subgénero que nunca se marchó), el Noé de Russell Crowe está al servicio de Darren Aronofsky, hijo de Abraham y de Charlotte, judíos de origen ucraniano. El director de Pi y Cisne negro pone todo su imaginario visual en favor del hombre y su arca llena de animales frente al Dios cruel que quiere vengarse de los descendientes del pecado de Adán y Eva. Nada de putear al protagonista como hacía… ¿Harold Ramis? No. Había marmota encerrada en Atrapado en el tiempo. La película del cineasta fallecido hace unas semanas partía del hombre que vive el mismo día una y otra vez en La gaya ciencia de Nietzsche, el filósofo que negó a Dios, y el maestro Ramis, que en paz descanse, lejos de ponerse en el papel de un creador despiadado, sólo hace que seguir a rajatabla su propia máxima, la misma que le ayudó a dejarnos en Los albóndigas, El pelotón chiflado, Los cazafantasmas y Una terapia peligrosa algunas de las más inolvidables chanzas de nuestra vida: “La comedia es subversiva. Representamos a los perdedores porque nos dirigimos a los que no tienen tanta suerte. Atacamos a los poderosos”. Amén. Sin noticias de Dios, siempre nos quedará el espectáculo.

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