CINEMANÍA nº 231

Exodus: Dioses y Reyes
CINEMANÍA nº 231
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DIRECTOR´S CUT: La Biblia de los superhéroes

1. APOCALYPSE NOW. Dios ya no es lo que era. En el cine, quiero decir, luego en casa que cada uno se las apañe con su espiritualidad como pueda. En la gran pantalla está el concepto un poco en crisis. Serán los recortes, o el estallido de la burbuja del cartón piedra, pero últimamente ha acabado convertido por cineastas brillantes sin escrúpulos en cosas muy raras: el número Pi, el pie de un bebé, la voz de Will Ferrell en una película de ladrillos de colores, una gota que cae del cielo (Tu quoque, Mel Gibson) y hasta Steve Carell con barba. Lo de José Luis Cuerda en Así en el cielo como en la tierra al menos tenía un pase, porque, aunque quería tener otro hijo, Fernando Fernán Gómez amedrenta lo suyo, y hasta su nombre es uno y trino, que todo suma. Antes, dónde va a parar, Dios era otra cosa. Imponía mucho más, y lucía en Cinemascope mejor incluso que en los billetes de un dólar. Ora unos negros nubarrones cerniéndose sobre el lío, ora un haz de luz entre los cirros, los cúmulos y los estratocúmulos para calmar los ánimos. Una tormenta de arena por aquí, un diluvio universal por allá, una zarza ardiendo por acullá… Aquello sí que era un Padre celestial judeocristiano como Dios manda, rayos y truenos.

2 LA BIBLIA EN PASTA. Por los bigotes de Nietzsche, ¿qué está pasando? ¿Es que nadie manda ya en las películas épicas? Esto se cae. Con el fin el auge del individualismo y la emancipación del héroe, la estampa castiza de Dios ha desaparecido. Fuera de las películas, en los despachos de Hollywood (y en los que no son Hollywood), sigue mandando el Caballero Don Dinero, más diablo que otra cosa. Pero si durante un tiempo este demonio encontraba en las películas bíblicas un fuerte aliado (A Dios rogando y con el mazo…), hoy el sistema ha encontrado un nuevo ser todopoderoso, un ente Creador que observa cómo toda aventura filmada para todos los públicos se construye a su imagen y semejanza, nos manda a sus profetas a la Tierra y nos lega la Biblia de los superpoderes: hasta el Moisés de un Ridley Scott dedicado en cuerpo y alma al espectáculo, es hoy un guerrero que ha visto cómo corre la sangre en las batallas de los espartanos de 300, un titán con superpoderes que ha encontrado su lado oscuro y se ha reencarnado en un actor que ha hecho época con el traje de Batman. Y si queda alguna duda, no hay nada más que ver lo que nos espera con el calendario de Marvel y DC hasta 2020. El cómic es el nuevo Dios del cine.

3. ASALTAR LOS CIELOS.  Viendo para lo que ha quedado el pobre Dios de las películas, la única salida posible para los que todavía creemos en el cine es aliarse con el maestro Woody Allen. Tras Magia a la luz de la luna, la encantadora fruslería que estrena este mes, en 2015 estrenará su película número 50 (contando telefilmes y cortometrajes), y por encima de todos ellos, de forma más o menos evidente, sobrevuela la idea del cine como el único espacio vital en el que estar a salvo de esta vida que nos ha tocado en desgracia. Allen, judío pero agnóstico casi a la manera de Buñuel, otro ateo por la gracia de Dios, cree que las (buenas) películas son lo más parecido al Paraíso que los terrícolas podremos encontrar jamás.

Por si acaso, y como tardé muchos años (de Teología ando justito) en darme cuenta de que el limbo era lo más parecido a ese sábado que pasaban castigados en la biblioteca del instituto los chavales de El club de los cinco (The Breakfast Club), hemos vuelto a reunir a cinco cinemaníacos sub-18 para que nos cuenten qué opinan sobre el cine. Ellos son el futuro: aquí no podemos asaltar los cielos como le gustaría a Pablo Iglesias, pero nos hemos montado otro sábado en el limbo de John Hughes y es un puntazo escuchar lo que tienen que decir las nuevas generaciones, chavales nativos digitales con un nivel de impacto audiovisual extraordinario, sobre los dioses del cine. Los de hoy, los de ayer y hasta los de Woody Allen.

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